A veces se sentaba en el sofá y pensaba en el pasado. Estaba bien ahora tal y como estaba, pero a veces, alguna frase, algo que veía en la tele o una canción le recordaba a él.
Se sorprendió preguntándose qué estaría haciendo ahora mismo. Era sábado. Seguramente estaría tomando unas cervezas sentado en una barra, con aquella sonrisa fingida. Aquella sonrisa de la que conocía tan bien por qué estaba pintada en su cara.
Se quitó rápido esos pensamientos mientras se subía la manta y zapeaba buscando algo que ver. Pero él seguía nadando en su cabeza. Echaba de menos lo bien que estaban juntos, aquella complicidad y aquellas risas con apenas dos palabras que conseguían el uno del otro. "Se ha acabado", pensó, "no quiero nada de él, no puede darme nada que ya no tenga", pero seguía echándolo de menos. Cogió el móvil y buscó su número. "Un ¿qué tal estás? no implica nada"
La barra del bar estaba llena de gente y él devolvía sonrisas a todo el que le saludaba, pero no estaba animado. Estaba allí por pura rutina. Era sábado y el plan B que tenía era estar en casa viendo películas malas con unas palomitas extra saladas y una botella de agua.
La cerveza, que era la segunda, estaba lo suficientemente caliente como para que le hiciese pensar en otra cosa. Y allí, de sopetón, entre frases sueltas, alguien pronunció su nombre, o el de alguna mujer que se llamaba como ella y su imagen apareció como si de una foto se tratase.
"No puedo seguir así, ¿a qué cojones viene seguir pensando en ella? Puff, debería pedirme otra cerveza", pegó un sorbo grande e hizo un gesto, con lo que la camarera le puso otra. "Es guapa" pensó, "tiene el pelo corto, cosa que me flipa, pero... no es ella". Seguía echándola de menos. Miró la hora que era, todavía era temprano y quizá estuviese despierta. "Bah, un "¿cómo andas, enanita? no implica nada"
Los dos pensaron lo mismo. Los dos cogieron el móvil. Los dos estuvieron a punto de escribirse. Ninguno lo hizo. Y eso fue mejor para los dos. Seguirían con su vida. Quizás alguno de los dos tuviese una recaída y quisiese volver a saber del otro. Pero estaba claro que todo se había terminado. Se volverían a ver, volverían a sonreírse, volverían a bromear juntos, aunque nada sería igual.
Casi ninguna historia termina con un final feliz.
Casi todas las historias así me gustan.
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