miércoles, 11 de diciembre de 2013

Y de repente ocurre

Y de repente ocurre. Uno se pega un día jodido, de curro, ocupado y de repente alguien le llama. Y ese alguien es quién le creó. Podía decirse que le crió, pero eso sería pasarse. Dejémoslo en que lo creó. 
Y ahí, lo normal es rememorar todo. La primera vez que uno vio a esa persona, como le parecía completamente inaccesible, mientras ella consideraba lo contrario. Que yo era uno más. Cosa que se agradece, todavía, sobremanera. 
Y entonces uno contesta a esa llamada. Y la voz que le habla sonríe. Y a uno no se le ocurre otra cosa que sonreír. Y sabe que esa persona le quiere. Y uno sabe que quiere a esa persona. Y de repente se van a cenar esas dos personas, y hablan de lo de divino y lo humano, y uno sabe que esa noche va a valer la pena. Y sabe que esa noche va a ser guay, y entonces le dice: "Oye, ¿y si nos tomamos algo en mi casa?" sabiendo que eso no va a llevar a nada fuera de lo común. Pero lo dice con más verdad que si se quisiera llevar a alguien al huerto. Y ella accede. Y uno sonríe. Y ella también. Y se van a casa del susodicho.
Y en ese "inpass" en el que están en casa de uno, se lo pasan de "Dios es Cristo" riéndose y pensando en todos los males que han tenido que pasar, tanto el uno como la otra,  pero sin quejarse. Y ella decide que es hora de irse para casa, porque al día siguiente tiene que hacer cosas. Y él sigue sonriendo porque sabe que no es que se aburra, si no que en realidad tiene que levantarse temprano. Y sabe que ella no se irá gratis. Que tendrá que acompañarla, mínimo, a coger un taxi, pero eso no es cansancio, no, y menos si es para ella. Y acompañarla hasta la mitad del camino. Y ver cómo se va. Y esperar su llamada para saber que esa chica está "a salvo" en casa. Y estar en  casa tranquilo, sabiendo que si algún día me vienen mal dadas, siempre tendré un hombro en el que llorar.
Y querer, y querer mucho a la mujer que me creó y la mujer que me creyó (que no es lo mismo).
Te quiero pequeña, y lo sabes, te llamaría hermana, pero los dos sabemos que eres algo más que eso. 
Espero que te guste. 

lunes, 9 de diciembre de 2013

El cuento de la chimenea y el fuego

Hacía frío fuera. Mucho frío. Pero no les importaba. Allí estaban ellos dos. Después de tanto tiempo esperando al fin habían conseguido sacar tiempo para poder estar juntos.
Días antes ella había conseguido el contrato del año para su empresa y él había aterrizado después de un viaje transoceánico y tenía varios días libres.
“Te espero aquí” rezaba la nota que le había dejado pegada en la nevera a  su chico: una foto de una pequeña casa rural en la sierra.
Al entrar había una mesa preparada con y un mantel  con un par de vasos y una cubitera, todavía vacía. Ella sonrió y se quitó el abrigo, apoyándolo en el sofá.
Subió a la habitación y allí oyó el ruido de la ducha. Él ya estaba allí. Salió abrochándose  una camisa lisa, azul oscura, que a ella le encantaba.
-Hola cariño- guiñó el ojo sonriendo.
-Ahora me toca a mí…- dijo dejando caer su blusa, camino de la bañera, y dándole un ligero cachete- Hola querido.
Al salir de la ducha, con un vestido azul de vuelo y el pelo recogido, vio la chimenea encendida, con un pequeño fuego, que apenas iluminaba aquella pequeña pero acogedora sala. Él la esperaba sentado en la alfombra, ofreciéndole uno de los vasos.  Se acercó y se arrodilló en esa alfombra en la que había dos lobos retorciéndose, cogiendo el vaso, mientras lo llenaba hasta la mitad de un tinto, que parecía riquísimo.
Se miraron, sin palabras brindaron, comiéndose con los ojos, mientras él acariciaba con calma su hombro, subió por su cuello y silueteó sus labios, mientras ella reía quedamente.

-“Podría estar aquí todo el tiempo del mundo”- susurró en su oído, besándola luego.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Sólo a Ella

Echó la vista atrás sentado en el portal de su casa, pensando en todo lo que había vivido a su lado. Sabía que no saldría de ésta, así que procuró que los últimos minutos estuviesen aprovechados en recordarla a ella, sólo a ella.

Pensó en cuando la había visto por primera vez, todavía recordaba aquel día...

Ángel bajaba por la calle Magdalena, con frío, bastante frío, era el típico noviembre gallego. Había salido de trabajar una media hora antes, había pasado por casa y ahora iría a tomar algo con sus amigos. Era viernes y todos saldrían. Allí estaban Guille, Esteban y el grupo de las niñas, en la que había un par que no conocía todavía.
Guil- Kelillo...- estiró la mano para chocársela a su amigo.
Áng- Willy...- levantó una ceja- Bano...- la otra subió en ese momento- Señoritas...- hizo una leve reverencia con una mano y se dirigió de nuevo a Guille- Eh, ¿quién está dentro?
Guil- Casi todos, faltáis tú y Simón, pero dijo que o bajaba más tarde o que directamente no bajaba...
Ire- Ángel, ¿vas para adentro, no?- el chico asintió y empezó a andar hacia allá.
Áng- ¿Quieres algo?
Ire- Espera, entro ahora contigo, que voy a pedir una coca...- Irene y otra chica que no conocía le siguieron- Ay, hijo, qué prisa tienes...- Kelo se paró y se giró sonriendo, empezando a andar a cámara lenta, forzando mucho los gestos, hasta que las dos chicas, sorprendidas pero riéndose, le adelantaron- Qué payasiño eres...
Áng- Looooo séeeeee- entraron y se dirigieron a la barra- A ver, ¿qué queréis tomar? Que a esta primera invito yo- miró a las dos chicas mientras cogía una cerveza, que, sin necesidad de decir nada, le había puesto el camarero del bar- Tú, una coca, ¿no, Ire?- "Ajá"- ¿Y tú? Que bueno, no nos han presentado, me llamo Ángel, aunque me llaman Kelo o Kelillo, o Angelito, que es el que menos me mola, así que seguro que es el que eliges, ¿verdad?- guiñó un ojo- Jejeje
Sar- Me llamo Sara- se acercó y le dió dos besos.
Áng- ¿Y qué tomas?
Sar- Pues otra Coca-Cola, pero no hace falta que me invites...
Áng- Tarde, ya me han dado la vuelta... Si eso, cuando quiera otra te la pido y tan amigos...- Luego se sentó en la mesa que daba a una de las ventanas mientras se encendía un pitillo y miraba el fútbol, sentado con el resto.
Intentó concentrarse en el partido, pero le era bastante difícil. La chica nueva, Sara, le había caído bien, tenía unos ojos pequeños pero brillantes y una sonrisa dulce, amén de un cuerpo esbelto y un pelo largo y moreno, cayéndole por los hombros. "No la conozco de nada" pensó "Fijo que tiene novio, lo mejor será que pase de todo..." Volvió a concentrarse en la televisión y pidió otra cerveza.
Serg- ¡Kelo, un futbolacho!- se levantó y cogió los mandos delanteros. Eso le ayudó bastante a tener la cabeza en otro lado durante un rato...
Un par de horas después estaba sentado en la mesa con el resto del grupo cuando de pronto, una pequeña mano pasó por detrás de su hombro poniéndole una cerveza enfrente. Levantó la cabeza y vió la cabeza de Sara, sonriéndole y devolviéndole el guiño que anteriormente él le había dedicado.
Sar- Te la debía- dijo yéndose luego alegremente a la barra con sus amigas.
La vió alejarse embobado, aunque nadie, excepto uno de sus amigos, se dio cuenta de aquello.
Aquella noche, ni Irene, ni Sara, ni sus amigas salieron por la noche, pero el chico y el resto del grupo sí que se quedaron en el bar. Serían más o menos las 4 de la mañana cuando Ángel volvía a casa. Entró, fue a su habitación y se sentó en la cama, intentando poner en orden sus pensamientos. "Tengo que quitármela de la cabeza..."

