Entró en el hotel levantándose las gafas de sol y caminando, provocando que las miradas de todos los presentes se clavasen en aquellas torneadas piernas que terminaban en un ceñido vestido negro.
Al llegar, sonrió, y sin palabras, cogió la llave de su habitación, la habitación número 13 que ya le tendía el recepcionista, que, embobado, balbuceó un "Bienvenida".
Sabiéndose la protagonista de aquellos minutos se acercó al ascensor, se colocó el pelo con la mano izquierda mientras marcaba el número del piso en el que su habitación se encontraba.
El silencio y la oscuridad del pasillo la asustó un poco, pero pronto volvió a ser ella misma y se dirigió hacia la puerta. Metió la llave lentamente, recordando todas las veces que había entrado en aquella habitación y todo lo que en ella había vivido.
Encendió la luz, dejó el pequeño neceser apoyado en aquella moqueta roja, y fue hacia el cuarto de baño a remojarse un poco la cara: el viaje había sido largo y estaba algo cansada.
De pronto la puerta de la habitación se abrió y ella ahogó un grito. Con el corazón en la boca, salió y en el suelo, al lado de la entrada, encontró tres cosas:
Una botella de champagne, un anillo con su inicial y una nota escueta, en la que había una sola frase: "Te he echado de menos".
Una sonrisa se dibujó en su rostro, mientras la leía, recordando aquel beso...
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