Llegó en el momento perfecto.
Estaba en un portal, bajo el tejadillo de una casa, en una noche lluviosa y fría.
No se oía apenas nada.
Sólo una música, lenta, quizá proveniente de alguna ventana abierta, un par de pisos más arriba.
Se preguntó qué era lo que le había llevado allí.
Si realmente valía para algo o, lo más importante, para alguien.
Si como en las películas, encontraría a alguien a quién llamar hogar.
Era una puta noche fría y seguía intentando arreglar el puzzle deshecho en el que se había convertido su mente.
La única manera sería que alguien le ayudase.
Que alguien cogiese su mano para auparle de aquel frío asiento.
Daba igual de quién se tratase, sólo necesitaba una mano.
Alguien con quien estar en ese momento.
Y de pronto vio gente acercándose.
Vio caras.
Pero un rayo de esperanza apareció entre todo aquel batiburrillo en el que vivía.
Unos ojos se clavaron en los suyos.
Unos ojos que se conocían.
Unos ojos que daban calor en aquella helada noche.
Y se levantó.
Y los otros ojos se le acercaron.
Y sonrieron.
Y la voz de esos ojos le dijo: "Sube a casa, anda"
jueves, 7 de abril de 2016
El Camino
Sé que casi nunca me salen las cosas bien, pero también que había algo que endulzaba el día: nuestras conversaciones. Y las añoro. Y busco las palabras exactas para definir lo que siento ahora mismo, y lo único que veo es una papelera llena de hojas arrugadas, con las que me creo Pau Gasol tirando desde el sofá...
A veces pienso que somos literalmente la otra cara de una misma moneda, el complemento la una para el otro, la otra para el uno y que tenemos trazado, punto por punto, el plan perfecto para el futuro.
Pero de repente, un día hay un punto, en el que no sé por qué, todo se tuerce y como Dom y Bryan cada uno toma caminos diferentes en la carretera.
Y me jode verte irte, alejarte de mi, e incluso lo veo injusto, ya que yo siempre estuve a tu lado, incluso cuando la noche duraba veinticuatro horas y no veías ninguna luz cerca.
Y ahora soy yo quién no ve nada, y me pregunto dónde coño estás. Miro por la ventanilla del coche, busco atajos para llegar hacia el punto en el que nos separamos, porque recuerdo tus "siempre estaré ahí cuando me necesites", pero no hay manera...
Y ya no tengo ni idea sobre qué camino seguir.
Ni puta idea.
Y me tiro a descansar, cerrando los ojos, y ahí estás.
Perenne.
Día a día.
Y las ganas de volver a buscarte aumentan de nuevo, cuando ya he tirado la toalla y la he recogido de la lona millones de veces. Creo que es porque tu "veneno" es demasiado fuerte y no voy a ser capaz de superar. Rectifico. No voy a querer superarlo.
A veces pienso que somos literalmente la otra cara de una misma moneda, el complemento la una para el otro, la otra para el uno y que tenemos trazado, punto por punto, el plan perfecto para el futuro.
Pero de repente, un día hay un punto, en el que no sé por qué, todo se tuerce y como Dom y Bryan cada uno toma caminos diferentes en la carretera.
Y me jode verte irte, alejarte de mi, e incluso lo veo injusto, ya que yo siempre estuve a tu lado, incluso cuando la noche duraba veinticuatro horas y no veías ninguna luz cerca.
Y ahora soy yo quién no ve nada, y me pregunto dónde coño estás. Miro por la ventanilla del coche, busco atajos para llegar hacia el punto en el que nos separamos, porque recuerdo tus "siempre estaré ahí cuando me necesites", pero no hay manera...
Y ya no tengo ni idea sobre qué camino seguir.
Ni puta idea.
Y me tiro a descansar, cerrando los ojos, y ahí estás.
Perenne.
Día a día.
Y las ganas de volver a buscarte aumentan de nuevo, cuando ya he tirado la toalla y la he recogido de la lona millones de veces. Creo que es porque tu "veneno" es demasiado fuerte y no voy a ser capaz de superar. Rectifico. No voy a querer superarlo.
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