lunes, 16 de febrero de 2015

Infelices para siempre



"Me encantaría no tener que dormir cada noche solo", pensó mientras pasaba un brazo por la cintura de su esposa.

"Esta sensación de soledad y abandono acabará conmigo" pensó ella, apretando la mano de su marido con fuerza.

Y allí estaban los dos, durmiendo juntos, viviendo separados.

Infelices para siempre.






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