jueves, 7 de abril de 2016

Sube a Casa

Llegó en el momento perfecto.
Estaba en un portal, bajo el tejadillo de una casa, en una noche lluviosa y fría.
No se oía apenas nada.
Sólo una música, lenta, quizá proveniente de alguna ventana abierta, un par de pisos más arriba.
Se preguntó qué era lo que le había llevado allí.
Si realmente valía para algo o, lo más importante, para alguien.
Si como en las películas, encontraría a alguien a quién llamar hogar.
Era una puta noche fría y seguía intentando arreglar el puzzle deshecho en el que se había convertido su mente.
La única manera sería que alguien le ayudase.
Que alguien cogiese su mano para auparle de aquel frío asiento.
Daba igual de quién se tratase, sólo necesitaba una mano.
Alguien con quien estar en ese momento.
Y de pronto vio gente acercándose.
Vio caras.
Pero un rayo de esperanza apareció entre todo aquel batiburrillo en el que vivía.
Unos ojos se clavaron en los suyos.
Unos ojos que se conocían.
Unos ojos que daban calor en aquella helada noche.
Y se levantó.
Y los otros ojos se le acercaron.
Y sonrieron.
Y la voz de esos ojos le dijo: "Sube a casa, anda"




No hay comentarios:

Publicar un comentario