Érase una vez una joven reina, de poco más de veinte años, que jamás había podido llevar una vida normal, ya que los problemas la acuciaban. Érase una vez un caballero, que luchaba lo que hiciese falta para ayudarle, pese a saber a ciencia cierta que su corazón pertenecía a otro.
Nuestro gentil caballero viajó y viajó hasta conseguir llegar a la puerta de su castillo, había conseguido la atención de la reina en un par de ocasiones, y prendado, ahora buscaba conseguir de nuevo que sus ojos se posaran en él.
"No me importa esperar aquí todos los días, bajo tu ventana, llueva, queme el sol o truene, sólo permíteme volver a ver esos ojos, reina de la sonrisa rota", gritó el caballero. El rey asomó la cabeza por la ventana de sus aposentos, a lo que el chico, retándolo, continúo gritando, " Preguntadle si quiere volver a sonreír como antes, conmigo, y será amada"
Consiguió burlar a la infantería del castillo cuando estos salieron a callarle, y agazapado en la choza de uno de sus amigos, y secándose el pelo, maldijo su mala suerte.
"Quería decirle que puede llamar a mi puerta, lanzar piedras a mi ventana cuando quisiese, yo la haría sentir hermosa, no me volvería a sentir inseguro con ella a mi lado, puedes apostarlo"
"Pero no todo son arco iris y mariposas, cortejar a la reina conlleva un compromiso que no muchos son capaces de alcanzar", replicó el más veterano de sus ayudantes, mesándose la barba.
"Mi corazón está listo y las puertas de mi castillo siempre estarán abiertas para cuando ella quiera venir", contestó él, mirando de nuevo la ventana en la que la joven reina seguía asomada.
De pronto, el joven cogió una pluma, un trozo de pergamino, e imbuido por una repentina inspiración, se lanzó, febril a escribirle una carta. Esa sería, quizá, su última bala para tratar de convencerla.
"Sé dónde te escondes, sola en tu habitación. Conozco todo lo que te hace ser como eres. Sé que aquel último adiós ya no significa nada. Por favor, vuelve, sabes que nunca dejaré que toques el suelo pese a que caigas" Ató el mensaje a una paloma mensajera, y la soltó en la puerta. "Alea jacta est" pensó mientras veía volar al animal.
Poco después, tras una tensa espera, cuando ya el joven jinete, esperaba rendido casi por el sueño, en el quicio de la ventana, la paloma regresó. Nervioso y expectante buscó el mensaje en su pata, lo desenroscó, y abrió el papel, en el que todo su futuro estaba escrito.
"Por favor, intenta que no sea tan complicado decirnos adiós" había escrito ella, con una bella caligrafía, pero corrida por un par de lágrimas que le habían caído al escribirla, y firmada por la silueta de sus labios.
La noche descargó aún más violentamente su tormenta, mientras el chico notaba como su corazón se iba rompiendo, pieza por pieza.
lunes, 22 de septiembre de 2014
jueves, 18 de septiembre de 2014
El Blues de Marisa
Miércoles:
Sabía que algo no iba bien, pero no se esperaba aquello. De ninguna manera. Entró en casa apretando los dientes. Rabiosa. Sabía que se podía solucionar. Pero él no quería. Para él, todo se había acabado.
- No tenemos la misma pasión, sólo somos dos amigos, y lo sabes igual que yo- le dijo- ¿No crees que sería mejor intentar conocer a otra gente, ver si podemos ser felices?
Ella asintió. Era cierto que ahora su relación era mucho más de confianza, de cariño mutuo que de pasión incontrolada. Pero "joder", pensaba, "que son cinco años, ¿qué coño quiere?"
Se quitó los zapatos en la entrada y empezó a desabrocharse el pantalón y la blusa mientras iba hacia el cuarto de baño. El espejo le devolvió sus ojos llorosos, pero decidió que no, que no sería ese momento el de derrumbarse. Cogió un par de toallitas desmaquillantes y se quitó la sombra de ojos y el poco colorete que acostumbraba a pintarse. Lanzó la ropa a la tina de la lavadora y, en ropa interior entró en la habitación. Levantó la almohada, se puso el pijama, dejó la cama abierta y fue hacia la cocina. Se felicitó a si misma por haber dejado algo de ensalada de la comida. No tenía ningunas ganas de ponerse a cocinar en ese momento. Pilló una cerveza, y con el bol en la mano, se tiró en el sofá de la sala. Nothing Hill en uno de los canales, Love Actually en otro, Pretty Woman ("¿Otra vez?, pensó hastiada mientras seguía zapeando), Sexo en Nueva York...
- Lo último que tengo ganas de ver ahora es esto...- miró la estantería de los DVD´s y escogió Terminator2. Tiros, acción, nada que le hiciese pensar y empezó a comer mientras Edward Furlong se sorprendía al encontrarse con un Schwarzenegger todavía joven.
Aunque no quería, la imagen de Chaly cada poco volvía a su mente. Lo habían pasado muy bien, se habían hecho tatuajes juntos, pensaban que poco o nada los separaría, porque siempre que había un problema no paraban de hablar hasta llegar a una solución. "Se acabó", dijo convenciéndose a si misma, "se acabó y punto. Ahora es sólo un amigo, y así es como debe ser".
Jueves:
Tania la había llamado para tomar un café y ella aceptó prácticamente al momento.
- ¿Cómo estás?
