domingo, 31 de mayo de 2015

Tres Disparos

El primer disparo dolió.
Rozó el corazón, que estuvo a punto de estallar, y perforó un pulmón, lo que hacía cada vez más complicado respirar.
Escupió sangre, se apoyó en la pared, y a duras penas consiguió levantarse, sonriendo desafiante.
El segundo disparo dolió.
Fue directo a su rodilla, quería verlo caer de nuevo, y eso fue lo que ocurrió. Desde el suelo, haciendo fuerza con las manos y con la pierna que le quedaba sin herir, se volvió a levantar. Mantuvo la sonrisa y dio un paso adelante, intentando acercarse.
El tercero disparo dolió.
Dolió, pero no como los anteriores. Era más un roce en la mejilla. Notaba quemazón por su cara, y ese calor típico sanguinolento bajando por el cuello y los hombros, pero no cayó al suelo. Esta ve no lo iba a permitir...
Notó que todo en él, aunque lentamente, se iba recuperando, y pese a que la chica vaciaba el cargador a cada paso que daba hacia dónde se encontraba, ya no podía tumbarlo, ya no podía hacerle daño.
- No hace falta todo esto- dijo él, quitándole suavemente la pistola de las manos y alejándola de dónde estaban- Nunca hizo falta... Sólo sonríe y di adiós, y ya está...
La miró una última vez, y en sus ojos brillaba todavía el recuerdo de quién había conocido, el recuerdo de todo lo grande que habían vivido, y siguió andando, cada vez con menos dolor, hacia el horizonte, y, extrañamente, con una sonrisa en la cara.

lunes, 18 de mayo de 2015

Vasos Vacíos

Me gusta la fiesta, a veces necesito salir y no sentir nada, ¿conocéis esos momentos en los que quieres olvidar todo, aún sabiendo que eso es malo, y que jamás aprenderás la lección? ¿Cuando te dejas caer y no quieres ni parar esa caída?
Soy el típico al que llaman para salir de fiesta, montones de whatsapps, llamadas a casa, para empezar otra noche más...
Ahí es cuando siento el "cariño" del resto...
Y una cerveza, y otra más, y otra, y un cubata y otro más y otro... No quiero ver el vaso vacío esta noche...
Y así me mantengo, dando vueltas a la cabeza, esperando que no haya un mañana, queriendo escapar de una jaula de oro que yo mismo me he creado, vaciándome hasta que no quede ni una puta lágrima más.
Pero siempre hay cosas que te hacen esperar un futuro mejor, que te hacen volver a levantar la cabeza, aunque no quieras abrir los ojos, hoy no quiero este vaso sin hielos y me voy a quedar hasta que el sol me dé en la cara.Y sé que mañana necesitaré tu ayuda, pero es eso, hoy no quiero abrir los ojos y ver la realidad, sólo necesito este vaso lleno, una y otra vez hasta que el día me devuelva al mundo de verdad.
Ya se ha hecho de día y le pido misericordia al sol. Estoy destrozado, cansado, hecho un lío.
Quiero salir de esta espiral de remordimientos, pero ahí hay otro bar abierto, así que volveré a pedir una cerveza, y otra más, y otra, y un cubata, y otro más, y otro..

viernes, 15 de mayo de 2015

La Torre

Los que me conocéis sabéis que me gustan mucho las historias, las leyendas, la mitología...
Y ahora, viniendo a casa, venía escuchando una.
En esta se contaba la historia de una torre que guarecía a un pueblo. Era una torre majestuosa, grande, fuerte, dura, muy complicada de derribar. Pero el pueblo tenía muchos enemigos, y poco a poco, tras años de golpear, la torre comenzó a resquebrajarse.
El pueblo temía que se viniese abajo y que los invasores arrasasen sus casas.
Pero en aquel pueblo vivía una arquitecta joven, de las primeras de aquel pueblo, una chica fuerte, decidida, segura e intrépida, que decidió arreglarla. La gente no la apoyaba y ella empezó a flaquear. Hasta que de pronto, un chico, que se mantenía callado en un segundo plano, se levantó, dio un paso al frente
-Estoy con ella, si puede volver a montarla, la ciudad seguirá siendo la majestuosidad que conocemos...
Y así, poquito a poco, con mucho esfuerzo, la torre se mantuvo erguida, incluso más fuerte que antes.
Aquella chica había conseguido superar a todos sus enemigos sólo con constancia y tesón.
En algunos libros, la consideran la primera heroína de la historia.

domingo, 3 de mayo de 2015

Un Capítulo De Su Vida

A veces, cuando se deprimía, agarraba el ordenador, dejaba que la música invadiese su cerebro y escribía.
Escribía sin frenos, sacando el alma a través de las teclas. Escribía cómo le gustaría que fuese su vida. Escribía cosas que había vivido. Escribía vidas nuevas.
Luego, cuando levantaba la cabeza de la pantalla y el trance terminaba, el espejo le devolvía a la triste realidad. Seguía sólo, sentado en aquel raído sofá.
Y la depresión volvía, como una noche eterna, aunque el sol siguiese brillando en lo alto.
Pero algo había cambiado. Una verdad que no siempre había tenido presente. Aunque ya no estuviese con ella, siempre, un capítulo de su vida llevaría su nombre.