Y así fue, eso sólo había sido el primer día en el que la había conocido. Luego pasarían unos meses hasta que pudiera volverla a ver. Se palpó el costado; la herida era más grande de lo que pensaba y no paraba de sangrar, tanteó los bolsillos en busca del móvil, pero estaba lejos, y ya no tenía fuerzas para llegar a el. Reposó la cabeza en la puerta, respiró hondo e intentó seguir con el relato de lo que había pasado...

Quizás unos 6 meses habían pasado desde aquel primer encuentro cuando se produjo el segundo. Ninguna de las chicas estaba ya unida al grupo pero Ángel se seguía llevando bien con ellas, y, de cuándo en cuándo, se llamaban para tomar algo y comentarse novedades. Era verano, finales de agosto, principios de septiembre cuando habían quedado. Estaban Irene, Noelia, Amalia y Marga.
Áng- ¿Qué tal niñas, cómo os va?- dijo levantándose a saludar mientras el resto iban cogiendo sillas y haciéndoles sitio.
Ire- Bueno, va bien, ¿tú qué tal?
Áng- Genial, alguna movidilla que otra en casa, pero como siempre, sobreviviré a ésta... Oye ¿Y qué es del resto de vuestro grupito, Macarena, Sarita, Cris...?
Noel- Pues a ver... Maca está castigada por las notas, Sarita con el novio, aunque dijo que a lo mejor bajaba, y Cris llega a las 22.00...
El chico tuvo un conflicto de ideas al oír aquello, "a lo mejor baja" y "con el novio". Su cerebro se peleaba con su corazón por ver quién llevaba la voz cantante, aunque en ese momento fue el primero el que ganó. Era mejor que tuviese novio. Así podría olvidarla pronto...
Entre cubata y cubata apareció Sara. Su novio era un viejo conocido de Ángel, Félix. Habían bajado hacía unos años con unos colegas comunes. No eran lo que el mundo entendería por amigos, pero no se llevaban mal.
Áng- Sarita, cúanto tiempo....- se acercó y le dio dos besos, guiñándole el ojo, a lo que ella respondió con una sonrisa cómplice- Félix, ¿cómo estás? dijo saludando al chico- A ti si que hacía bien de años que no te veía. ¿Todo bien?
Fél- Pues si, por ahora sí, aunque no tengo trabajo...- señaló el coche- Tengo esa preciosidad...
Áng- ¿A eso le llamas preciosidad? Boh...- agarró de la cintura a la chica- Ella si que es una preciosidad...
Todo el grupo estalló en carcajadas, mientras Sara agradecía el cumplido y Félix y Ángel se saludaban deportivamente.
Minutos después algunos de los chicos del grupo fueron a jugar a los dardos, Kelo no tenía ganas, así que se sentó en la barra para ver cómo jugaban los demás... Sara se acercó, se pidió una coca-cola y se sentó sin decir nada a mirar la partida. El chico dudó, pero aquellos ojos brillantes y aquella sonrisa permanente ya no estaban, por lo que decidió arriesgarse a preguntar.
Áng- Hey peque- le acarició el codo y la miró a los ojos- ¿cómo estás?
Sar- Bien...- pintó una sonrisa que resultó del todo falsa, aquella sonrisa no definía para nada lo que esa chica sentía.
Áng- Y si quieres me lo creo... ¿Te apetece que salgamos, fumamos un pitillo y hablamos?
El sí de la niña fue prácticamente inmediato, agradeció el gesto con una sonrisa y empezó a caminar hacia fuera. El chico sopesó un momento las consecuencias que tendría aquello. Convertir a Sara en amiga podría ser bueno, sería una de las opciones, ahora que tenía novio, pero pasar tiempo con ella no sabía si le haría bien a su mente. Aún así salió. Se apoyaron en una pared, le pasó un pitillo, ella lo encendió y se quedaron unos segundos en silencio.
Sar- No estoy bien con Félix...
Áng- ¿Qué pasó?
Sar- No sé... No me trata bien, ¿sabes? Me siento ninguneada, no me valora lo suficiente, yo le quiero, pero no sé...
Áng- ¿Cuánto lleváis...?
Sar- 6 meses...
Áng- Ha sido así desde el primer día, ¿no?
Sar- No... Al principio estábamos muy bien, pero de un tiempo a esta parte no me considera para nada... Estamos juntos sí, en mi casa, o dando una vuelta en el coche, pero no hablamos, ni nada...
Áng- Veo una solución fácil... Déjalo...
Sar- Ya... Es lo que debería hacer, pero no es tan fácil...
Áng- ¿Por qué no? Yo lo veo simplísimo- la imitó- "¡Mira Félix, ven aquí! ¿Sabes una cosa? Que lo dejamos, ahí te quedas..." Jejejeje...
Sar- No es tan fácil, Ángel, ¿qué hago yo sin él, sabes cuánto hace que no veía a las niñas?
Áng- Oye, que los demás también existimos, si no quieres estar con él, puedes llamarme a mi, o a cualquiera de los niños... Sabes que todos estaríamos encantadísimos de que vinieses con nosotros, ¿por qué no te lo piensas? Tú con calma te planteas los pros y los contras y hablamos, si quieres...- tiró el pitillo.
Sar- Gracias...- le dio un beso en la mejilla.
Áng- No hace falta, no suelo aceptar las gracias de la gente a la que quiero...- la chica sonrió.

Pensó en esa frase, cuánto tiempo hacía que la había dicho y que quizá, justo aquel momento, cuando le dijo aquello y vio la sonrisa en su cara, fue cuando se enamoró del todo de ella...
Intentó levantarse, aún tenía algo de fuerza. Sus rodillas consiguieron impulsarlo hacia arriba y consiguió dar un par de pasos. Tenía que llegar al teléfono, intentar llamar a una ambulancia sólo por poder seguir viéndola, aunque fuese un día más...

