domingo, 3 de noviembre de 2013

Ellas

Siempre he tenido una suerte relativa con las mujeres. Tengo grandísimas amigas y muy mala suerte con las relaciones de pareja. Siempre me fijo en quién no debo y acabo hecho polvo por ello. Pero sigo buscando a esa persona. Aunque, a decir verdad, creo que la encontré hace muchísimos años y lo único que hago es rebuscarla en otras caras, en otros cuerpos y en otras sonrisas. Porque aunque no nos guste, o no me guste a mi en este caso, el humano busca una sensación de comodidad, de cariño y de aceptación durante toda su vida, pero nunca suele salir a la primera. 
A mi no me gusta la palabra "enamorado" ni "mi novia" y demás frases que denotan posesión o dependencia del otro. Pero he sentido ambas. La posesión que tuvieron hacia mí algunas mujeres, o la dependencia que pude sentir o pudieron sentir por mi. Es algo que intento desterrar de mi vida, pero, joder, es complicado. Nos han vendido cómo ha de ser todo desde pequeños. Normas sociales, comportamientos un poco trasnochados y arcaicos, películas Disney, en las que todo el mundo encuentra a su princesa de cuento o a su príncipe azul... 
Una cosa tiene que quedar clara. Las princesas de cuento normalmente están secuestradas, o envenenadas o cosas por el estilo. Y no por nada, pero si se mete en esos líos, ¿de verdad me conviene meterme en luchas enormes para salvarla? No lo acabo de ver, aunque no sería la primera vez que un velo tapa mis ojos y voy a cargarme molinos creyendo que son gigantes. Y en el caso contrario es exactamente igual. El príncipe azul suele estar así de azul por no respirar, por intentar pretender ser alguien que no es, amoldarse a los gustos de su princesa, para una vez conquistada, ser como era antes, como un cazador que pone los 5 sentidos en cazar a su presa, y cuando lo consigue, lo celebra tirado en el sillón de su casa con una cerveza bien fresquita en la mano. 
Para mi forma de ver, deberíamos ser más abiertos, tanto mujeres como hombres, en el tema de las relaciones. ¿Me quieres? ¿Te quiero? ¿Para qué mierda etiquetar cosas, o formalizarlas? ¿Acaso nadie recuerda que somos animales, racionales pero animales al fin y al cabo, que tenemos necesidades? Y ya no me refiero sólo a las físicas, que esas tampoco son tan difíciles de satisfacer, si no a las emocionales. A mi me encantaría que la persona con la que acabe estando sea anteriormente amiga, porque ya sabría cómo respira, qué es lo que necesita de mí, qué necesito de ella y qué clase de convivencia habremos tenido. No acabo de controlar a esa gente que con sólo ver a una persona durante una noche, empiezan a salir y ya son Blancanieves y el Príncipe de Bequelar... Entiendo o puedo comprender un flechazo, yo también me he quedado rendido al ver a una chica. Pero eso es un momento, un día, a lo sumo una semana, luego ya has de ver cómo funciona esa persona y si de verdad te conviene. 
En fin, después de semejante parrafada voy a intentar llegar a una conclusión: Creo que siempre seguiré buscando a ese amor fuerte que sentí por una chica, aunque sepa que con ella ya es imposible, todas las siguientes han ido sumando algo mejor a esa primera mujer. De la primera a la última: El cariño de la primera, la complicidad eterna de la segunda, la experiencia que me han dado el resto hasta terminar con la madurez e inteligencia emocional que he conseguido con esta última. 
Gracias.
A Todas.
Y sobre todo a ti, que nunca leerás ésto. 

1 comentario:

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