- Perfectamente. Pensé que me iba a costar más, pero qué quieres que te diga, me encuentro perfectamente- dijo con convicción- Chaly quería otra cosa y eso es lo que tiene...- la cara de su amiga daba a entender que no estaba muy convencida de sus palabras- A ver, que sí, que no es plato de buen gusto, pero no puedo quedarme llorando en casa, sabes que no soy así. Tengo 25 años, soy guapa, aunque no esté bien decirlo- dijo guiñando un ojo, con media sonrisa- Si quiero puedo tener a cualquier chico que me apetezca, pero qué cojones, Tania, llevo demasiado tiempo fuera del mercado, ahora quiero disfrutar un poco de la soltería, que me lo tengo bien merecido, ¿no crees?- las dos sonrieron mientras terminaban la cerveza.
Horas después estaba de compras. Siempre la relajaba estar mirando ropa, probándose cosas, aunque al final no comprase nada. En eso sí que era femenina. Sonrió pensándolo. Chaly siempre le decía que le encantaba cómo era. Prefería el fútbol a las telenovelas, no soportaba los programas amarillistas y tenía una gran biblioteca en casa desde siempre. Luego pensó en lo que le había dicho a Tania. No quería preocuparla, era su mejor amiga y sabía que estaría dándole vueltas a cómo podría levantarle el ánimo, pero no le hacía falta. Realmente pensaba eso. Ahora era soltera. E iba a disfrutarlo.
"Eh, rubia, que me acabo de enterar que lo has dejado con Chaly, estás bien?".
Era Ángel, un amigo de ambos, que le acababa de mandar un whatsapp.
"Sí, estoy genial, gracias por preocuparte", contestó.
"Seguro? Mira que tengo una botellita de cacique y cocacola y nos pegamos una fiesta en menos que canta un gallo ;)"
"Jajajaja, nah, no hace falta, estoy bien, ya sabes que él y yo siempre tuvimos las cosas claras... Se acabó? Muy bien, ahora tenemos que ser lo más felices posible el uno sin él otro"
"Joder, qué claro lo tienes rubia... Bueno, ya sabes que si te apetece quedar para tomar algo, o para hablar, o lo que sea, estoy a tu entera disposición ;) jajajaja"
"Muchas gracias :D Si quieres quedamos este finde, que saldré con las niñas, si no tienes planes, vente con nosotras ;)"
"Despedida de casada? Jajajaja"
"Algo parecido ;)"
"Apuntado queda, te llamo el sábado, ok? Y oye, que sepas que aunque sea amigo de Chaly también, me tienes para lo que quieras"
"Lo sé, Ángel, muchas gracias, hablamos, un besiño :**"
Se quedó mirando la foto de perfil de su amigo. Salía apoyado en una columna, con una cerveza en la mano, mirando a alguien y sonriéndole. Era alto, con el pelo cortado en capas, negro, muy negro, lo que aún hacía más espectaculares sus ojos azules. "Está bueno" sonrió mordiéndose el dedo, juguetona, y apagando la luz de la mesilla de noche.
Sábado:
Las chicas no iban a salir. Tania había quedado con Kiko en ir a la boda de uno de sus primos, Sonia no había conseguido canguro para la niña y Ainhoa y Rebeca habían discutido y preferían quedarse en casa intentando solucionarlo.
Se llevó un chasco. Tenía la esperanza de que al menos alguna pudiese salir y ya se había lavado el pelo y preparado la ropa que iba a ponerse. Había comprado unos vaqueros lavados a la piedra negros, y una camisa blanca entallada. Con el top negro que tenía, esa noche quería salir a pasarlo bien, a desestresar de la dura semana que había pasado. Y ahora todo aquello se desmoronaba. Tampoco iba a salir sola.
"Rubia, por dónde andáis?"
Ángel. Esa podía ser su solución. Bien llevado podrían pasarlo genial, más o menos tenían los mismos gustos y, si al final de la noche le apetecía llegar a algo más, estaba segura que él no se iba a negar.
"Pues en casa, que las niñas no salen :( Me han dejado tirada, yo, que ya tenía preparado todo para salir"
Allá iba el anzuelo.
"Oh, pero no seas boba, vente conmigo... Hoy juegan el Madrid y el Dépor, podíamos ir a verlo, jalar una hamburguesa y tomarnos unas birras, así me pones al día, que no me creo que estés tan bien, jajaja"
Anzuelo mordido.
"En serio? No te importa salir solo conmigo?", preguntó haciéndose la interesante.
"Venga Marisa, que nos conocemos... Te paso a buscar o quedamos en algún lado? :p"
Anzuelo mordido, sedal recogido y pescado en la cesta.
"Dame media hora que termino de vestirme y arreglarme y nos vemos en el Central, si llegas antes, pídeme una Vintage, jajajaja ;)"
"Oído cocina, nos vemos en un ratito, pero apúrate que el partido empieza a las 9, eh?"
"Boh, ni que no me conocieras, si yo por ver perder al Madrid soy capaz de bajar hasta sin peinar, jajajaja ;)"
Media hora después, con una puntualidad británica, Marisa entraba en el Central y con la mirada buscaba la mesa en la que su amigo se había colocado. Estaba cerca de la barra pero a una distancia perfecta de la televisión. Y él la miraba extasiado. Sonrió felicitándose a si misma. El primer paso de un posible lío estaba dado.
- ¿Quién sale?
- Cristiano, Bale y Benzemá arriba y Varane y Ramos atrás...- contestó rehaciéndose del impacto de verla.
- Oh, ¿y Pepe?- Ángel se encogió de hombros- y en el Dépor, Postiga, Juanfran y Cuenca... Bueno, ¿sabes que el Madrid va a perder, no?