Pasaron unos dos meses. Hablaban por las noches por internet. Sara le contaba cosas de su día a día, problemas que le iban sucediendo, preguntándole cómo podría afrontarlos y Ángel procuraba ayudarla, le daba consejos, la hacía reír, intentaba que por un momento, su vida fuese lo más amena posible. Quería a aquella chica, pero ella, a su vez, quería seguir con su novio, le seguía dando oportunidades, intentando cambiarlo. Félix tenía momentos muy buenos con ella, y se veía, o al menos eso pensaba el chico, que también estaba colado por Sara. Caminaba por un terreno algo pantanoso: No era muy bueno para nadie que se metiese en una relación, pero esto era algo superior a él. Lo que empezaba a sentir por ella era muy difícil de controlar, pero al menos no la veía todos los días...
Todo hasta aquel día. 22 de diciembre. Una cerveza y Sergio, Alberto y él jugaban a las cartas, mientras el resto conversaban. Fuera llovía, a cántaros, cuando de pronto, como salidos de la nada, Sara y Félix aparecieron en el bar.
Sar- Sabía que estaríais aquí- miró para Sergio y Ángel, aunque conocía a todo el resto también- ¿cómo estáis?
Sergio se levantó, le dio un gran abrazo, girándola en el aire.
Serg- ¡Qué ganas tenía de verte!- tras dejarla en el suelo, saludó a su chico, que esperaba detrás- ¿Cómo estamos, compañero?
Sara miró a Ángel, que seguía sentado en su silla, con media sonrisa, y aprobando su decisión de haber vuelto con los ojos.
Para él fue como si ya nadie más estuviese en aquella cafetería, sólo ellos dos, lo demás no existía; por eso se sorpendió tanto cuando oyó la voz de Félix, saludándolo.
Fél- ¿Qué tal, tío?
Áng- Eh, eh, eh... Hola, ¿cómo te va?- intentó recomponer la voz rápidamente.
Fél- Muy bien, muy bien, aunque tú estás un poco ido...
Áng- Ya...- señaló la cerveza- Me está sentando hasta mal...
Sara se acercó, cogió una silla y se sentó a su lado, agarrándole la mano, mientras le daba dos besos.
Áng- ¿Cómo estás?
Sar- Muy bien, tenía ganas de veros a todos y le dije a éste de venir, y me dijo que guay, así que, aquí estamos...- abrió los brazos y sonrió divertida. El día pasó entre corrillos comentando las últimas novedades del grupo, escobas, cinquillos y planes para la Noche Buena y el Fin de Año. Luego, a la hora de irse, la chica se llevó a un aparte a Ángel y le dio un abrazo- Hablamos luego, ¿vale? Te quiero...
Áng- Y yo peque, hablamos cuando quieras...- agarró su mano y sólo la soltó cuando ella ya se estaba alejando.
Volvió a entrar en la cafetería, cogió sus cosas, se puso música en el Mp3 y se fue a casa.
Serg- ¿Piras ya, tío?- el chico asintió, despidiéndose- Bueno, mañana a las 16 estaremos por aquí...
Áng- Aquí estaré- dijo levantando dos dedos y saliendo de la cafetería.
Caminaba por la calle pensando en Sara, ahora se la veía muy bien con su chico, aunque seguían teniendo complicidad. Egoístamente, le encantaba que saliera con ellos en Fin de Año, siempre era una noche especial, y él tenía muchas ganas de pasarla con todos sus amigos, pero sobre todo con ella. Empezar el nuevo año cerca sabía que le haría feliz... Pero todo eso eran vueltas que le daba a la cabeza, no podía ser y él no podía forzar nada.
Abrió el portal de su casa, subió las escaleras de dos en dos, rápidamente, y entró. Encendió el horno, metió una pizza, se quitó la camiseta y recogió un poco la habitación. Por un fugaz momento, se imaginó a los dos, peléandose con la almohada, cenando, disfrutando de una vida juntos. "Vale, ya está, basta de pajas mentales" pensó. Se sentó en la sala, cogió la cena y encendió el ordenador.
Sarita dice:
Hola!!!
Kelillo dice:
Hey, llegaste hace mucho a casa?
Sarita dice:
Noo
Unos diez minutos, y he puesto a calentar la cena...
Kelillo dice:
Jajajajaja, igual que yo...
pero lo mío ya está listo, estoy cenando...
oye, y ese puntazo de aparecerte hoy?
Sarita dice:
Ya te dije que me pasaría un pelín más a menudo
Qué pasa?
No querías que fuese?
Kelillo dice:
No sabes la ilusión que me hizo...
cómo no voy a querer que estés cerca? ; )
jejejejejeje
Sarita dice:
Crees que quedarán entradas para fin de año?
Kelillo dice:
Malo será, pero si queréis ir vosotros, yo os dejo mi entrada
me voy a coruña con Carlos
y así sólo tenéis que conseguir una...
Sarita dice:
Nooo
Quiero que bajemos todos juntos...
Kelillo dice:
Genial...
la verdad es que no me apetecía mucho ir a coruña
aparte que yo lo que quiero es verte el dia 31
tienes vestido?
Sarita dice:
Mañana voy con Félix a odeón a comprar uno
Quieres venir?
Kelillo dice:
Contigo y con él?
eso es un poco raro no?
Sarita dice:
Boh, no seas tonto
A mi me apetece que me ayudes a elegirlo
Kelillo dice:
Como quieras...
si quieres voy con vosotros...
pero me sigue pareciendo extraño
Sarita dice:
Es que no quiero estar sola con él...
Kelillo dice:
Pasó algo?
Sarita dice:
Nooo
Pero no estoy cómoda con él...
Y tengo ganas de estar con más gente...
Si vienes con nosotros, luego tendremos que dejarte en el Córner, jejeje
Kelillo dice:
Yo ya te dije lo que pensaba
pero claro que iré
a su entera disposición, señorita xD
Sarita dice:
Genial
Mañana te llamo a las 4
Te quiero...
Kelillo dice:
Yo también te quiero, pequeñaja...

