jueves, 24 de abril de 2014

La Cometa

Era de esas personas a las que no se podía olvidar una vez conocías. Sólo su mirada conseguía que se le parase el corazón, el tiempo, el mundo... 
Todo lo que le rodeaba de pronto iba a cámara lenta. 
Le sonreía, invitándolo a acercarse, pero una vez lo tenía, soltaba cuerda para ver cómo volvía a alejarse, a volar, cómo se convertía en su cometa, para una vez que todos habían admirado su destreza, volver a acercarlo y tenerlo a mano para lo que necesitase. 
No se dio cuenta de que aquel juguete que tanto le gustaba también tenía vida. 
Aquel juguete que siempre quiso estar junto a ella, pasase lo que pasase, pero que no podía sobrevivir a tantos remiendos, a tantas idas y venidas, por lo que un día, en pleno vuelo, quiso soltarse de la cuerda, para, al aterrizar, decidir no ser más la diversión de nadie. 
Pero el tiempo, el viento, las circunstancias volvieron a acercarlo a aquella artista del baile de cometas. Ya era otra persona, ya no quería más juegos, ya no tenía edad para soportar subidas y bajadas. 
Mas quién ha volado una vez, necesita volver a tener esa sensación. Así que un día, haciendo acopio de todo el valor que pudo, volvió al parque en el que tanto tiempo había estado con ella y la vio. 
Seguía teniendo aquella mirada profunda, aquella media sonrisa enigmática, que nunca decía si estaba contenta o triste, pero ella ya volaba otra cometa. 
Él sonrió y llamó a un amigo suyo, pintor.
-Hazme una cometa volando libre, tío, necesito guardar esa imagen para siempre...

Jerarquía

Jerarquizar: Hoy hablaba precisamente de eso con una persona a la que quiero un montón.
No es fácil cuando tienes muchas cosas en la cabeza, pero a veces, el coger perspectiva y no intentar abarcar todo puede permitir conseguirlo todo. Pero no se puede estar "en misa y repicando", como siempre me ha gustado decir. Yo he estudiado mucho y he salido mucho, y he querido mucho a mucha gente. Y no siempre he sabido jerarquizar. Y eso, muy a mi pesar me ha hecho perder oportunidades de todo tipo. No se trata de dar prioridad absoluta a una cosa por encima de las otras que componen la vida o las preocupaciones de uno, si no, simplemente de darles el tiempo y la importancia que realmente merecen.
Hay momentos que piensas que la persona con la que estás o a la que quieres DEBE ser el centro de tu mundo y que todo lo demás es completamente superfluo, otros en los que piensas que el curro/estudios son lo más importante por lo que olvidas a la gente que está contigo en el día a día...
Lo ideal es pararse a pensar en qué es lo que realmente necesitamos en este momento y aparcar hasta que la primera cosa esté solucionada los siguientes problemas, sin preocuparse por si alguna vez se flaquea en el intento de no acaparar todo y arreglarlo, creyendo que somos la versión Lidl de Supermán.
Sin más, y tras esta disertación propia de las horas que son, os deseo buenas noches a todos.
Atte:
El Insomne...

miércoles, 9 de abril de 2014

El Amor y el Insomne

"El amor mata"
Eso acaba de decir House. No sé si mata, pero sé que tiene algo que ver con la química, por lo que tengo por seguro que sí afecta al cuerpo. Sí que te hace ilusionarte o imaginar cosas que ni por asomo son reales. Sí que te crea una necesidad, ya no sólo psicológica, sino física, por ver a la otra persona. 
Siempre lo consideré una horterada, pero la sensación que todo el mundo llama "romperse el corazón" es bastante real. Esa sensación de dolor, de malestar, de desazón o depresión sí que existe cuando la persona a la que quieres te rechaza, te decepciona o simplemente te falla en algo que tú creías que era inmutable, es algo duro contra lo que luchar. Es difícil hacerse a la idea de que algo se ha acabado, sobre todo cuando el cerebro sigue mandando recuerdos a tu mente, sigue haciéndote soñar con esa persona. 
Quizá pudiera llamarlo enfermedad psicológica al amor y no andaría muy desencaminado. Es algo que cuando lo tienes vives como en un mundo ideal que sólo está en tu cabeza: eres muy feliz, todo lo ves genial, incluso las cosas que en otro momento te repatearían el estómago, enamorado te importan menos o nada; y al contrario, cuando lo pierdes, la depresión te invade, pierdes las ganas de todo, incluso te duele la cabeza, el estómago , sientes malestar... Debería existir una droga/medicamento/remedio natural,  que te curase del amor y sus consecuencias, pero desgraciadamente eso no existe...
"El amor mata"
Gran verdad que unos grandes guionistas pusieron en la boca de un gran actor como Hugh Laurie y de su doblador en castellano.
Buenas noches a todos.
Atte:
El Insomne...

martes, 1 de abril de 2014

La Bailarina y el Soldado

Ella paseaba por un mercadillo de antigüedades cuando la vio. Era una bailarina antigua, ejecutando un relevé.  Se enamoró de aquella figurilla al instante; era igual a una que su abuela tenía en la mesa camilla de su casa.
¿Cuánto vale?”, preguntó, sabiendo que por mucho que aquella vendedora pidiese, ella lo pagaría.  
He visto cómo la mirabas, yo también me enamoré de ella cuando me la regalaron. Si tienes 10€, es tuya, pero tienes que prometerme que la cuidarás mucho, y si tienes que regalársela a alguien, ese alguien ha de ser muy especial”, respondió sonriendo. La chica sacó un billete de 20 y lo guardó en la mano de la señora, que agradeció el gesto con una sonrisa cómplice.
Años, muchos años después, el día del 19 cumpleaños de su nieta, la chica que había comprado aquella bailarina decidió regalársela.

Tío, no sabes lo que me he encontrado en el baúl de mi viejo. ¿Te acuerdas de los míticos soldados de cuándo éramos pequeños?”, su amigo asintió, “Pues mira esto”  Era un soldadito de plomo español:  un lancero de los tercios con su sombrero y armadura de hojalata, la capa marrón sobre los hombros, el cinturón con el sable, la lanza, el jubón y los bombachos amarillos y las medias aborladas rojas. “¿Tú sabes cuánto puede valer esto?” El signo del euro apareció en los ojos de los dos chavales, que se las prometían muy felices, yendo a vender aquella valiosa reliquia. Pero no contaban que su primo mayor escuchaba detrás de la puerta, y, sabiendo que a su novia le gustaban esas cosas, decidió que sería para él, un perfecto regalo de compromiso.
Seis meses después se habían casado y, coronando el mueble de la casa, allí estaban la Bailarina y el Soldado.
Te he echado de menos”, dijo la bailarina, mirándolo. “¿Cuántos años han sido, ochenta?

Quizá alguno más”, contestó él, agarrando su mano, “pero sabía que antes o después volveríamos a vernos. Lo nuestro no podía terminar así. Ni la distancia ni el tiempo podría hacer que te olvidase