sábado, 23 de noviembre de 2013

Dejá Vú

Fueron apenas dos segundos. Yo me acodé en la barra de nuestro bar, pedí una pinta y le dí un sorbo. Ella estaba apenas a dos sillas de distancia, pero había varias personas entre nosotros. sé que me vió entrar, aunque diga lo contrario. En mi caso, la ví desde la calle, estuve a un tris de darme media vuelta y volver por dónde había venido, pero algo me dijo que me quedara, quizá que me hubiese puesto la muñequera que ella me había regalado al poco de conocernos, pero me quedé. Y de repente, ocurrió. Me miró entre la gente y yo la miré. Y ví lo que llevaba meses esperando. Su sonrisa. Esa sonrisa arrebatadora por la que, en un momento de mi vida hubiera cruzado el país entero. Y era para mí. Salí a fumarme un pitillo, sin decir nada, pensando en ella, como si fuera lo único que hubiese en el mundo, de hecho, a mi parecer, no había nadie más en un bar petado de gente. No estaban ni mis colegas, ni la camarera bombón que ahora tienen, ni el dueño, ni su novio. No había nadie más. Estábamos solos ella y yo separados por unos metros. Apagué el cigarro y entré. Pasé por su lado, puse mi mano en su espalda y sólo dije dos palabras: "Estás preciosa", la volví a ver sonreír y en mi fuero interno me felicité. Luego estuvimos hablando un rato, pero lo importante no fue lo que hablásemos, si no ese detalle, esa sonrisa franca, esa mirada en la que yo leí un "Cuánto tiempo"...
Pero eso tampoco me puede hacer dar una vuelta a todo lo que he conseguido hasta ahora. Sé lo que ella es capaz de conseguir de mí, tanto para bien como para mal. Al igual que puede conseguir que saque lo mejor de mi, también es capaz de dejarme en la más absoluta de las miserias con sólo dejar de hablarme. He conseguido caminar sin ella, he visto el mundo que hay más allá, y me gusta. No puedo volver a lo de antes. 
Pero sé que esto va a marcar un nuevo punto de inflexión. Creo que a partir de ahora aprenderé a compaginar todo, mis ganas de verla, mi nueva vida...
Eso sí, teniendo claro que no puedo permitirme el lujo de repetir ese dejá vú otra vez.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Compañeros de Piso Pt II

Aparqué el coche lo suficientemente lejos de casa para tener que correr y mojarme antes de entrar en el portal. 
Casi las 22:00 de la noche. 
Lloviendo, poco, lluvia fina, pero que moja lo mismo que si cayeran chuzos de punta.
Cogí las llaves y procuré subir lo más rápido posible. 
Tenía frío, los pies encharcados y el pelo por la cara. 
Abrí la puerta y allí estaba Sergio, sentado en el sofá de la salita mientras veía la tele. “La chica del tatuaje del dragón”, la versión americana de la trilogía de Stieg Larsson. Me extrañó. Sergio no tenía pinta de ver blockbusters pero ahí estaba.

-Buenas noches, ¿qué has hecho de cena?

-Buenas Karlos, espero que te mole el puré de patatas y las albóndigas, fue lo que hice por la tarde. Están en la nevera. ¿Me pillas una cerveza ya que vas? Y cógete otra, que tengo ganas de hablar contigo.

Decidí que era mejor hacerle caso, pero tendría que esperar un rato. Tanto el pijama como la cena iban delante de mi nuevo compañero.
Diez minutos después estaba ya en la sala, con la cena caliente y una cerveza para cada uno.

-¿Quién es ella?

-¿Qué?- por poco me atraganto.

-Espero que no te parezca mal, pero hoy se me escangalló el ordenador y tuve que coger el tuyo, y tío, soy escritor, me gusta mirar cómo escribe el resto y vi tu carpeta de “Literatura” y no pude resistirme. Escribes muy bien…

-Gracias…- aunque a decir verdad, no me hacía mucha ilusión que leyese mis cosas.

-Pero tengo una duda, cuando vine a casa me dijiste que no tenías novia, ni ganas de tenerla, pero está clarísimo que escribes para alguien, que tienes esa musa… ¿Quién es ella?