Al día siguiente Sara no le llamó a las 16:00. Así que salió de casa y fue al bareto. Allí estaban Sergio, Alberto, Julián, Topo, Juanito, Diana, Andrea, Trick, Guille y Esteban.
Guil- Kelo- estiró el brazo para acercarle una cerveza.
Áng- Willy- cogió la cerveza e hizo una reverencia, mientras se sentaba a su lado.
Guil- ¿Cómo va?
Áng- Va bien... Estoy cansado, pero bien, ¿hoy qué vamos a hacer?
Guil- Pues salir digo yo...- le dieron un sorbo a la vez a la cerveza mientras miraban al fondo del bar, en el que los demás jugaban al póker y hablaban.
Chino y Gonzo llegaron y saludaron, sentándose en la barra.
Guil- Oye Kelo, que me dijeron que ayer te habías pirado cuando Sara y el novio se fueron... ¿Y eso?
Áng- Nada tío... Llevaba toda la tarde aquí metido y no tenía ganas de pasarme dos horas más haciendo el chorra y gastando la pasta, que cuesta ganarla, jejejejeje
Guil- Ah, vale, vale, sólo te lo digo porque a todos les pareció raro, nada más...
Áng- Bah, no hay fallo, estoy aquí y aquí voy a seguir... ¿Otras dos?- Guille asintió.
Se levantó y fue a la barra, Sergio le saludó desde lejos, a lo que Ángel respondió señalando la cerveza, a lo que su amigo asintió.
Áng- Una para mí, otra para Guille y le pones otra a Sergio, ¿ok?- Riki, el camarero, asintió, cogiendo los 10 euros y yendo a por lo que le había pedido- Y entonces...- en su cabeza flotaba una idea- ¿Quién dices que se extrañó?- preguntó al volver a sentarse con su amigo.
Guil- Pues todos, tío... Alber, Sergio, las niñas...- Ángel meneó la cabeza en señal de aprobación y dio un largo sorbo a la birra.
Luego estuvieron jugando al billar, al futbolín, a los dardos... Pasando el tiempo...
21:30. En menos de una hora bajarían al 24 horas a comprar las cosas para ir al mercado a beber por la noche.
Serg- Kelo, ¿pones para el botellón, no?- Ángel sacó un billete de 5 y se lo pasó sin decir nada- ¿Quieres algo en especial?- negó con la cabeza- Ok, vamos Bano y yo, luego venimos, tomamos la última y vamos para abajo, ¿vale?- el chico levantó el pulgar de la mano izquierda sin decir nada, pero con una sonrisa en la boca, mientras que con la derecha le hacía el gesto a Ricardo de que le pusiera otra.
Rik- Oye Kelillo, ¿qué coño te pasa?- no era un tío de muchas palabras, era más observador que otra cosa.
Áng- ¿A qué te refieres?
Rik- Estás distinto, tío, aún no sé lo que es, pero estás distinto...- Riki y él se conocían desde hacía muchísimos años y eran muy buenos amigos, así que si el comentario venía de él, debería, al menos, escucharlo.
Áng- No pasa nada, estoy bien... Pero ya sabes que a mi me gustan las cosas cortitas y al pie...
Ricardo no dijo nada más y siguió atendiendo mientras él salía del bar, botellín en mano, a fumarse un pitillo.
"Éste se está celando de mi..." pensó acerca de Sergio "¿Pero por qué no entiende que no es ni para mí ni para él?" Terminó el pitillo y se sentó en las escaleras del bar, tranquilo, pensando en todo. Cogió el móvil, fue a la agenda y buscó el número de Sara. Se quedó mirándolo unos segundos, sopesando, planteándose los pros y los contras de lo que quería decirle a aquella chica... Luego cerró el móvil y volvió a entrar.
Áng- ¡Eh niños! ¿Un futbolacho antes de irnos?

Llegó a las 5 de la mañana a casa, algo cargado y decidió no mirar el ordenador. Se tiró en la cama vestido e intentó quedarse dormido, pero no fue capaz, le seguía dando vueltas a todo... Un par de horas después se durmió.
Al día siguiente, al despertarse, lo primero que hizo fue ducharse y espabilar. Había tomado una decisión. Pasase lo que pasase, iba a intentar conseguir a esa chica, sin pasar por encima de su novio, pero haciéndole entender que ella iba a ser lo más importante para él en lo que le quedase de vida. Sería su mejor amigo, su confidente, su bufón, lo que ella quisiese...

Lo que ella quisiese... Y eso fue, lo que en cierto modo, ella quiso que fueran. Pero había valido la pena, todos esos momentos junto a ella eran lo que le motivaba ahora para intentar seguir. De rodillas, se fue acercando poco a poco, dejando un reguero de sangre a su camino...

Dos meses después ya eran dos más de la pandilla, tanto Félix como Sara, aunque ese hecho hacía que ella se distanciase más de su novio. Tanto Sergio como Ángel se pasaban todo el día con ella, aunque con diferentes estrategias. Los dos sabían que ella quería libertad, y estaban dispuestos a proporcionársela: Sergio era más lanzado, coqueteando y jugando con la chica, pero hasta un punto lógico, no iba a dar un paso hasta que ella se lo permitiese, y Ángel algo más tranquilo, comprendiendo su forma de actuar, aconsejándola y haciendo que se lo pasase bien, sin olvidar tontear con ella, también hasta el límite que ella decidiese. Sara estaba bastante tiempo con Kelo, hablando, sonriendo, cogiendo mucha confianza con él, hasta el punto de empezar a darse picos y besos en el cuello como saludo y juegos... Félix no decía nada, pero eso era porque, a espaldas de todos, había empezado a coger confianza con una de las niñas del grupo: Lorena.
Todo se precipitó en apenas unos días.
Sarita dice:
Kelo, puedes venir a buscarme a casa hoy?
Kelillo dice:
Claro, ¿qué pasa, Félix no tiene el coche?
Sarita dice:
Sí que lo tiene, pero baja más tarde y no quiero esperar por él...
Kelillo dice:
Pasó algo? O_o
Sarita dice:
No me gusta un pelo el juego que se trae con la Lorena esta...
Me pone de los nervios...
Kelillo dice:
Bueno, tranquila, a qué hora quieres que pase a buscarte?
Sarita dice:
En cuanto puedas, me agobio aquí...
Kelillo dice:
Salgo pá allí ya...
nos vemos
te quiero...
Sarita dice:
Te quiero

