Recuerdo aquellas noches hablando hasta tan tarde que el sol volvía a saludarnos mientras a nosotros nos daba la sensación que no habían pasado ni cinco minutos desde que nos habíamos separado. Cómo no nos decíamos "te quiero" por no gafar, y porque a ninguno de los dos nos gustaba abusar de esa frase sin que fuese real. Cuando lo dijésemos tenía que ser cierto. Aquellos sofás en casa de mi madre, uno al lado del otro, en los que nos buscábamos las manos mientras todo el grupo veíamos la tele, o el tresillo de tu casa en el que me quedaba dormido viendo alguna serie que te gustaba apoyado en tu regazo. Tus ojos azules mirándome cuando me despertabas y esa sonrisa, llena de dientes blancos, aquella sonrisa tan franca, tan mía, tan tuya...
Eran otros tiempos, no nos importaba nada lo que pudiera pasar, y de repente, de un día para otro, todo cambió. Ya no eras tú, te habías convertido, de la noche a la mañana, en todo lo que siempre habías criticado. Me sonreías, pero estaba pintada en tu cara esa sonrisa. Me mirabas con aquellos ojos que me habían dejado seco en cualquier otro momento, pero que ahora eran sólo una pupila negra rodeada de un iris azul...
Yo tampoco era el mismo. Mi instinto de super vivencia, como luego he podido comprobar en otras situaciones, estaba desconectado y aquel golpe, tan poco esperado, hizo que volviera a abrirse los puntos que tenía dentro del alma...
Pero te sigo recordando como aquella mujer, que una vez me quiso mucho y a la que quise como a pocas...
Un poco de aquel chico que fui me encantaría que le pegase una bofetada al que soy ahora y le gritase: "Nené, si sobreviviste a eso,¿ qué coño te quejas ahora? Que en peores plazas hemos toreado, coño..." Y, quizá, que mis dedos vayan prácticamente solos escribiendo esto, es el toque de atención que necesitaba.
Así que a lo mejor no me he escapado tanto de lo que fui, ni me he alejado tanto de lo que quiero llegar a ser...
No hay comentarios:
Publicar un comentario