domingo, 21 de diciembre de 2014

Poor Crazy Boy

"¿Pero qué cojones quieres que piense, tío?" dijo levantándose de la mesa, procurando contenerse. "No puede pasar lo mismo una, y otra, y otra, y otra, y otra vez... ¿Tú sabes cómo me siento ahora mismo? Lo único que me apetece es llegar y pedirle explicaciones, y no moverme de allí hasta que me las dé..." Se llevó las manos a la cabeza y bajó aún más el tono. "¿Me explicas qué coño es lo que tengo que hacer?"
"Siéntate y relájate, anda" contestó apartándole la silla e invitándolo a sentarse. "Bien, vas allí, te plantas en el portal, esperas, aparece y entonces ¿qué pasa? ¿Que sólo con verte va a recular de todo lo que piensa o lo que ha dicho? ¿Que así, por arte de birli birloque vais a volver a retomar todo como si nada hubiera pasado? Esa no es la actitud. No puedes pretender que de golpe y porrazo y sin ningún movimiento por tu parte, sin un acto de contrición, todo cambie, porque no es así... Deja de quejarte, échale un par de huevos y ve a pedirle perdón de verdad... Y no esperes contestación, sólo pide perdón y vete... Si te perdona, te lo hará saber, créeme..."
Toda la gente del bar lo miraba asustada. Allí estaba, un chico de 20 años, con todo el futuro por delante, discutiendo consigo mismo, una suerte de Smeagol bien parecido, un pobre niño loco que ya jamás recuperaría la cordura.

lunes, 3 de noviembre de 2014

La Cabina

Fuera llovía, a mares, él cogió su móvil. "Sin batería", observó, maldiciendo entre dientes. Estaba al lado de su casa, pero lo que quería decirle sabía que le costaría más cara a cara, y aunque había reunido el valor suficiente para decírselo, en el fondo era un cobarde.
A lo lejos, quizá a unos 50 metros, vio una antigua cabina de teléfonos, y rezó porque siguiese funcionando. Esquivando los charcos y algunos coches que aceleraban a su paso, llegó hasta allí y marcó su número.
Un tono.
Dos tonos.
Tres tonos.
¿Sí?- su voz sonaba cálida pese al frío que reinaba en el ambiente.
Sé que todos te dirán lo que tienes que hacer, pero también que eres mayorcita como para saber que a día de hoy no hay nadie que sienta por ti lo mismo que yo.
Sé que es difícil luchar contra el qué dirán, y que tú estás hecha un lío, pero también que eres lo suficientemente lista para saber que no cambiaré lo que siento por ti de un día para otro, y menos ahora.
Y menos después de recorrer juntos tantos caminos complicados, llenos de curvas, desvíos y piedras, de caminar a oscuras por laberintos en los que ninguno conseguía encontrar la salida... 
Sabes que querría decirte muchísimas cosas, pero no sé cómo... Y los dos sabemos que quizás tú seas la única a la que pueda querer, y la verdad, tú eres la única por la que intentaría cambiar...
Esperó unos segundos, escuchando sollozos entrecortados al otro lado del teléfono, hasta que éste se colgó.
Desolado, echó un último vistazo al portal de aquella chica y empezó a andar, con los cascos puestos, mientras dos hermanos británicos pedían que "tu corazón dejase de llorar". No había llegado siquiera al cruce del parque cuando notó una mano que le agarraba de la camiseta.
Allí estaba ella. En pijama. Mojada de la cabeza a los pies. Sonriendo.
-Volvamos a casa.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Brindemos