Se puso una camiseta a toda prisa, una chaqueta, cogió las llaves, el móvil, se puso música y prácticamente saltó escaleras abajo. Sara le necesitaba en ese momento, y lo iba a tener. Cruzó las casas baratas y corrió hacia Ultramar. En apenas 10 minutos estaba en casa de la chica, esperándola abajo.
Ella ya estaba allí. Cuando apenas estaban a un metro Ángel no sabía si abrazarla, darle dos besos, o sentarse a hablar con ella, sus ojos brillaban, quizás con ganas de llorar, pero no hizo falta que decidiese nada, ella se echó en sus brazos y sollozó un poco.
Áng- Eh, eh, eh... ¿Qué pasó?
Sar- Ayer discutimos por la noche, me montó una alucinante... Dice que no le respeto por estar con vosotros... No entiende que sois mis amigos...
Áng- No pasa nada, pequeña, no pasa nada... Ya está, este tío se acabó para ti, y listo... Sabes que no te vamos a dejar sola, nadie te va a abandonar, te di mi palabra de que iba a estar contigo siempre, y no suelo fallar a mi palabra en estos casos... Aparte que también está Sergio, y las niñas, todos te queremos...
Sar- Es que para colmo, no sé que se trae con la niña esa...
Áng- Tranquila, eso es lo que menos te tiene que importar ahora... Tú eres la que tiene que ser feliz, pequeña... ¿Quieres que demos una vuelta antes de subir al Córner?- la chica asintió- Pues vamos...
Le agarró la mano y caminaron sin rumbo y en silencio durante un rato. Por la cabeza de él bullían miles de ideas, pero tenía que esperar, al menos hasta que ella le diese pie a hacer algo. Estuvo haciéndole bromas para que la risa que tanto le gustaba volviese a aflorar en la cara de la niña, hasta que una hora y pico después, que llegaron al bar.
Allí estaban Félix y Lorena. Sara nada más verlos, se mordió el labio inferior y le hizo una seña al chico para que saliera, al tiempo que Ángel entraba, parando a Sergio.
Áng- Ésta no es nuestra guerra, déjalos que hablen, estamos atentos por si pasa algo, pero no podemos meternos en eso- Lorena intentó salir- Eso también va por ti, Lore- la congeló con la mirada, y la chica decidió que lo más prudente era darse la vuelta y volver a sentarse en dónde estaba.
Sergio lo apartó a su vez a un rincón, tenía que hablar con él.
Serg- Voy a ir a saco a por ella...
Áng- Ella decide, pero yo también la quiero, y voy a jugar todas las cartas que tengo...
Serg- ¿Eso es una amenaza?
Áng- No, sólo te digo que la quiero y voy a hacer lo que sea por ella... Pero bueno, estamos vendiendo la piel del oso antes de cazarlo, quizá no lo dejen...
Los dos sonrieron. Nadie se creía que aquello no terminase en una ruptura.
Los dos chicos estaban en el medio del bar, cada uno con una cerveza con los ojos clavados en dónde la chica y su pareja discutían. Dentro sonaba música y la gente seguía con su vida normal, ajenos a lo que afuera estaba pasando, quizá no ajenos del todo, pero si obviando el meterse. Unos diez minutos después Sara cruzaba la calle llorando mientras Félix entraba a buscar a Lorena. Sergio y Ángel, completamente sincronizados, dejaron la cerveza en la barra y salieron corriendo de allí, en unos segundos estaban los dos con ella. Ángel le agarró la mano, acariciándola, intentando que soltara toda la rabia, que tenía dentro.
Serg- ¿Pero por qué lloras por ese gilipollas? No puede darte pena, será que no hay más peces en el río- se señaló.
Áng- No es pena, es rabia... Rabia por haberlo aguantado tanto tiempo, ¿verdad?
Sar- Exacto, es eso...- intentó golpear la pared con un puñetazo, pero entre los dos chicos consiguieron frenarla- Vale, vale...- se enjugó las lágrimas- ¿Y ahora...?
Sergio iba a contestar, pero el otro chico se le adelantó.
Áng- Ahora nos vamos a tomar todos algo, ya verás qué bien nos va a sentar...
Entraron en la cafetería y estuvieron horas distrayéndola, haciéndola reír, jugando con ella, procurando que olvidara todo lo que había pasado... A las 12 de la noche, Sara los miró sonriendo.
Sar- Gracias chicos, ésto ha sido mucho más fácil gracias a vosotros...- Ángel hizo una reverencia y le guiñó el ojo, en lo que ya era un gesto secreto y mítico entre ellos.
Serg- Pues días como estos, a partir de ahora, van a ser todos...
Áng- Bueno gente, yo sintiéndolo mucho, sobre todo por usted, señorita- volvió a guiñarle el ojo- pero me retiro a mis santos aposentos...
Sar- Espera, me voy contigo...- la cara de Sergio era un poema, Ángel se la había jugado, no con malas artes, pero se la había jugado- Bueno, Sergio, muchas gracias por todo, te quiero muchísimo...- le abrazó y le dió dos besos, mientras Ángel esperaba ya en la puerta.
Caminaban despacio, con las manos entrelazadas, en silencio, de vez en cuando él la miraba y sonreía. Todo le llevaba a intentarlo esa noche, meses y meses de perseveración, horas y horas hablando, días y días de tonteo y ganas de que aquello llegase a buen término. En el portal de la chica, se quedaron uno enfrente del otro y él la agarró por la cintura.
Áng- Bueno peque...- ella pasó sus manos por el cuello del chico- Ya sabes que te qui...
Lo calló con un beso, fue un beso dulce, tranquilo, pausado, los labios de él se encontraron con los de ella y suavemente se dejó llevar, notaba la mano de Sara jugando con su pelo mientras él acariciaba su cintura con las yemas de los dedos...
Sar- Tengo que subir ya...- se separó lentamente, sonriendo y agarrándole la cara- ¿Nos vemos mañana?- le dió un rápido beso.
Áng- Por supuesto, princesa...- le costó separarse de ella, pero al fin la había conseguido- Te quiero...
Sar- Te quiero...- dijo ya desde el portal.
El chico empezó a andar hacia su casa pensando en que por fin las cosas le salían bien, tenía suerte y empezaba con la que quizá fuese la mujer de su vida, todo al fin le sonreía...
En eso pensaba cuando estaba llegando a casa. Sacó las llaves cuando, de pronto, notó que alguien llegaba por detrás de él. Miró en el reflejo de la puerta y vió el rostro de Félix, que justo cuando se daba la vuelta para hablar con él, le clavaba una puñalada entre las costillas flotantes.
Fél- Nadie se lleva a mi novia... Nadie...- susurró a su oído mientras guardaba el puñal y con toda tranquilidad se metía en su coche y se marchaba.

Intentó estirar el brazo, pero las fuerzas no le llegaban. No quería acabar así, todavía era demasiado joven para morir. No había disfrutado lo suficiente de la vida, y sobre todo, no había estado lo necesario con ella. Pero ya era tarde, se dejó caer, rendido, mirando al cielo, y con dos lágrimas resbalándole por las mejillas.

Un año y medio después, Sara era una chica feliz, había encontrado al fin a un chico que la quería y la respetaba e iba a ser madre. Iba con Andrés a hacerse una ecografía. En teoría, ese día sabrían si sería niño o niña lo que ella esperaba. Tras unos minutos de espera, la ginecóloga le sonrió diciéndole que era un niño.
Dra- ¿Tenéis pensado algún nombre ya?
Sar- Sí- dijo ella- Se va a llamar Ángel...

sábado, 23 de noviembre de 2013

Dejá Vú

Fueron apenas dos segundos. Yo me acodé en la barra de nuestro bar, pedí una pinta y le dí un sorbo. Ella estaba apenas a dos sillas de distancia, pero había varias personas entre nosotros. sé que me vió entrar, aunque diga lo contrario. En mi caso, la ví desde la calle, estuve a un tris de darme media vuelta y volver por dónde había venido, pero algo me dijo que me quedara, quizá que me hubiese puesto la muñequera que ella me había regalado al poco de conocernos, pero me quedé. Y de repente, ocurrió. Me miró entre la gente y yo la miré. Y ví lo que llevaba meses esperando. Su sonrisa. Esa sonrisa arrebatadora por la que, en un momento de mi vida hubiera cruzado el país entero. Y era para mí. Salí a fumarme un pitillo, sin decir nada, pensando en ella, como si fuera lo único que hubiese en el mundo, de hecho, a mi parecer, no había nadie más en un bar petado de gente. No estaban ni mis colegas, ni la camarera bombón que ahora tienen, ni el dueño, ni su novio. No había nadie más. Estábamos solos ella y yo separados por unos metros. Apagué el cigarro y entré. Pasé por su lado, puse mi mano en su espalda y sólo dije dos palabras: "Estás preciosa", la volví a ver sonreír y en mi fuero interno me felicité. Luego estuvimos hablando un rato, pero lo importante no fue lo que hablásemos, si no ese detalle, esa sonrisa franca, esa mirada en la que yo leí un "Cuánto tiempo"...
Pero eso tampoco me puede hacer dar una vuelta a todo lo que he conseguido hasta ahora. Sé lo que ella es capaz de conseguir de mí, tanto para bien como para mal. Al igual que puede conseguir que saque lo mejor de mi, también es capaz de dejarme en la más absoluta de las miserias con sólo dejar de hablarme. He conseguido caminar sin ella, he visto el mundo que hay más allá, y me gusta. No puedo volver a lo de antes. 
Pero sé que esto va a marcar un nuevo punto de inflexión. Creo que a partir de ahora aprenderé a compaginar todo, mis ganas de verla, mi nueva vida...
Eso sí, teniendo claro que no puedo permitirme el lujo de repetir ese dejá vú otra vez.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Compañeros de Piso Pt II

