Eran uña y carne.
Dos personas que no se podían concebir la una sin el otro y viceversa.
Eran, como a él le gustaba decir, Peter Pan y su sombra, independientes pero unidos.
Por eso le costaba tanto resistir todo aquello, ver cada llamada, cada mensaje, cada sonrisa que ella le enviaba por whatsapp, pero ya no podía contestar, y eso era lo mejor que podía hacer.
Habían entrado en un punto de "No Retorno" y dado que ella no se atrevía a dar el paso, él decidió que todo se acabaría allí.
Lloró, solo en su casa, lloró hasta vaciarse, mientras sus borrosos ojos miraban las humedades del techo de su habitación, pero se juró que saldría adelante. (Aunque sus juramentos tenían, normalmente, la validez de un papel mojado)
Y desde aquella noche no volvió a contestarle.
Ella probó a llamarle una última vez, pasados unos días.
"El móvil al que llama no se encuentra disponible en este momento".
No hay comentarios:
Publicar un comentario