- Puff… A ver…- no tenía muchas ganas de hablar del tema- Es una tía a la que he querido más que a nada en el mundo, pero ahora ya no es nada para mí… Date cuenta que todo lo que escribí fue hace bastante tiempo. Te lo digo en serio, ahora mismo ya no es nadie.

-Venga ya… Llevas un par de días rarísimo, y no por nada, pero hablas en sueños, y joder, con tu tono de voz se oía perfectamente en la sala. Si hasta fui a tu habitación a ver si estabas despierto y se te había ido la olla. Pero no, estabas sobado hablando con una tía, diciendo algo sobre que no podíais estar así… Así que, ¿quién es ella?

-Joder… ¿En serio?

-No te callas, hermanito, hablas por los putos codos…

-No sé, Sergio, no tengo muchas ganas de hablar de ella…

-No pasa nada, pero sólo te voy a decir una cosa. Estoy seguro de que aún la quieres, pero vamos, pongo la mano en el fuego…
Y por favor acéptame un consejillo, por favor: cuando te pase eso y estés mal no pienses en cómo solucionarlo, sólo quédate con las cosas buenas…- se paró de repente y soltó una sonora carcajada-  No me lo creo ni yo, tío, ódiala, critícala, usa eso como rabia para escribir, para lo que sea… ¿Ella se ha preocupado por ti?¿Te ha ayudado en algún momento, desde que lo habéis dejado? No, ¿verdad? ¿Pues entonces para qué vas a hacer tú lo mismo, para qué vas a intentar que todo vuelva a ser lo mismo? ¿Por un casual te crees que todo va a ser como antes, o mejor? Para nada, segundas partes nunca fueron buenas, tío… Bueno, “El Padrino II” está muy bien, y “Terminator II” también está cojonuda, pero me estoy dispersando, ¿tú crees que con esa tía ahora podrías tener algo?- no supe qué responder- ¿Podrías perdonarle todas las putadas que te ha hecho? ¿Podría perdonarte ella las putadas que le has hecho tú? Y aunque fuera así, a la que pasase cualquier cosa entre vosotros, estoy seguro que no aguantaríais ni un segundo sin poder echaros la mierda antigua de los otros problemas… Tío, te voy a decir una cosa, con las mujeres hay que pasar un luto, llorarlas un poco incluso, pero cuando algo está completamente herido de muerte, intentar revivirlo sólo sirve para estirar el sufrimiento…- se levantó, apuró la cerveza y se fue hacia la cocina.

Me quedé pensando, mientras también le daba un sorbo a mi tercio, todavía frío. Tenía razón, debería ser capaz de dar carpetazo a esa historia que tanto me está mareando y me está haciendo pasar tan malas épocas.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Compañeros de piso