Durante el partido cenaron, mientras no paraban de tomar cervezas. Marisa llevaba el punto exacto que quería. Estaba lo suficientemente contenta como para dejar que pasase lo que tuviese que pasar, pero no tanto como para no acordarse de nada al día siguiente. Luego, tras pasar por un par de bares, fueron al Karaoke y cantaron varias canciones de Héroes del Silencio y Extremoduro. Ángel había intentado entrarle un par de veces, pero ella, sutilmente lo apartaba, acariciándole la cara y dejándole un par de besos sueltos en la frente o la nariz. "No todavía" pensaba, dándole un buen sorbo a la cerveza que acababa de pedir.
Una hora, o quizá un poco menos, estaban en su portal.
- Buenas noches, Marisa- dijo haciéndole una reverencia, mientras le guiñaba un ojo.
- Anda, ven aquí- lo agarró con la mano izquierda y lo atrajo hacia sí, mientras con la derecha acariciaba su cuello y, con calma, pausa, y sensualidad besaba los labios de su amigo. Fue un buen beso, lento, profundo, un beso que sugería algo más, aunque no lo aseguraba. Tras unos segundos, ella se separó, le tocó la nariz con uno de sus dedos, y dijo- Mañana te llamo, ¿vale?
- Como usted quiera, señorita- le dio un pico, besó su mano y comenzó a alejarse- Buenas noches, Marisa...
- Buenas noches, Ángel...
Subió a casa satisfecha de si misma. Mantenía su magnetismo, su atractivo y su saber llevar los tempos de la relación. Aquella noche durmió a pierna suelta, como hacía días que no lo conseguía.
Domingo:
Eran las cinco de la tarde cuando estaban todas juntas, contándose la semana, como siempre hacían, en el Central.
- Ayer me lié con Ángel- soltó una vez les hubieron servido.
- ¿Con Ángel Segarra? ¿El colega de Chaly?- preguntó Ainhoa.
- Sí...- sonrió con pillería.
- Joder, ¿y qué tal, te lo tiraste?- dijo Rebeca, apoyándose en la mesa, con una extraña curiosidad.
- Jolín hija, qué fina...- contestó- No, no me lo tiré, nos dimos un par de besos y estuvimos toda la noche tonteando... Aunque lo que me pregunto es por qué tienes tanta curiosidad- dijo entre las carcajadas generales.
- Boh, eres idiota... Quería saber hasta qué punto te habías olvidado del imbécil del otro... Por cierto, ¿no es aquel que va por allí?- todas se giraron hacia donde su amiga señalaba.
Sí. Era Chaly. Marisa intentó no mirarle pero algo dentro de ella quería más, quería saber cómo estaba, su cara reflejaba un dolor seco, y, al verlas, empezó a correr hacia el final del parque.
Luego, tras ponerse al día con las chicas, volvió a casa. Había fingido seguir las conversaciones, divirtiéndose, pero desde el momento en el que había visto a su ex, lo único que quería, era saber cómo estaba.
"Te vi ayer y tenía ganas de hablar contigo, podrás quedar hoy? ;)"
Sabía que algo no iba bien, pero no se esperaba aquello. De ninguna manera. Entró en casa apretando los dientes. Rabiosa. Sabía que se podía solucionar. Pero él no quería. Para él, todo se había acabado.
- No tenemos la misma pasión, sólo somos dos amigos, y lo sabes igual que yo- le dijo- ¿No crees que sería mejor intentar conocer a otra gente, ver si podemos ser felices?
Ella asintió. Era cierto que ahora su relación era mucho más de confianza, de cariño mutuo que de pasión incontrolada. Pero "joder", pensaba, "que son cinco años, ¿qué coño quiere?"
Se quitó los zapatos en la entrada y empezó a desabrocharse el pantalón y la blusa mientras iba hacia el cuarto de baño. El espejo le devolvió sus ojos llorosos, pero decidió que no, que no sería ese momento el de derrumbarse. Cogió un par de toallitas desmaquillantes y se quitó la sombra de ojos y el poco colorete que acostumbraba a pintarse. Lanzó la ropa a la tina de la lavadora y, en ropa interior entró en la habitación. Levantó la almohada, se puso el pijama, dejó la cama abierta y fue hacia la cocina. Se felicitó a si misma por haber dejado algo de ensalada de la comida. No tenía ningunas ganas de ponerse a cocinar en ese momento. Pilló una cerveza, y con el bol en la mano, se tiró en el sofá de la sala. Nothing Hill en uno de los canales, Love Actually en otro, Pretty Woman ("¿Otra vez?, pensó hastiada mientras seguía zapeando), Sexo en Nueva York...
- Lo último que tengo ganas de ver ahora es esto...- miró la estantería de los DVD´s y escogió Terminator2. Tiros, acción, nada que le hiciese pensar y empezó a comer mientras Edward Furlong se sorprendía al encontrarse con un Schwarzenegger todavía joven.
Aunque no quería, la imagen de Chaly cada poco volvía a su mente. Lo habían pasado muy bien, se habían hecho tatuajes juntos, pensaban que poco o nada los separaría, porque siempre que había un problema no paraban de hablar hasta llegar a una solución. "Se acabó", dijo convenciéndose a si misma, "se acabó y punto. Ahora es sólo un amigo, y así es como debe ser".
Jueves:
Tania la había llamado para tomar un café y ella aceptó prácticamente al momento.
- ¿Cómo estás?