Aparqué el coche lo suficientemente lejos de casa para tener que correr y mojarme antes de entrar en el portal. 
Casi las 22:00 de la noche. 
Lloviendo, poco, lluvia fina, pero que moja lo mismo que si cayeran chuzos de punta.
Cogí las llaves y procuré subir lo más rápido posible. 
Tenía frío, los pies encharcados y el pelo por la cara. 
Abrí la puerta y allí estaba Sergio, sentado en el sofá de la salita mientras veía la tele. “La chica del tatuaje del dragón”, la versión americana de la trilogía de Stieg Larsson. Me extrañó. Sergio no tenía pinta de ver blockbusters pero ahí estaba.

-Buenas noches, ¿qué has hecho de cena?

-Buenas Karlos, espero que te mole el puré de patatas y las albóndigas, fue lo que hice por la tarde. Están en la nevera. ¿Me pillas una cerveza ya que vas? Y cógete otra, que tengo ganas de hablar contigo.

Decidí que era mejor hacerle caso, pero tendría que esperar un rato. Tanto el pijama como la cena iban delante de mi nuevo compañero.
Diez minutos después estaba ya en la sala, con la cena caliente y una cerveza para cada uno.

-¿Quién es ella?

-¿Qué?- por poco me atraganto.

-Espero que no te parezca mal, pero hoy se me escangalló el ordenador y tuve que coger el tuyo, y tío, soy escritor, me gusta mirar cómo escribe el resto y vi tu carpeta de “Literatura” y no pude resistirme. Escribes muy bien…

-Gracias…- aunque a decir verdad, no me hacía mucha ilusión que leyese mis cosas.

-Pero tengo una duda, cuando vine a casa me dijiste que no tenías novia, ni ganas de tenerla, pero está clarísimo que escribes para alguien, que tienes esa musa… ¿Quién es ella?

- Puff… A ver…- no tenía muchas ganas de hablar del tema- Es una tía a la que he querido más que a nada en el mundo, pero ahora ya no es nada para mí… Date cuenta que todo lo que escribí fue hace bastante tiempo. Te lo digo en serio, ahora mismo ya no es nadie.

-Venga ya… Llevas un par de días rarísimo, y no por nada, pero hablas en sueños, y joder, con tu tono de voz se oía perfectamente en la sala. Si hasta fui a tu habitación a ver si estabas despierto y se te había ido la olla. Pero no, estabas sobado hablando con una tía, diciendo algo sobre que no podíais estar así… Así que, ¿quién es ella?

-Joder… ¿En serio?

-No te callas, hermanito, hablas por los putos codos…

-No sé, Sergio, no tengo muchas ganas de hablar de ella…

-No pasa nada, pero sólo te voy a decir una cosa. Estoy seguro de que aún la quieres, pero vamos, pongo la mano en el fuego…
Y por favor acéptame un consejillo, por favor: cuando te pase eso y estés mal no pienses en cómo solucionarlo, sólo quédate con las cosas buenas…- se paró de repente y soltó una sonora carcajada-  No me lo creo ni yo, tío, ódiala, critícala, usa eso como rabia para escribir, para lo que sea… ¿Ella se ha preocupado por ti?¿Te ha ayudado en algún momento, desde que lo habéis dejado? No, ¿verdad? ¿Pues entonces para qué vas a hacer tú lo mismo, para qué vas a intentar que todo vuelva a ser lo mismo? ¿Por un casual te crees que todo va a ser como antes, o mejor? Para nada, segundas partes nunca fueron buenas, tío… Bueno, “El Padrino II” está muy bien, y “Terminator II” también está cojonuda, pero me estoy dispersando, ¿tú crees que con esa tía ahora podrías tener algo?- no supe qué responder- ¿Podrías perdonarle todas las putadas que te ha hecho? ¿Podría perdonarte ella las putadas que le has hecho tú? Y aunque fuera así, a la que pasase cualquier cosa entre vosotros, estoy seguro que no aguantaríais ni un segundo sin poder echaros la mierda antigua de los otros problemas… Tío, te voy a decir una cosa, con las mujeres hay que pasar un luto, llorarlas un poco incluso, pero cuando algo está completamente herido de muerte, intentar revivirlo sólo sirve para estirar el sufrimiento…- se levantó, apuró la cerveza y se fue hacia la cocina.

Me quedé pensando, mientras también le daba un sorbo a mi tercio, todavía frío. Tenía razón, debería ser capaz de dar carpetazo a esa historia que tanto me está mareando y me está haciendo pasar tan malas épocas.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Compañeros de piso