Hace un par de semanas y visto como está la economía no me ha quedado otra que poner un anuncio en el periódico ofreciendo una de las habitaciones libres que tengo en casa. Los que me conocéis sabéis que soy una persona bastante independiente, no me gusta tener que rendirle cuentas a nadie, ni justificarme ni nada de eso, pero circunstancia obliga y no me quedó otra. Pensé en meter a algún colega, pero me conozco y sé que no sería capaz de cobrarle una pasta por una habitación en mi casa a un amigo.
El anuncio era bastante simple: "Se ofrece habitación y derecho a cocina y agua" con la dirección y todo el rollo del precio. Contestaron varias personas, entre ellas un par de estudiantes. Mi casa está cerca de la facultad y es normal que quieran cogerse un piso por ahí, pero yo he sido estudiante (bendita época) y ni a mi me apetecen fiestas cuando a los estudiantes sí, ni a los estudiantes les apetecerá que yo un martes me plante con un par de colegas, unas cervezas, el singstar y empiece a darlo todo. Ni a los estudiantes ni a mis vecinos, todo hay que decirlo, pero ellos me la sudan, yo también aguanto sus broncas llamándose de todo o sus portazos, o a su niña de 1 año que llora más que Montserrat Caballé cuando vio la cara con la que sale en el anuncio de lotería de este año, así que, educadamente, los rechacé. También llamó una chica que quería venirse con su novio, pero como que tres son multitud, así que también le di puerta, nunca mejor dicho. Ya no tenía muchas esperanzas cuando hace un par de días, sobre las 21:00 de la noche, sonó mi móvil:
-¿Sí?
-Alquilas una habitación, ¿verdad?- me sonó divertida su voz, y yo me fijo muchísimo en esas cosas, quizá sea deformación profesional, curré de reportero una buena temporada e hice doblaje de cine, pero me dio muy buena espina.
-Sí.
-¿Te importa que me pase o vas a salir ahora?- eso me sorprendió, pero acepté- Ah, genial, estoy ahí en diez minutos.
Dicho y hecho. En 10 minutos llamó al telefonillo y subió. Mi primera impresión, a decir verdad, es que el chico se había bajado hacía esos escasos 10 minutos de una máquina del tiempo, recién llegada de los años 60: Tenía el pelo largo, más o menos por los hombros, ondulado y entre canoso y rubio. Era más o menos como yo de alto y llevaba unas pequeñas gafas de sol con los cristales tintados en violeta. Una sudadera de Bob Marley y unos pantalones caídos de una tela que no alcanzo todavía hoy a saber qué demonios es.
Me sonrió y me chocó las cinco, dándome un pequeño abrazo.
-Soy Sergio Domínguez Sequeiro, pero todo el mundo me llama Bicho, tú debes ser Karlos, claro- entró en casa, observándolo todo desde la puerta- Joder, es más grande de lo que yo creía, no te importa que tire la mochila encima del sofá, ¿verdad?- la dejó con un gesto de hombro y se repanchingó en una silla- Bueno, te cuento, soy escritor, lo acabo de dejar con mi novia de toda la vida, 10 años llevaba con la tipa esa, alucina vecina; y como comprenderás necesitaba un cambio de aires. Soy una persona de costumbres normalísimas, me gusta salir, pero soy más casero que otra cosa, me adapto a cualquier dieta que tú tengas, además sé cocinar, jejeje, casi ni te vas a dar cuenta de que estoy aquí y con que haya un enchufe y wifi yo voy que me mato... ¿Qué te parece, cumplo tus expectativas?
Tenía una verborrea cuasi hipnótica, pero me caía bien, y además tenía el dinero en la mano, lo que me venía de lujo, así que le di las llaves.
- ¿No vas a salir, verdad?- negué con la cabeza- ¿Qué te parece si invito a unas pizzas y nos vamos conociendo?
- Perfecto...- cada vez me caía mejor.
- Bueno, tengo 31 años, soy escritor de novela negra y novela gráfica, y... no sé qué más contarte... Háblame tú sobre ti, que casi ni sé cómo hablas, no me he callado desde que entré por la puerta- los dos nos reímos. 
Yo no soy mucho de hablar de mí con alguien que acabo de conocer, pero bueno, iba a ser mi compañero, así que tendría que abrirme con él antes o después. 
- Pues a ver, qué puedo decirte... Me llamo Karlos Goday, también tengo 31 años y me dedico a la publicidad, me gusta mucho la música, llevo ya casi 4 años viviendo aquí y qué quieres que te diga, con las mujeres no suelo tener mucha suerte... ¿Quieres una cerveza?- asintió y fuimos a coger un par a la nevera, cosa que aproveché para enseñarle un poco la casa.
- No te quejes de las mujeres, Karliños- le dió un sorbo- Salí con Sandra durante 10 años, tío, y créeme que la quería, más que a nada en este mundo. Mi primer libro se lo dediqué a ella, y todo lo que gané se lo dí, era mi musa, qué menos que darle su parte como inspiradora, ¿no?- sonrió tristemente- La cuidaba, la sacaba de todos los problemas, la ayudaba, la tenía mimadísima... Imagínate como llegó a ser la cosa que con el dinero que saqué, bueno y que saco con la novela gráfica, pagué la entrada de un ático dúplex y lo puse a nombre de ambos. Vivía sólo por y para ella. Y todo iba de perlas hasta que me di cuenta de que ya no notaba ese feedback que tiene que haber en las parejas, ese "yo te doy y tú me das" y sólo era yo el que remaba... ¿Viste Titanic? Pues yo era Jack y ella Rose, la subí a la tabla, y cuando yo la necesité, simplemente no cabía. Ya no cabía en su mundo. No hubo una bronca mega cósmica de ruptura, teníamos mini bronquitas de cuando en cuando, pero como buen escritor, sé cuando un personaje debe hacer un mutis, así que me puse a buscar casas en el periódico y tu anuncio me llamó la atención... Y tío, tengo que decirte una cosa, me caes muy bien, sabes escuchar, y eso es una cualidad que yo aprecio mucho. Me da que nos vamos a llevar muy bien...
La verdad es que yo pienso lo mismo, a veces es necesario escuchar las sensaciones y vivencias de otro para poder ver cómo cambiar nuestra propia perspectiva de las cosas... Lleva un par de días en casa y por ahora nos estamos compenetrando bien, cuando yo voy a currar, él limpia y viceversa, cuando él se recluye en su habitación yo me encargo de la casa, a ver cómo se tercia todo ahora que llega el fin de semana... 
Seguiré informando...