- Perfectamente. Pensé que me iba a costar más, pero qué quieres que te diga, me encuentro perfectamente- dijo con convicción- Chaly quería otra cosa y eso es lo que tiene...- la cara de su amiga daba a entender que no estaba muy convencida de sus palabras- A ver, que sí, que no es plato de buen gusto, pero no puedo quedarme llorando en casa, sabes que no soy así. Tengo 25 años, soy guapa, aunque no esté bien decirlo- dijo guiñando un ojo, con media sonrisa- Si quiero puedo tener a cualquier chico que me apetezca, pero qué cojones, Tania, llevo demasiado tiempo fuera del mercado, ahora quiero disfrutar un poco de la soltería, que me lo tengo bien merecido, ¿no crees?- las dos sonrieron mientras terminaban la cerveza.
Horas después estaba de compras. Siempre la relajaba estar mirando ropa, probándose cosas, aunque al final no comprase nada. En eso sí que era femenina. Sonrió pensándolo. Chaly siempre le decía que le encantaba cómo era. Prefería el fútbol a las telenovelas, no soportaba los programas amarillistas y tenía una gran biblioteca en casa desde siempre. Luego pensó en lo que le había dicho a Tania. No quería preocuparla, era su mejor amiga y sabía que estaría dándole vueltas a cómo podría levantarle el ánimo, pero no le hacía falta. Realmente pensaba eso. Ahora era soltera. E iba a disfrutarlo.
"Eh, rubia, que me acabo de enterar que lo has dejado con Chaly, estás bien?".
Era Ángel, un amigo de ambos, que le acababa de mandar un whatsapp.
"Sí, estoy genial, gracias por preocuparte", contestó.
"Seguro? Mira que tengo una botellita de cacique y cocacola y nos pegamos una fiesta en menos que canta un gallo ;)"
"Jajajaja, nah, no hace falta, estoy bien, ya sabes que él y yo siempre tuvimos las cosas claras... Se acabó? Muy bien, ahora tenemos que ser lo más felices posible el uno sin él otro"
"Joder, qué claro lo tienes rubia... Bueno, ya sabes que si te apetece quedar para tomar algo, o para hablar, o lo que sea, estoy a tu entera disposición ;) jajajaja"
"Muchas gracias :D Si quieres quedamos este finde, que saldré con las niñas, si no tienes planes, vente con nosotras ;)"
"Despedida de casada? Jajajaja"
"Algo parecido ;)"
"Apuntado queda, te llamo el sábado, ok? Y oye, que sepas que aunque sea amigo de Chaly también, me tienes para lo que quieras"
"Lo sé, Ángel, muchas gracias, hablamos, un besiño :**"
Se quedó mirando la foto de perfil de su amigo. Salía apoyado en una columna, con una cerveza en la mano, mirando a alguien y sonriéndole. Era alto, con el pelo cortado en capas, negro, muy negro, lo que aún hacía más espectaculares sus ojos azules. "Está bueno" sonrió mordiéndose el dedo, juguetona, y apagando la luz de la mesilla de noche.
Sábado:
Las chicas no iban a salir. Tania había quedado con Kiko en ir a la boda de uno de sus primos, Sonia no había conseguido canguro para la niña y Ainhoa y Rebeca habían discutido y preferían quedarse en casa intentando solucionarlo.
Se llevó un chasco. Tenía la esperanza de que al menos alguna pudiese salir y ya se había lavado el pelo y preparado la ropa que iba a ponerse. Había comprado unos vaqueros lavados a la piedra negros, y una camisa blanca entallada. Con el top negro que tenía, esa noche quería salir a pasarlo bien, a desestresar de la dura semana que había pasado. Y ahora todo aquello se desmoronaba. Tampoco iba a salir sola.
"Rubia, por dónde andáis?"
Ángel. Esa podía ser su solución. Bien llevado podrían pasarlo genial, más o menos tenían los mismos gustos y, si al final de la noche le apetecía llegar a algo más, estaba segura que él no se iba a negar.
"Pues en casa, que las niñas no salen :( Me han dejado tirada, yo, que ya tenía preparado todo para salir"
Allá iba el anzuelo.
"Oh, pero no seas boba, vente conmigo... Hoy juegan el Madrid y el Dépor, podíamos ir a verlo, jalar una hamburguesa y tomarnos unas birras, así me pones al día, que no me creo que estés tan bien, jajaja"
Anzuelo mordido.
"En serio? No te importa salir solo conmigo?", preguntó haciéndose la interesante.
"Venga Marisa, que nos conocemos... Te paso a buscar o quedamos en algún lado? :p"
Anzuelo mordido, sedal recogido y pescado en la cesta.
"Dame media hora que termino de vestirme y arreglarme y nos vemos en el Central, si llegas antes, pídeme una Vintage, jajajaja ;)"
"Oído cocina, nos vemos en un ratito, pero apúrate que el partido empieza a las 9, eh?"
"Boh, ni que no me conocieras, si yo por ver perder al Madrid soy capaz de bajar hasta sin peinar, jajajaja ;)"
Media hora después, con una puntualidad británica, Marisa entraba en el Central y con la mirada buscaba la mesa en la que su amigo se había colocado. Estaba cerca de la barra pero a una distancia perfecta de la televisión. Y él la miraba extasiado. Sonrió felicitándose a si misma. El primer paso de un posible lío estaba dado.
- ¿Quién sale?
- Cristiano, Bale y Benzemá arriba y Varane y Ramos atrás...- contestó rehaciéndose del impacto de verla.
- Oh, ¿y Pepe?- Ángel se encogió de hombros- y en el Dépor, Postiga, Juanfran y Cuenca... Bueno, ¿sabes que el Madrid va a perder, no?
