lunes, 18 de septiembre de 2017

El Blues de la pequeña Gloria

-"Tenemos que sacarnos la foto para el libro de familia."
Chaly leyó el mensaje de Marisa mientras se miraba en el espejo del ascensor de la emisora. Tenía unas ojeras enormes y la noche se le había hecho larguísima.
-"¿Me dará tiempo de darme una ducha en casa antes de ir?
Esperó la contestación pero no llegaba, por lo que supuso que la respuesta sería un NO. Suspiró y se subió al coche.
- Buenos días, son las ocho y diez de la mañana y ya estamos aquí haciéndole el relevo a nuestro compañero Chaly Martín, que ha estado toda la noche con vosotros poniendo buena música y ahora es mi turno. Recordad tener cuidado si vais en el coche, porque hoy el día se ha levantado lluvioso y según el parte metereológico no va a mejorar, la temperatura es de dieciséis fresquitos grados y os voy a dejar con una canción que sé que a mi compañero le gusta, y como él os ha puesto lo que vosotros queríais, ahora le toca a él... Soy Irene López, esto es Onda FM, y os dejo con el clásico de Oasis "Wonderwall"...
Sonrió mientras tamborileaba en el volante el ritmo de la canción. Irene era una distracción dentro del tedioso mundo en el que se había convertido su vida. Desde que había nacido Gloria, Marisa y él habían vuelto a distanciarse. Ella había vuelto a trabajar en el hospital, a turnos cambiantes y él había conseguido el trabajo de sus sueños en la radio, que le tenía todas las noches de lunes a viernes en el estudio, poniendo música, escuchando los problemas de sus oyentes y comentando desde su perspectiva los problemas del país.
Todo era extrañamente parecido y a la vez distinto a aquel whatsapp que los había juntado de nuevo hacía tres años. Volvían a ser una pareja más de amigos que de novios. Si que hacían cosas juntos, sobre todo por la niña, y no tenían discusiones, pero no había pasión, no había esos momentos íntimos entre ellos desde hacía meses. Y a su mente volvían una y otra vez las dudas. Si él necesitaba sexo, ella estaría en la misma situación. Si cada vez él pensaba más en Irene, seguramente Marisa tendría alguien en quién pensar también. Bajó la ventana y dejó que el aire frío de la mañana le despejase. No. Ahora no podían volver a dejarlo. La niña era muy pequeña. Habría que aguantar. O habría que esconderse. Irene salía a las tres de la tarde de la emisora. A esa hora Marisa entraba en el hospital, y una vez hechas las fotos, Gloria estaría hasta bien entrada la tarde en la guardería.
- "Irene, ¿te apetece comer algo conmigo después de currar?






-"¿Me dará tiempo de darme una ducha en casa antes de ir?
Miró el reloj. Las ocho de la mañana. Aún tenía que ducharse ella, duchar a la niña y darle el desayuno, hacer las camas y recoger un poco la cocina. En tres horas tendrían que hacerse la foto, llevar a Gloria a la guardería y ella tendría que ir, como siempre, sola a hacer la compra. Era la misma guerra diaria. Chaly sólo pensaba en él. No recordaba la última vez que había tenido tiempo para ella, para ir a la peluquería, de compras, o para tirarse en bermudas en un sofá y verse el maratón de pelis de Alien contra Depredador sin un "Mami" o un "Cariño, ¿puedes ir tú a los recados? Llevo trabajando toda la noche...". No recordaba la última copa que se había tomado con Tania y las niñas, ni la última vez que se habían puesto al día.
Siempre había pensado que Chaly sería un padre cojonudo, y después de haber vuelto parecía otro: se preocupaba por ella, la llevaba de viaje a sitios que no conocía, le pintaba un porvenir de película.
Por eso había dado el paso de tener a la niña, jugándose incluso su futuro, ya que no había terminado aún Medicina cuando se había quedado embarazada. Por ese paraíso prometido.
Pero las promesas son aire, humo que se desvanece una vez salen por la boca de la gente. Y cuando ella se dio cuenta la niña ya tenía dos años y su novio no pasaba una noche en casa.
Suspiró.
Se metió en la ducha y dejó que el agua caliente relajase su cuerpo contracturado por el cansancio, los nervios y el estrés del trabajo. Esos pocos minutos. En los que la niña todavía dormía, en los que el silencio ocupaba toda la casa y sólo el ruido del agua al caer y sus pensamientos le acompañaban. Esos pocos minutos eran de ella. Los atesoraba como si fuesen de oro.
Y hoy, en esos momentos, una idea se instaló en su cabeza. Necesitaba esa libertad. Necesitaba volver a sentirse deseada. Se miró al espejo. Siempre había sido guapa. Ahora quizá estaba con una ligera barriga que no había logrado quitarse todavía tras el embarazo, pero seguía siendo guapa. Necesitaba algo más que un compañero de piso. ¿Dónde habían quedado la aventura y las risas que habían sido parte de ella durante toda la vida? ¿Dónde esa picaresca? Estaba decidido.
-"Niñas, quedamos esta noche cuando salga de trabajar, y no quiero un no por respuesta, que además tengo algo importante que contaros..."

- ¡Buenos días, nena!- dijo cogiendo a la niña y lanzándola por el aire- ¿Cómo está la reina de la casa?
- ¡Bien, papi! ¡Hoy vamos a hacer las fotos!
- ¡Sí!- la ató en la sillita- ¿Quieres ver Dora, o Peppa Pig?- dijo encendiendo el dvd del asiento del copiloto.
- No, papi, prefiero las tortugas ninja...
A Marisa y a Chaly se les escapó una risa queda. Se notaba que era hija de ambos. Nada de pasteleo. A la niña le gustaba la acción, por lo que su padre le puso lo que pedía y cerró la puerta.
- Buenos días, cariño, ¿has dormido bien?- dijo dándole un pico, mientras ella se terminaba de recoger un moño.
- Bueno, no te creas... Tenemos que hablar...
- ¿Pasa algo?
- Venga, sabes que pasa algo y que esto ya no tiene solución. ¿Cuánto hace que no lo hacemos? ¿Cuánto que ni siquiera discutimos? Ya nos da igual. Lo sabes tú, lo sé yo, lo saben en la familia... Nosotros no hemos sido nunca de numeritos, ¿te parece que nos hagamos la foto, y luego nos separemos? La niña y yo podemos pasar unos días en casa de mi madre hasta que encuentre algo. Y lo de las visitas a Gloria, joder, somos adultos, nos llevamos bien y los dos la queremos, así que eso no creo que sea problema, ¿verdad?- le acarició la cara, y por primera vez en tiempo, su sonrisa reflejaba tranquilidad.
Chaly se quedó de piedra, pero asintió y subió al coche.
Minutos después, estaban los tres enfrente del fotógrafo.
- ¿Una sonrisita a la cámara, por favor?










Gloria estaba desembalando las fotos una de las cajas. Por fin tenía su propio piso. Cuando vio una. Sonrió y no pudo evitar que una pequeña lágrima cayese por su mejilla.
Ella tendría unos tres años, y allí estaba, sonriendo feliz, con su madre con otra sonrisa enorme y su padre con aquella sonrisa de medio lado y esa ceja levantada que tanto le gustaba.

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