Aquel día decidí escaparme, lejos, lo más lejos que pude, cogí una mochila, el dinero que me quedaba y me lo fundí en beber sin solución de continuidad. Una noche se juntaba con la otra, bañada en cerveza y ron barato, mientras dormía en la parte de atrás de mi coche.
Iba buscando algo, todavía no sé el qué, entre las habitaciones de pensiones de mala muerte.
Sitios en los que pudo haber estado cualquier otro, cualquier persona que huyese de su vida.
Encontré diarios con anotaciones de gente anónima, fotos de momentos que alguna vez fueron felices, incluso una pistola en un cajón...
En ese momento me dije: "Bien, ya has llegado hasta aquí, incluso después de haberle jurado que nunca te rendirías... Pero parece que esto te hace feliz, ¿no?", pensé mirándome al espejo, "¿entonces a qué viene esa cara?"
Al día siguiente, tras despertar en una cama de sábanas amarillas y corroídas por la lejía, me duché en agua fría y bajé al bar a desayunar. En mis cascos sonaba una canción triste de una cantante country, pero la dejé mientras mojaba unas tostadas requemadas en un colacao de aspecto dudoso.
Pensé en cómo estaba, mientras mordía aquello: "Todo el mundo pasa por estas épocas", intenté autoconvencerme.
"Has llegado hasta este punto por no coger el camino difícil, ¿tanto te costaba estar conmigo viendo películas en la cama, o desayunando a mi lado?" juro que oí tu voz.
"Está bien, aún sigo pedo", pensé contestándote, "Nunca querrías presentarme así a tus padres..."
Sí, haberme alejado era la mejor decisión, así nunca, nunca jamás te haría daño. ¿Pero por qué, si tan claro tenía esto, el reflejo de la cafetera me devolvía mi sonrisa triste...?
Ahora me veo, tan sumamente lejos de allí, pero voy a coger la mochila, el dinero que me queda, y beber brindando por aquel tiempo que estuvimos tan sumamente bien juntos, porque, qué cojones, ese tiempo ya no nos lo va a quitar nadie...

martes, 28 de octubre de 2014

Sometimes

A veces pienso en ti y siento una punzada en lo más profundo.
Eso son los problemas que surgen cuando no acabas de conocerte a ti mismo.
He perdido los cinco sentidos, aunque a veces tengo el momento de lucidez de un gilipollas. 
Ese momento en el que sé que tengo que dejarte a un lado, que vueles sola.
Pero no sé seguir solo, no sé caminar sin tenerte como meta y eso confunde al más pintado.
Y en ese momento, cuando veo que te alejas, es cuando me dejo caer al suelo y ruego que, por fin, me des la puntilla y que sea rápida e indolora.
Tras pasar ese dolor sé que podría volver a estar aliviado, en calma...
Volvería a estar bien, a estar tranquilo, tal y como lo estaba cuando apareciste.
Pero en ese momento es cuando me pregunto por qué no salio bien aquello...
No tengo muy claro qué significa pensar eso a estas alturas,
Y sé que tú tampoco podrías explicármelo,
Pero tengo muy claro que no quiero volver a hacerte daño.
Y por eso, cuando veo que te alejas, me dejo caer al suelo, y ruego que, por fin, me des la puntilla y que sea rápida e indolora...

lunes, 22 de septiembre de 2014

La Reina

Érase una vez una joven reina, de poco más de veinte años, que jamás había podido llevar una vida normal, ya que los problemas la acuciaban. Érase una vez un caballero, que luchaba lo que hiciese falta para ayudarle, pese a saber a ciencia cierta que su corazón pertenecía a otro.
Nuestro gentil caballero viajó y viajó hasta conseguir llegar a la puerta de su castillo, había conseguido la atención de la reina en un par de ocasiones, y prendado, ahora buscaba conseguir de nuevo que sus ojos se posaran en él.
"No me importa esperar aquí todos los días, bajo tu ventana, llueva, queme el sol o truene, sólo permíteme volver a ver esos ojos, reina de la sonrisa rota", gritó el caballero. El rey asomó la cabeza por la ventana de sus aposentos, a lo que el chico, retándolo, continúo gritando, " Preguntadle si quiere volver a sonreír como antes, conmigo, y será amada"
Consiguió burlar a la infantería del castillo cuando estos salieron a callarle, y agazapado en la choza de uno de sus amigos, y secándose el pelo, maldijo su mala suerte.
"Quería decirle que puede llamar a mi puerta, lanzar piedras a mi ventana cuando quisiese, yo la haría sentir hermosa, no me volvería a sentir inseguro con ella a mi lado, puedes apostarlo"
"Pero no todo son arco iris y mariposas, cortejar a la reina conlleva un compromiso que no muchos son capaces de alcanzar", replicó el más veterano de sus ayudantes, mesándose la barba.
"Mi corazón está listo y las puertas de mi castillo siempre estarán abiertas para cuando ella quiera venir", contestó él, mirando de nuevo la ventana en la que la joven reina seguía asomada.
De pronto, el joven cogió una pluma, un trozo de pergamino, e imbuido por una repentina inspiración, se lanzó, febril a escribirle una carta. Esa sería, quizá, su última bala para tratar de convencerla.
"Sé dónde te escondes, sola en tu habitación. Conozco todo lo que te hace ser como eres. Sé que aquel último adiós ya no significa nada. Por favor, vuelve, sabes que nunca dejaré que toques el suelo pese a que caigas" Ató el mensaje a una paloma mensajera, y la soltó en la puerta. "Alea jacta est" pensó mientras veía volar al animal.
Poco después, tras una tensa espera, cuando ya el joven jinete, esperaba rendido casi por el sueño, en el quicio de la ventana, la paloma regresó. Nervioso y expectante buscó el mensaje en su pata, lo desenroscó, y abrió el papel, en el que todo su futuro estaba escrito. 
"Por favor, intenta que no sea tan complicado decirnos adiós" había escrito ella, con una bella caligrafía, pero corrida por un par de lágrimas que le habían caído al escribirla, y firmada por la silueta de sus labios.
La noche descargó aún más violentamente su tormenta, mientras el chico notaba como su corazón se iba rompiendo, pieza por pieza.