Durante el partido cenaron, mientras no paraban de tomar cervezas. Marisa llevaba el punto exacto que quería. Estaba lo suficientemente contenta como para dejar que pasase lo que tuviese que pasar, pero no tanto como para no acordarse de nada al día siguiente. Luego, tras pasar por un par de bares, fueron al Karaoke y cantaron varias canciones de Héroes del Silencio y Extremoduro. Ángel había intentado entrarle un par de veces, pero ella, sutilmente lo apartaba, acariciándole la cara y dejándole un par de besos sueltos en la frente o la nariz. "No todavía" pensaba, dándole un buen sorbo a la cerveza que acababa de pedir.
Una hora, o quizá un poco menos, estaban en su portal.
- Buenas noches, Marisa- dijo haciéndole una reverencia, mientras le guiñaba un ojo.
- Anda, ven aquí- lo agarró con la mano izquierda y lo atrajo hacia sí, mientras con la derecha acariciaba su cuello y, con calma, pausa, y sensualidad besaba los labios de su amigo. Fue un buen beso, lento, profundo, un beso que sugería algo más, aunque no lo aseguraba. Tras unos segundos, ella se separó, le tocó la nariz con uno de sus dedos, y dijo- Mañana te llamo, ¿vale?
- Como usted quiera, señorita- le dio un pico, besó su mano y comenzó a alejarse- Buenas noches, Marisa...
- Buenas noches, Ángel...
Subió a casa satisfecha de si misma. Mantenía su magnetismo, su atractivo y su saber llevar los tempos de la relación. Aquella noche durmió a pierna suelta, como hacía días que no lo conseguía.
Domingo:
Eran las cinco de la tarde cuando estaban todas juntas, contándose la semana, como siempre hacían, en el Central.
- Ayer me lié con Ángel- soltó una vez les hubieron servido.
- ¿Con Ángel Segarra? ¿El colega de Chaly?- preguntó Ainhoa.
- Sí...- sonrió con pillería.
- Joder, ¿y qué tal, te lo tiraste?- dijo Rebeca, apoyándose en la mesa, con una extraña curiosidad.
- Jolín hija, qué fina...- contestó- No, no me lo tiré, nos dimos un par de besos y estuvimos toda la noche tonteando... Aunque lo que me pregunto es por qué tienes tanta curiosidad- dijo entre las carcajadas generales.
- Boh, eres idiota... Quería saber hasta qué punto te habías olvidado del imbécil del otro... Por cierto, ¿no es aquel que va por allí?- todas se giraron hacia donde su amiga señalaba.
Sí. Era Chaly. Marisa intentó no mirarle pero algo dentro de ella quería más, quería saber cómo estaba, su cara reflejaba un dolor seco, y, al verlas, empezó a correr hacia el final del parque.
Luego, tras ponerse al día con las chicas, volvió a casa. Había fingido seguir las conversaciones, divirtiéndose, pero desde el momento en el que había visto a su ex, lo único que quería, era saber cómo estaba.
"Te vi ayer y tenía ganas de hablar contigo, podrás quedar hoy? ;)"
El Blues de Chaly
Se quitó las sábanas de encima con un gesto prácticamente automatizado y se levantó. Entraba un pequeño rayo de luz por la rendija de la ventana. Tenía la boca seca y, como siempre, un eterno dolor de cabeza, una perpetua resaca.
Miró hacia la mesilla de noche. Allí, entre la camiseta arrugada que debía haberse quitado al llegar a casa, estaban la cartera, las llaves, el mechero y un paquete de tabaco arrugado.
Le subió un eructo y lo dejó salir, mientras buscaba, todavía en la penumbra, el pantalón de pijama que siempre se ponía para salir al pasillo. Vivía solo, por lo que no necesitaba vestirse, pero todavía guardaba la costumbre adquirida al vivir con Marisa.
"Marisa".
El nombre acudió de nuevo a su mente como un tsunami de recuerdos. Ayer, sin ir más lejos, la había vuelto a ver. Estaba sentada con dos amigas en una terraza al lado del Parque. Dudó si acercarse o no. Hacía poco que habían roto y, aunque de cara a la galería, guardaban una amistad, la realidad es que él, que había sido el que había dado el paso de terminar con aquella relación, no había sido capaz de levantarse tras esa decisión. Hubo un momento en el que parecía que Marisa le miraba, pero no, sólo tenía la mirada perdida observando sin ver en su dirección.
Subió el volumen de sus cascos, se puso la capucha de la sudarera y corrió hasta entrar en el primer bar que encontró.
Era un bar antiguo. Un "bar de viejo" como se solían llamar a las tabernas en su ciudad.
- Una cerveza, por favor- dijo acodándose en la barra.
El camarero era un hombre de unos sesenta años. Tenía el pelo completamente blanco y la cara curtida por miles de chupitos de licor café, miles de horas de barra y miles de vinos peleones servidos a marineros igual de curtidos que él.
- Toma neniño, unos callos- le sonrió.
Estaba vacío. Sólo aquel hombre y él, en silencio, mientras los Red Hot Chili Peppers cantaban "Otherside" a un volumen bajo en la tele.
- No sé por qué la he dejado- dejó la cerveza vacía tras un largo sorbo, mientras otra era puesta en su lugar sin apenas pasar unos segundos, con la eficacia de los buenos camareros- Era perfecta. Se lo puedo jurar, era perfecta- seguía mirándose las manos, intentando comprender el por qué de sus propias acciones- Y le juro que no estabamos mal, pero ya no era lo mismo, no sé si me entiende.
