A veces pienso en ti y siento una punzada en lo más profundo.
Eso son los problemas que surgen cuando no acabas de conocerte a ti mismo.
He perdido los cinco sentidos, aunque a veces tengo el momento de lucidez de un gilipollas.
Ese momento en el que sé que tengo que dejarte a un lado, que vueles sola.
Pero no sé seguir solo, no sé caminar sin tenerte como meta y eso confunde al más pintado.
Y en ese momento, cuando veo que te alejas, es cuando me dejo caer al suelo y ruego que, por fin, me des la puntilla y que sea rápida e indolora.
Tras pasar ese dolor sé que podría volver a estar aliviado, en calma...
Volvería a estar bien, a estar tranquilo, tal y como lo estaba cuando apareciste.
Pero en ese momento es cuando me pregunto por qué no salio bien aquello...
No tengo muy claro qué significa pensar eso a estas alturas,
Y sé que tú tampoco podrías explicármelo,
Pero tengo muy claro que no quiero volver a hacerte daño.
Y por eso, cuando veo que te alejas, me dejo caer al suelo, y ruego que, por fin, me des la puntilla y que sea rápida e indolora...
No hay comentarios:
Publicar un comentario