domingo, 3 de noviembre de 2013

Ellas

Siempre he tenido una suerte relativa con las mujeres. Tengo grandísimas amigas y muy mala suerte con las relaciones de pareja. Siempre me fijo en quién no debo y acabo hecho polvo por ello. Pero sigo buscando a esa persona. Aunque, a decir verdad, creo que la encontré hace muchísimos años y lo único que hago es rebuscarla en otras caras, en otros cuerpos y en otras sonrisas. Porque aunque no nos guste, o no me guste a mi en este caso, el humano busca una sensación de comodidad, de cariño y de aceptación durante toda su vida, pero nunca suele salir a la primera. 
A mi no me gusta la palabra "enamorado" ni "mi novia" y demás frases que denotan posesión o dependencia del otro. Pero he sentido ambas. La posesión que tuvieron hacia mí algunas mujeres, o la dependencia que pude sentir o pudieron sentir por mi. Es algo que intento desterrar de mi vida, pero, joder, es complicado. Nos han vendido cómo ha de ser todo desde pequeños. Normas sociales, comportamientos un poco trasnochados y arcaicos, películas Disney, en las que todo el mundo encuentra a su princesa de cuento o a su príncipe azul... 
Una cosa tiene que quedar clara. Las princesas de cuento normalmente están secuestradas, o envenenadas o cosas por el estilo. Y no por nada, pero si se mete en esos líos, ¿de verdad me conviene meterme en luchas enormes para salvarla? No lo acabo de ver, aunque no sería la primera vez que un velo tapa mis ojos y voy a cargarme molinos creyendo que son gigantes. Y en el caso contrario es exactamente igual. El príncipe azul suele estar así de azul por no respirar, por intentar pretender ser alguien que no es, amoldarse a los gustos de su princesa, para una vez conquistada, ser como era antes, como un cazador que pone los 5 sentidos en cazar a su presa, y cuando lo consigue, lo celebra tirado en el sillón de su casa con una cerveza bien fresquita en la mano. 
Para mi forma de ver, deberíamos ser más abiertos, tanto mujeres como hombres, en el tema de las relaciones. ¿Me quieres? ¿Te quiero? ¿Para qué mierda etiquetar cosas, o formalizarlas? ¿Acaso nadie recuerda que somos animales, racionales pero animales al fin y al cabo, que tenemos necesidades? Y ya no me refiero sólo a las físicas, que esas tampoco son tan difíciles de satisfacer, si no a las emocionales. A mi me encantaría que la persona con la que acabe estando sea anteriormente amiga, porque ya sabría cómo respira, qué es lo que necesita de mí, qué necesito de ella y qué clase de convivencia habremos tenido. No acabo de controlar a esa gente que con sólo ver a una persona durante una noche, empiezan a salir y ya son Blancanieves y el Príncipe de Bequelar... Entiendo o puedo comprender un flechazo, yo también me he quedado rendido al ver a una chica. Pero eso es un momento, un día, a lo sumo una semana, luego ya has de ver cómo funciona esa persona y si de verdad te conviene. 
En fin, después de semejante parrafada voy a intentar llegar a una conclusión: Creo que siempre seguiré buscando a ese amor fuerte que sentí por una chica, aunque sepa que con ella ya es imposible, todas las siguientes han ido sumando algo mejor a esa primera mujer. De la primera a la última: El cariño de la primera, la complicidad eterna de la segunda, la experiencia que me han dado el resto hasta terminar con la madurez e inteligencia emocional que he conseguido con esta última. 
Gracias.
A Todas.
Y sobre todo a ti, que nunca leerás ésto.