domingo, 29 de marzo de 2015

A Veces

A veces pasaba el día entero tirado en un sofá, sin más acompañamiento que el sonido de fondo de una televisión en un canal aleatorio.
Sin ganas de nada.
A veces el móvil sonaba e, instintivamente, estiraba la mano para ver quién era y qué quería la persona que llamase.
A veces era quién esperaba que fuese, y eso pintaba una sonrisa en su cara.
A veces se levantaba, dejaba que el agua le cayese por encima, que el frío de la calle refrescase su cara, que la lluvia mojase su pelo, sólo por la certeza de saber que vería una sonrisa.
A veces, una vez juntos, sólo el silencio era lo que había entre ellos, pero no un silencio incómodo, si no el silencio del que Uma habla en Pulp Fiction, ese silencio que te permite estar callado un puto minuto y que nada malo pase.
A veces, se miraban, de lejos o de cerca y toda una conversación surgía entre aquellas pupilas marrones que se observaban.
A veces, sólo a veces, él recordaba por qué siempre seguiría a su lado.
A veces, sólo a veces, ella recordaba quién era.
A veces, sólo a veces, recordaban que podían ser quienes querían ser.