miércoles, 17 de mayo de 2017

Asi se le llama

Asomarte al alma de alguien,
Adivinar lo que piensa en una mirada,
Conocer cada segundo de sus anhelos,
Y soltar su mano cuando quiere volar,
Dejar que no sean tus brazos quiénes lleven,
Pero sí acompañen sus movimientos.
A eso se le puede llamar amor.
Que un "siempre" tenga su significado real,
Que sea por y para,
Que no te entre miedo porque vea tus miedos
Que las palabras sobren y sea el tacto quién mande,
Respirar acompasados, saberte su sabor,
Ser una mente en distintos cuerpos.
A eso se le puede llamar amor.
Darle la fuerza necesaria para afrontarlo todo,
Y momentos de risas, fiesta y paz,
Saber que estaréis el uno con el otro contra viento y marea,
A eso se le puede llamar amor...
Lo otro, os lo dejo a los demás...

lunes, 8 de mayo de 2017

Arturo Pérez-Reverte y nosotros.

Aluciné. Estaba en el descanso de un rodaje cuando vi que era Trending Topic. Pensé por qué habría podido ser. ¿Quizá alguien se había inventado mi muerte? Repasé mentalmente si había tenido algún descuido con la ropa, que ya sabemos cómo es la prensa amarilla, y más la americana.
Cuál fue mi sorpresa al descubrir que era por un artículo de un escritor español, que se inventó una historia en la que yo quedaba como la mala porque no me hice una foto con uno de sus amigos.
Y la cosa es que lo recuerdo, estaban los seis en una mesa, a poca distancia de dónde mi marido y yo estábamos sentados.
Conozco a ese escritor, lo he visto tras enterarme que escribió un culebrón mejicano llamado La Reina del Sur, y la verdad, pierde mucho, como el mismo dice, en carne mortal.
Unos veinte minutos después de escucharlos susurrar mientras miraban para nosotros, uno de ellos, el más joven, se acercó, diciendo que era un escritor importante y que quería que me sacase una foto con él.
Normalmente no tengo problemas en sacarme una foto con nadie, pero si te tiras media cena mirándome y babeando sin ningún tipo de pudor hacia mi, entiende que a lo mejor me eche para atrás. El chico se volvió a la mesa entre las risas de sus amigos, mientras yo intentaba que mi marido se relajase, disfrutase de la cena y no montase una escena en aquel restaurante madrileño (al que por supuesto, no pienso volver, que hasta el maitre se acercaba a ellos y cuchicheaba) porque me imaginaba los titulares del día siguiente: "Christina Hendricks y su marido la lían en España".
Cuando nos fuimos, me fotografié con la gente que estaba allí, sonriendo, porque además de disfrutar con los fans, en el fondo me alegraba por haberle dado en los morros a ese viejo y sus amigos machotes.

jueves, 4 de mayo de 2017

Start Again

Se levantó y algo había cambiado dentro de su cabeza.
Fuera, aquel cuatro de mayo, era demasiado frío, demasiado lluvioso, demasiado negro.
Encendió la luz de la mesilla de noche, y el espejo situado en la pared le devolvió su imagen: pelo enmarañado, marcas de la almohada y un fuego que nunca había visto en sus ojos.
Normalmente era una persona tranquila, paciente, comprensiva. Pero aquella noche, aquel sueño, quizá aguantar todo lo que llevaba sobre los hombros, había cambiado por completo su forma de sentir, de ser, de pensar.
Su sueño, y no por falta de lucha por su parte, se había desvanecido, como la niebla tras pasar por un lago en invierno, y eso había hecho que su paciencia dijese "basta, aquí he llegado y de aquí no me muevo".
Se metió en el baño, abrió el grifo del agua fría y dejó que ese primer chorro helado desentumeciese sus músculos, todavía dormidos.
Un plan empezaba a gestarse en su mente. Un plan, que como todos los planes buenos, surgía a poquitos, casi sin quererlo, como si siempre hubiese estado allí y ahora, de pronto, se empezase a vislumbrar con toda la claridad del mundo.
Mezcló el agua y un nuevo chorro caliente relajó sus músculos. Se frotó la cara mientras miraba caer el agua, se desenjabonó el pelo y salió.
Todo estaba decidido, iba a ser hoy.
Vaqueros, camiseta, tenis, llaves, cartera, tabaco, mechero, móvil. Todo estaba en su sitio. La rutina diaria que ahora cambiaría.
Ya no quería volver a ocultar su verdad, no quería volver a ser el escudo de nadie, no quería volver a ser esa persona que siempre estaba para todo el mundo sin esperar nada a cambio, ese monstruo que le estaba comiendo por dentro y al que quería expulsar y ver cómo sería su vida sin todo aquello, sin relacionarse con gente que le absorbiese energía, recursos, su VIDA.
"Me van a mirar a los ojos y no van a ver a quién conocían, van a conocer a quién quiero llegar a ser, el que quiera acercarse tendrá que soportar este fuego, esta explosión de mi ser, esta luz en mi oscuridad."
Salió de casa, se subió al coche y la música resonó, atronando. El destino era claro y condujo sin prisas, disfrutando de cada nota, disfrutando de cada curva, disfrutando de cada imagen que el camino le brindaba.
Se había acabado esa pantomima, esa obra de teatro bufo que era su vida, en la que los que más le sonreían eran los primeros en traicionar su confianza.
Era hora de ajustar cuentas.
Hora de dejar de actuar como todos le decían.
Hora de controlar su propio destino.
Hora de dejar ir a esa persona que no reconocía en la imagen del espejo de su habitación.
Sus ojos brillaban todavía, con un fulgor fuerte, con determinación.
Respiró hondo, metió la llave en la puerta en la que todos sus problemas esperaban y, por primera vez en el día, sonrió.
Comenzaba el reinicio.