Hace un par de semanas y visto como está la economía no me ha quedado otra que poner un anuncio en el periódico ofreciendo una de las habitaciones libres que tengo en casa. Los que me conocéis sabéis que soy una persona bastante independiente, no me gusta tener que rendirle cuentas a nadie, ni justificarme ni nada de eso, pero circunstancia obliga y no me quedó otra. Pensé en meter a algún colega, pero me conozco y sé que no sería capaz de cobrarle una pasta por una habitación en mi casa a un amigo.
El anuncio era bastante simple: "Se ofrece habitación y derecho a cocina y agua" con la dirección y todo el rollo del precio. Contestaron varias personas, entre ellas un par de estudiantes. Mi casa está cerca de la facultad y es normal que quieran cogerse un piso por ahí, pero yo he sido estudiante (bendita época) y ni a mi me apetecen fiestas cuando a los estudiantes sí, ni a los estudiantes les apetecerá que yo un martes me plante con un par de colegas, unas cervezas, el singstar y empiece a darlo todo. Ni a los estudiantes ni a mis vecinos, todo hay que decirlo, pero ellos me la sudan, yo también aguanto sus broncas llamándose de todo o sus portazos, o a su niña de 1 año que llora más que Montserrat Caballé cuando vio la cara con la que sale en el anuncio de lotería de este año, así que, educadamente, los rechacé. También llamó una chica que quería venirse con su novio, pero como que tres son multitud, así que también le di puerta, nunca mejor dicho. Ya no tenía muchas esperanzas cuando hace un par de días, sobre las 21:00 de la noche, sonó mi móvil:
-¿Sí?
-Alquilas una habitación, ¿verdad?- me sonó divertida su voz, y yo me fijo muchísimo en esas cosas, quizá sea deformación profesional, curré de reportero una buena temporada e hice doblaje de cine, pero me dio muy buena espina.
-Sí.
-¿Te importa que me pase o vas a salir ahora?- eso me sorprendió, pero acepté- Ah, genial, estoy ahí en diez minutos.
Dicho y hecho. En 10 minutos llamó al telefonillo y subió. Mi primera impresión, a decir verdad, es que el chico se había bajado hacía esos escasos 10 minutos de una máquina del tiempo, recién llegada de los años 60: Tenía el pelo largo, más o menos por los hombros, ondulado y entre canoso y rubio. Era más o menos como yo de alto y llevaba unas pequeñas gafas de sol con los cristales tintados en violeta. Una sudadera de Bob Marley y unos pantalones caídos de una tela que no alcanzo todavía hoy a saber qué demonios es.
Me sonrió y me chocó las cinco, dándome un pequeño abrazo.
-Soy Sergio Domínguez Sequeiro, pero todo el mundo me llama Bicho, tú debes ser Karlos, claro- entró en casa, observándolo todo desde la puerta- Joder, es más grande de lo que yo creía, no te importa que tire la mochila encima del sofá, ¿verdad?- la dejó con un gesto de hombro y se repanchingó en una silla- Bueno, te cuento, soy escritor, lo acabo de dejar con mi novia de toda la vida, 10 años llevaba con la tipa esa, alucina vecina; y como comprenderás necesitaba un cambio de aires. Soy una persona de costumbres normalísimas, me gusta salir, pero soy más casero que otra cosa, me adapto a cualquier dieta que tú tengas, además sé cocinar, jejeje, casi ni te vas a dar cuenta de que estoy aquí y con que haya un enchufe y wifi yo voy que me mato... ¿Qué te parece, cumplo tus expectativas?
Tenía una verborrea cuasi hipnótica, pero me caía bien, y además tenía el dinero en la mano, lo que me venía de lujo, así que le di las llaves.
- ¿No vas a salir, verdad?- negué con la cabeza- ¿Qué te parece si invito a unas pizzas y nos vamos conociendo?
- Perfecto...- cada vez me caía mejor.
- Bueno, tengo 31 años, soy escritor de novela negra y novela gráfica, y... no sé qué más contarte... Háblame tú sobre ti, que casi ni sé cómo hablas, no me he callado desde que entré por la puerta- los dos nos reímos. 
Yo no soy mucho de hablar de mí con alguien que acabo de conocer, pero bueno, iba a ser mi compañero, así que tendría que abrirme con él antes o después. 
- Pues a ver, qué puedo decirte... Me llamo Karlos Goday, también tengo 31 años y me dedico a la publicidad, me gusta mucho la música, llevo ya casi 4 años viviendo aquí y qué quieres que te diga, con las mujeres no suelo tener mucha suerte... ¿Quieres una cerveza?- asintió y fuimos a coger un par a la nevera, cosa que aproveché para enseñarle un poco la casa.
- No te quejes de las mujeres, Karliños- le dió un sorbo- Salí con Sandra durante 10 años, tío, y créeme que la quería, más que a nada en este mundo. Mi primer libro se lo dediqué a ella, y todo lo que gané se lo dí, era mi musa, qué menos que darle su parte como inspiradora, ¿no?- sonrió tristemente- La cuidaba, la sacaba de todos los problemas, la ayudaba, la tenía mimadísima... Imagínate como llegó a ser la cosa que con el dinero que saqué, bueno y que saco con la novela gráfica, pagué la entrada de un ático dúplex y lo puse a nombre de ambos. Vivía sólo por y para ella. Y todo iba de perlas hasta que me di cuenta de que ya no notaba ese feedback que tiene que haber en las parejas, ese "yo te doy y tú me das" y sólo era yo el que remaba... ¿Viste Titanic? Pues yo era Jack y ella Rose, la subí a la tabla, y cuando yo la necesité, simplemente no cabía. Ya no cabía en su mundo. No hubo una bronca mega cósmica de ruptura, teníamos mini bronquitas de cuando en cuando, pero como buen escritor, sé cuando un personaje debe hacer un mutis, así que me puse a buscar casas en el periódico y tu anuncio me llamó la atención... Y tío, tengo que decirte una cosa, me caes muy bien, sabes escuchar, y eso es una cualidad que yo aprecio mucho. Me da que nos vamos a llevar muy bien...
La verdad es que yo pienso lo mismo, a veces es necesario escuchar las sensaciones y vivencias de otro para poder ver cómo cambiar nuestra propia perspectiva de las cosas... Lleva un par de días en casa y por ahora nos estamos compenetrando bien, cuando yo voy a currar, él limpia y viceversa, cuando él se recluye en su habitación yo me encargo de la casa, a ver cómo se tercia todo ahora que llega el fin de semana... 
Seguiré informando...

domingo, 3 de noviembre de 2013

Ellas

Siempre he tenido una suerte relativa con las mujeres. Tengo grandísimas amigas y muy mala suerte con las relaciones de pareja. Siempre me fijo en quién no debo y acabo hecho polvo por ello. Pero sigo buscando a esa persona. Aunque, a decir verdad, creo que la encontré hace muchísimos años y lo único que hago es rebuscarla en otras caras, en otros cuerpos y en otras sonrisas. Porque aunque no nos guste, o no me guste a mi en este caso, el humano busca una sensación de comodidad, de cariño y de aceptación durante toda su vida, pero nunca suele salir a la primera. 
A mi no me gusta la palabra "enamorado" ni "mi novia" y demás frases que denotan posesión o dependencia del otro. Pero he sentido ambas. La posesión que tuvieron hacia mí algunas mujeres, o la dependencia que pude sentir o pudieron sentir por mi. Es algo que intento desterrar de mi vida, pero, joder, es complicado. Nos han vendido cómo ha de ser todo desde pequeños. Normas sociales, comportamientos un poco trasnochados y arcaicos, películas Disney, en las que todo el mundo encuentra a su princesa de cuento o a su príncipe azul... 
Una cosa tiene que quedar clara. Las princesas de cuento normalmente están secuestradas, o envenenadas o cosas por el estilo. Y no por nada, pero si se mete en esos líos, ¿de verdad me conviene meterme en luchas enormes para salvarla? No lo acabo de ver, aunque no sería la primera vez que un velo tapa mis ojos y voy a cargarme molinos creyendo que son gigantes. Y en el caso contrario es exactamente igual. El príncipe azul suele estar así de azul por no respirar, por intentar pretender ser alguien que no es, amoldarse a los gustos de su princesa, para una vez conquistada, ser como era antes, como un cazador que pone los 5 sentidos en cazar a su presa, y cuando lo consigue, lo celebra tirado en el sillón de su casa con una cerveza bien fresquita en la mano. 
Para mi forma de ver, deberíamos ser más abiertos, tanto mujeres como hombres, en el tema de las relaciones. ¿Me quieres? ¿Te quiero? ¿Para qué mierda etiquetar cosas, o formalizarlas? ¿Acaso nadie recuerda que somos animales, racionales pero animales al fin y al cabo, que tenemos necesidades? Y ya no me refiero sólo a las físicas, que esas tampoco son tan difíciles de satisfacer, si no a las emocionales. A mi me encantaría que la persona con la que acabe estando sea anteriormente amiga, porque ya sabría cómo respira, qué es lo que necesita de mí, qué necesito de ella y qué clase de convivencia habremos tenido. No acabo de controlar a esa gente que con sólo ver a una persona durante una noche, empiezan a salir y ya son Blancanieves y el Príncipe de Bequelar... Entiendo o puedo comprender un flechazo, yo también me he quedado rendido al ver a una chica. Pero eso es un momento, un día, a lo sumo una semana, luego ya has de ver cómo funciona esa persona y si de verdad te conviene. 
En fin, después de semejante parrafada voy a intentar llegar a una conclusión: Creo que siempre seguiré buscando a ese amor fuerte que sentí por una chica, aunque sepa que con ella ya es imposible, todas las siguientes han ido sumando algo mejor a esa primera mujer. De la primera a la última: El cariño de la primera, la complicidad eterna de la segunda, la experiencia que me han dado el resto hasta terminar con la madurez e inteligencia emocional que he conseguido con esta última. 
Gracias.
A Todas.
Y sobre todo a ti, que nunca leerás ésto. 

martes, 29 de octubre de 2013

"Una mujer me quitó el corazón, pero no mató mi talento..."