El viejo camarero lo miraba comprensivo, sin decir una palabra, esperando que soltase todo lo que llevaba dentro.
- Cinco años. Llevamos cinco años juntos. Es, de lejos, la persona con la que más tiempo estuve- acompaño la frase con un gesto del brazo- Ten... Teníamos ese rollo...- las lágrimas se le estaban apiñando en los párpados mientras un nudo se formaba en su garganta. Ahora los Gorillaz cantaban su "Clint Eastwood" con Damon Albarn cantando "Your future is coming on, is coming on" como un mantra que se le clavaba en el cerebro- Podía terminar mis frases, nunca nos íbamos a dormir sin solucionar lo que fuese que nos había molestado del otro. Pero se había convertido en una amistad, no en una relación, y yo no quería estar con una amiga, quería una novia... No sabe lo que me arrepiento.
- Así es la vida, neniño- abrió una botella de licor de café, cogió dos vasos de chupito y los sirvió- A este invito yo. Pero recuerda que todo en esta vida tiene solución, excepto la muerte.
Brindaron. Una. Otra vez. Otra más. Y otra más. Regado todo entre medias por partidas de dados con los parroquianos que iban entrando en el bar. Regado también por los consejos que le iban dando, de los cuales ahora no recordaba ninguno.
Intentó rememorar qué había hecho después de salir de aquel bar. Sabía que se había encontrado con Berto en algún sitio y que, con una mezcla de desinhibición y depresión le había propuesto salir aquella noche, a lo que su amigo había tardado apenas segundos en aceptar.
"Normal, este se lía más que los cascos en un bolsillo", se rió de su propia ocurrencia mientras cogía una botella de agua helada de la nevera y le daba un sonoro y largo trago. "¿Qué más hice?", se preguntó.
Flashes. Era lo único que le venía a la cabeza. Recordaba alguna tirada en una partida de dardos en el bar en el que siempre paraban. Saltar, sudando y cantando a voz en grito el "Eres Tonto" del Canto del Loco en el karaoke. Despedirse de Berto. Estar en casa y mirar el teléfono antes de acostarse.
"Ostia, el teléfono" pensó, "Espero no haber mandado nada ayer".
Corrió de nuevo a su habitación y, rebuscando en el bolsillo del pantalón cogió el móvil, lo desbloqueó y vio que tenía una notificación del whatsapp.
"Por dios, que no le haya puesto nada a Marisa", cruzó los dedos mientras lo abría. Era de Marisa. Pero él no había escrito nada antes. Respiró hondo y leyó:
"Te vi ayer y tenía ganas de hablar contigo, podrás quedar hoy? :)"
Una sonrisa se dibujó amplia y sincera en su cara. Quizá todavía había esperanza.
Miró hacia la mesilla de noche. Allí, entre la camiseta arrugada que debía haberse quitado al llegar a casa, estaban la cartera, las llaves, el mechero y un paquete de tabaco arrugado.
Le subió un eructo y lo dejó salir, mientras buscaba, todavía en la penumbra, el pantalón de pijama que siempre se ponía para salir al pasillo. Vivía solo, por lo que no necesitaba vestirse, pero todavía guardaba la costumbre adquirida al vivir con Marisa.
"Marisa".
El nombre acudió de nuevo a su mente como un tsunami de recuerdos. Ayer, sin ir más lejos, la había vuelto a ver. Estaba sentada con dos amigas en una terraza al lado del Parque. Dudó si acercarse o no. Hacía poco que habían roto y, aunque de cara a la galería, guardaban una amistad, la realidad es que él, que había sido el que había dado el paso de terminar con aquella relación, no había sido capaz de levantarse tras esa decisión. Hubo un momento en el que parecía que Marisa le miraba, pero no, sólo tenía la mirada perdida observando sin ver en su dirección.
Subió el volumen de sus cascos, se puso la capucha de la sudarera y corrió hasta entrar en el primer bar que encontró.
Era un bar antiguo. Un "bar de viejo" como se solían llamar a las tabernas en su ciudad.
- Una cerveza, por favor- dijo acodándose en la barra.
El camarero era un hombre de unos sesenta años. Tenía el pelo completamente blanco y la cara curtida por miles de chupitos de licor café, miles de horas de barra y miles de vinos peleones servidos a marineros igual de curtidos que él.
- Toma neniño, unos callos- le sonrió.
Estaba vacío. Sólo aquel hombre y él, en silencio, mientras los Red Hot Chili Peppers cantaban "Otherside" a un volumen bajo en la tele.
- No sé por qué la he dejado- dejó la cerveza vacía tras un largo sorbo, mientras otra era puesta en su lugar sin apenas pasar unos segundos, con la eficacia de los buenos camareros- Era perfecta. Se lo puedo jurar, era perfecta- seguía mirándose las manos, intentando comprender el por qué de sus propias acciones- Y le juro que no estabamos mal, pero ya no era lo mismo, no sé si me entiende.
El viejo camarero lo miraba comprensivo, sin decir una palabra, esperando que soltase todo lo que llevaba dentro.
- Cinco años. Llevamos cinco años juntos. Es, de lejos, la persona con la que más tiempo estuve- acompaño la frase con un gesto del brazo- Ten... Teníamos ese rollo...- las lágrimas se le estaban apiñando en los párpados mientras un nudo se formaba en su garganta. Ahora los Gorillaz cantaban su "Clint Eastwood" con Damon Albarn cantando "Your future is coming on, is coming on" como un mantra que se le clavaba en el cerebro- Podía terminar mis frases, nunca nos íbamos a dormir sin solucionar lo que fuese que nos había molestado del otro. Pero se había convertido en una amistad, no en una relación, y yo no quería estar con una amiga, quería una novia... No sabe lo que me arrepiento.
- Así es la vida, neniño- abrió una botella de licor de café, cogió dos vasos de chupito y los sirvió- A este invito yo. Pero recuerda que todo en esta vida tiene solución, excepto la muerte.
Brindaron. Una. Otra vez. Otra más. Y otra más. Regado todo entre medias por partidas de dados con los parroquianos que iban entrando en el bar. Regado también por los consejos que le iban dando, de los cuales ahora no recordaba ninguno.
Intentó rememorar qué había hecho después de salir de aquel bar. Sabía que se había encontrado con Berto en algún sitio y que, con una mezcla de desinhibición y depresión le había propuesto salir aquella noche, a lo que su amigo había tardado apenas segundos en aceptar.
"Normal, este se lía más que los cascos en un bolsillo", se rió de su propia ocurrencia mientras cogía una botella de agua helada de la nevera y le daba un sonoro y largo trago. "¿Qué más hice?", se preguntó.
Flashes. Era lo único que le venía a la cabeza. Recordaba alguna tirada en una partida de dardos en el bar en el que siempre paraban. Saltar, sudando y cantando a voz en grito el "Eres Tonto" del Canto del Loco en el karaoke. Despedirse de Berto. Estar en casa y mirar el teléfono antes de acostarse.
"Ostia, el teléfono" pensó, "Espero no haber mandado nada ayer".
Corrió de nuevo a su habitación y, rebuscando en el bolsillo del pantalón cogió el móvil, lo desbloqueó y vio que tenía una notificación del whatsapp.
"Por dios, que no le haya puesto nada a Marisa", cruzó los dedos mientras lo abría. Era de Marisa. Pero él no había escrito nada antes. Respiró hondo y leyó:
"Te vi ayer y tenía ganas de hablar contigo, podrás quedar hoy? :)"
Una sonrisa se dibujó amplia y sincera en su cara. Quizá todavía había esperanza.
miércoles, 10 de septiembre de 2014
My Best Friend´s Wedding
Se sentó en las escaleras, frías, mientras una cantante entonaba una tranquila canción acerca de los polos opuestos. Miró a lo lejos. Suspiró con fuerza y miró el reloj. Las 17:15. Todavía quedaban unos cuarenta y cinco minutos. Pero no quería ir. No ahora. No después de tantos meses. No después de la manera en la que se había enterado de todo. Se merecía algo mejor. Tamborileó con los dedos el pasamanos. Se levantó, subió de nuevo a la casa, y, a punto de meter la llave en la cerradura, decidió volver a bajar. Se sentó de nuevo. Iba a ir. No podía quedarse con la duda.
Cogió el coche, aceleró y encaró la carretera, todavía con dudas sobre lo que iba a hacer. La canción que había escuchado antes, en las escaleras, seguía resonando en la cabeza, pese a que en la radio Enrique Iglesias quería "estar contigo, vivir contigo, pasar contigo, una noche loca". Volvió a suspirar vehementemente. Lo que iba a hacer era una locura.
Llegó, aparcó, salió prácticamente a la carrera, no sin antes echarse un último vistazo y colocarse en el reflejo de la ventana. Estaba enfrente de la puerta. Notó que le empezaba a temblar la mano cuando agarró el pomo y empujó hacia dentro.
Habría unas doscientas personas. Y todas, absolutamente todas, se giraron cuando entró. Pero sólo le importaba una de aquellas que estaban allí. Habría unos veinte metros de distancia entre los dos, pero se veían perfectamente.
Y se miraron a los ojos.
Los de él la miraban preguntándose qué hacía allí.
Los de ella respondían con una súplica de una última oportunidad.
Sonó una frase: "Contigo porque me matas, y ahora sin ti ya no vivo".
Ella sonrió tras escucharla. La misma canción de las escaleras. La misma que había considerado una señal.
Él también sonrió. Hizo un gesto mirando a la chica que, vestida de blanco, tenía al lado, encogiéndose de hombros y diciéndole:
- Lo siento, de veras, pero es ELLA...- mientras se acercaba hacia la puerta.
Ella sonrió y un par de lágrimas le resbalaron por las mejillas. Él la miró y sus ojos reflejaban el lío en el que se estaba metiendo por haberla elegido, pero a la vez su sonrisa divertida le decía que había tomado la decisión plenamente convencido.
Cogió el coche, aceleró y encaró la carretera, todavía con dudas sobre lo que iba a hacer. La canción que había escuchado antes, en las escaleras, seguía resonando en la cabeza, pese a que en la radio Enrique Iglesias quería "estar contigo, vivir contigo, pasar contigo, una noche loca". Volvió a suspirar vehementemente. Lo que iba a hacer era una locura.
Llegó, aparcó, salió prácticamente a la carrera, no sin antes echarse un último vistazo y colocarse en el reflejo de la ventana. Estaba enfrente de la puerta. Notó que le empezaba a temblar la mano cuando agarró el pomo y empujó hacia dentro.
Habría unas doscientas personas. Y todas, absolutamente todas, se giraron cuando entró. Pero sólo le importaba una de aquellas que estaban allí. Habría unos veinte metros de distancia entre los dos, pero se veían perfectamente.
Y se miraron a los ojos.
Los de él la miraban preguntándose qué hacía allí.
Los de ella respondían con una súplica de una última oportunidad.
Sonó una frase: "Contigo porque me matas, y ahora sin ti ya no vivo".