"Una mujer me quitó el corazón, pero no mató mi talento, quitándole la pila al reloj nunca matarás al tiempo" Xhelazz 
Ese es el mantra de esta semana, no dejarse hundir, no volver atrás ni para coger impulso y no rendirse ni con el último aliento. Siempre, y de eso estoy seguro, se puede salir del agujero más hondo en el que, por mala suerte, te haya tocado estar... Cabeza arriba, manos firmes, dientes apretados y a escalar...

jueves, 17 de octubre de 2013

La Leyenda Del Día Lluvioso

Salí a la calle, por supuesto llovía, así que me calé la capucha, encendí el mp3 y me puse a andar. Había mucha gente en las ventanas mirando tristes a la calle. Este tiempo jode a cualquiera. Subí hasta el centro y parecía una ciudad fantasma. Anduve casi un kilómetro yo solo. La gente con la que me cruzaba era gris, literalmente. Caras grises, en cuerpos grises, embutidos en vidas grises, mientras andaban como zombies.
Llegué a la plaza del ayuntamiento. Aceras desconchadas, piedras en el medio, paredes manchadas con absurdas firmas. Subí el volumen. Decidí cambiar el paso mientras la música intentaba transportarme a otro lugar. Y lo consiguió. De pronto me vi camino de dónde quería ir. Sabía que no era lo que necesitaba pero mi cerebro y mi corazón me empujaban hacia allí. Bajando hasta el barrio los coches pasaban volando, salpicando agua hacia las aceras. Estaba empapado, pero una extraña fuerza y convicción me empujaba hacia abajo. Crucé la calle, saltando de charco en charco. Y, de pronto, levanté la cabeza y vi su casa. Algo crujió dentro de mí, como si se rompiera.
No debería estar ahí. Tarde, pero me di cuenta que no era mi sitio.
Y menos, cuando, en la ventana, estaba ella apoyada. Me acerqué, sabiendo que no pasaría nada. Estábamos apenas a unos metros y cruzamos las miradas. En la mía había espera, desconfianza, amor, odio, una mezcla de sensaciones muy dura. En la suya sólo indiferencia. Incluso me atrevería a decir que sonreía, inmune a mi reacción. Me giré y volví sobre mis pasos.
Todo se había acabado y al fin me había dado cuenta. Quería darme otra oportunidad para pensar que podía ser todo como en mi cabeza. Pero no.
Entonces lo tuve claro. Sabía lo que tenía que hacer. Una extraña sonrisa de convicción afloró a mi rostro. Tenía que hacerlo rápido. No pensar. No poder echarme atrás en ningún momento. Corrí hacia el puente y antes de darme cuenta, estaba de pie en el resquicio, mirando hacia abajo.
Ya estaba, esa era la solución. La única manera de que todo terminase. La única manera de que mi alma dejase de doler. La única manera de que TODO dejase de doler. Me dejé caer, sonriendo al recordar que era 13 de septiembre, cuando todo había empezado.

Se cerraba el círculo. Todo terminaba cuando había empezado. Sé que antes de tocar el suelo ya había muerto, pero al fin era feliz. 

domingo, 25 de agosto de 2013

La Risa...

Estaba viendo El Retrato de Dorian Gray, una buena peli en la que salen Ben Barnes, Colin Firth y Ben Chaplin. La historia viene siendo la de un joven inglés de la época victoriana que vuelve de los Estados Unidos a Londres. Allí se encuentra con un pintor, Basil Hallward (Ben Chaplin), que, enamorado de la imagen del joven Dorian Gray, decide pintarle un retrato. Éste queda tan bien que Dorian, encantado con el resultado, dice que vendería su alma al Diablo por mantener esa imagen y que el cuadro envejeciese por él. Además conoce a Lord Henry Wotton (Colin Firth), que lo lleva por una vida en busca del placer propio, cosa que luego se verá reflejada en su cuadro. 
Pero no voy a escribir un post hablando de la película, que no siendo una joya, está muy bien. Tampoco voy a hablar del hedonismo de Dorian o Lord Henry, que me encanta, y creo que es una filosofía de vida muy aceptable y que me encantaría poder llevar a cabo, aún sabiendo que es muy difícil, por no decir imposible, mantener un tren de vida así. De lo que quiero hablar es de una frase que escuché en la película y que es, quizá, una de las mejores maneras que se me puede ocurrir de definir cómo me gustaría terminar cualquier relación de amistad, pero una en particular, si es que al final, ésta acaba muriendo, como parece. 

"La risa no es una mala forma de comenzar una amistad y es, con mucho, la mejor forma de concluirla". Oscar Wilde.
Siempre he intentado que la gente que me rodea disfrute de la vida, esforzándome por hacerles reír, escucharlos, verles con una sonrisa en la cara. Creo que soy, modestamente, una persona graciosa, ingeniosa e imaginativa y de la más mínima cosa puedo conseguir sacar algo positivo. 
En su caso siempre recuerdo eso. Intentar sacarle una sonrisa. Desde el primer día. Desde aquella tarde-noche, los dos de pie, hablando tímidamente ella al principio, y luego, apenas dos horas después, como si nos conociésemos desde hacía tiempo. 
Y las noches de juerga, y los momentos de paseos, incluso los segundos de despedida o de saludo, siempre riéndonos, siempre intentando que las cosas negativas lo fuesen un poco menos.
Hasta esa caída en barrena, culpa de ambos, esos meses para mí de oscuridad, para ella, creo, de introspección. 
Volver a hablar, volver a vernos, volver a quedar, y por mucho que se oigan palabras, los hechos enseñan otra cosa. Y es difícil, al menos para mi, no estar recordando todos aquellos grandiosos momentos, todas esas risas cómplices, todas esas carcajadas, aquella frase de "siempre consigues sacarme una sonrisa en los peores momentos" que siempre me encantó. Y, quizá esté divagando y mi mente conspiranoica vea cosas que en realidad no existen, pero veo que todo va hacia abajo y me dolería que una amistad como ésta se acabase convirtiendo en un "Hola y Adiós", algo frío, que ninguno de los dos se merecería. 
Por eso al escuchar esa frase, mi cabeza empezó a dar vueltas, pensando ésto. Si algún día todo se acaba, querría acabar con la imagen de su cara sonriendo. Eso sería un buen recuerdo de una de las mejores historias que he tenido el placer de vivir.