Ella sonrió tras escucharla. La misma canción de las escaleras. La misma que había considerado una señal.
Él también sonrió. Hizo un gesto mirando a la chica que, vestida de blanco, tenía al lado, encogiéndose de hombros y diciéndole:
- Lo siento, de veras, pero es ELLA...- mientras se acercaba hacia la puerta.
Ella sonrió y un par de lágrimas le resbalaron por las mejillas. Él la miró y sus ojos reflejaban el lío en el que se estaba metiendo por haberla elegido, pero a la vez su sonrisa divertida le decía que había tomado la decisión plenamente convencido.
martes, 9 de septiembre de 2014
Diario de un ExRebelde. Cap.1
Soy del año 82 y español, lo cual ya no es empezar bien. De lo que todo el mundo se acuerda de ese año es de un tal "Naranjito", la mascota del Mundial que hicimos aquí (que menos mal que no fue un toro vestido de futbolista) y en el que España ni siquiera pasó de primera ronda. Es decir, empezamos bien.
Luego, tampoco pude disfrutar de la Movida de los 80 porque básicamente era un crío, aunque bailando "Sevilla" del Miguel Bosé, o cantando cualquiera de Hombres G o Mecano me tiré bastantes de esos años...
Pero claro, uno va creciendo y tiene otras inquietudes: Fui creciendo y cogí la época de Nirvana, pero Kurt Cobain murió cuando yo tenía 12 años, por lo que tampoco fue un referente para mi. Me gustaba, pero desde luego no era el estandarte de mi generación. Éramos demasiado jóvenes para el grunge. Y empecé a ver el cine no sólo como entretenimiento si no como una vía en la que se podía plasmar lo que estaba pasando, aún de manera ficcionada: Reality Bites, es del mismo año en el que murió Cobain, así que tampoco pude cogerla como referente.
Tanto la música grunge como el cine más social son rasgos de la Generación X: es decir, los que allá entre el 90-95 tenían unos 20 años, acababan de pasar la adolescencia, (los que la habían aguantado) y ahora tenían que entrar en el mundo adulto. Son la generación posterior a la de mis padres y casi la anterior a la mía. Aún consiguieron tener trabajos más fijos, y estaban bien preparados en cuánto a estudios.
Ahí empezaban a terminarse los 90 y yo a crecer y empezar a ser adolescente. La música que casi todo el mundo escuchaba eran los Backstreet Boys, las Spice Girls, o Alejandro Sanz, lo cual marca una diferencia bastante importante con Pearl Jam, Nirvana o Audioslave. En el cine Titanic arrasaba en el 97, tanto en taquilla como en los Oscars. Y todos la vimos.
Aunque claro, también, aquí en España empezaba a germinar el HipHop, que quizá sería la novedad, el momento que necesitábamos un buen grupo de adolescentes para adoptarla como música de referencia, y se estrenaron tanto Matrix como El Club de la Lucha, dos bombazos del cine, aunque hechos por gente que había crecido a la sombra de la generación X... Estaban asqueados de todo y preveían futuros apocalípticos, (cosa que al final no iba tan descaminada) y tanto a mi como a muchos nos dejó con los ojos como platos. Y de repente, todos nos vimos en el cambio del milenio y con el temido Efecto 2000 a las puertas. Pero eso será contado otro día.
Luego, tampoco pude disfrutar de la Movida de los 80 porque básicamente era un crío, aunque bailando "Sevilla" del Miguel Bosé, o cantando cualquiera de Hombres G o Mecano me tiré bastantes de esos años...
Pero claro, uno va creciendo y tiene otras inquietudes: Fui creciendo y cogí la época de Nirvana, pero Kurt Cobain murió cuando yo tenía 12 años, por lo que tampoco fue un referente para mi. Me gustaba, pero desde luego no era el estandarte de mi generación. Éramos demasiado jóvenes para el grunge. Y empecé a ver el cine no sólo como entretenimiento si no como una vía en la que se podía plasmar lo que estaba pasando, aún de manera ficcionada: Reality Bites, es del mismo año en el que murió Cobain, así que tampoco pude cogerla como referente.
Tanto la música grunge como el cine más social son rasgos de la Generación X: es decir, los que allá entre el 90-95 tenían unos 20 años, acababan de pasar la adolescencia, (los que la habían aguantado) y ahora tenían que entrar en el mundo adulto. Son la generación posterior a la de mis padres y casi la anterior a la mía. Aún consiguieron tener trabajos más fijos, y estaban bien preparados en cuánto a estudios.
Ahí empezaban a terminarse los 90 y yo a crecer y empezar a ser adolescente. La música que casi todo el mundo escuchaba eran los Backstreet Boys, las Spice Girls, o Alejandro Sanz, lo cual marca una diferencia bastante importante con Pearl Jam, Nirvana o Audioslave. En el cine Titanic arrasaba en el 97, tanto en taquilla como en los Oscars. Y todos la vimos.
Aunque claro, también, aquí en España empezaba a germinar el HipHop, que quizá sería la novedad, el momento que necesitábamos un buen grupo de adolescentes para adoptarla como música de referencia, y se estrenaron tanto Matrix como El Club de la Lucha, dos bombazos del cine, aunque hechos por gente que había crecido a la sombra de la generación X... Estaban asqueados de todo y preveían futuros apocalípticos, (cosa que al final no iba tan descaminada) y tanto a mi como a muchos nos dejó con los ojos como platos. Y de repente, todos nos vimos en el cambio del milenio y con el temido Efecto 2000 a las puertas. Pero eso será contado otro día.
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