jueves, 18 de septiembre de 2014

El Blues de Marisa

Miércoles:
Sabía que algo no iba bien, pero no se esperaba aquello. De ninguna manera. Entró en casa apretando los dientes. Rabiosa. Sabía que se podía solucionar. Pero él no quería. Para él, todo se había acabado.
- No tenemos la misma pasión, sólo somos dos amigos, y lo sabes igual que yo- le dijo- ¿No crees que sería mejor intentar conocer a otra gente, ver si podemos ser felices?
Ella asintió. Era cierto que ahora su relación era mucho más de confianza, de cariño mutuo que de pasión incontrolada. Pero "joder", pensaba, "que son cinco años, ¿qué coño quiere?"
Se quitó los zapatos en la entrada y empezó a desabrocharse el pantalón y la blusa mientras iba hacia el cuarto de baño. El espejo le devolvió sus ojos llorosos, pero decidió que no, que no sería ese momento el de derrumbarse. Cogió un par de toallitas desmaquillantes y se quitó la sombra de ojos y el poco colorete que acostumbraba a pintarse. Lanzó la ropa a la tina de la lavadora y, en ropa interior entró en la habitación. Levantó la almohada, se puso el pijama, dejó la cama abierta y fue hacia la cocina. Se felicitó a si misma por haber dejado algo de ensalada de la comida. No tenía ningunas ganas de ponerse a cocinar en ese momento. Pilló una cerveza, y con el bol en la mano, se tiró en el sofá de la sala. Nothing Hill en uno de los canales, Love Actually en otro, Pretty Woman ("¿Otra vez?, pensó hastiada mientras seguía zapeando), Sexo en Nueva York...
- Lo último que tengo ganas de ver ahora es esto...- miró la estantería de los DVD´s y escogió Terminator2. Tiros, acción, nada que le hiciese pensar y empezó a comer mientras Edward Furlong se sorprendía al encontrarse con un Schwarzenegger todavía joven.
Aunque no quería, la imagen de Chaly cada poco volvía a su mente. Lo habían pasado muy bien, se habían hecho tatuajes juntos, pensaban que poco o nada los separaría, porque siempre que había un problema no paraban de hablar hasta llegar a una solución. "Se acabó", dijo convenciéndose a si misma, "se acabó y punto. Ahora es sólo un amigo, y así es como debe ser".
Jueves:
Tania la había llamado para tomar un café y ella aceptó prácticamente al momento.
- ¿Cómo estás?
- Perfectamente. Pensé que me iba a costar más, pero qué quieres que te diga, me encuentro perfectamente- dijo con convicción- Chaly quería otra cosa y eso es lo que tiene...- la cara de su amiga daba a entender que no estaba muy convencida de sus palabras- A ver, que sí, que no es plato de buen gusto, pero no puedo quedarme llorando en casa, sabes que no soy así. Tengo 25 años, soy guapa, aunque no esté bien decirlo- dijo guiñando un ojo, con media sonrisa- Si quiero puedo tener a cualquier chico que me apetezca, pero qué cojones, Tania, llevo demasiado tiempo fuera del mercado, ahora quiero disfrutar un poco de la soltería, que me lo tengo bien merecido, ¿no crees?- las dos sonrieron mientras terminaban la cerveza.
Horas después estaba de compras. Siempre la relajaba estar mirando ropa, probándose cosas, aunque al final no comprase nada. En eso sí que era femenina. Sonrió pensándolo. Chaly siempre le decía que le encantaba cómo era. Prefería el fútbol a las telenovelas, no soportaba los programas amarillistas y tenía una gran biblioteca en casa desde siempre. Luego pensó en lo que le había dicho a Tania. No quería preocuparla, era su mejor amiga y sabía que estaría dándole vueltas a cómo podría levantarle el ánimo, pero no le hacía falta. Realmente pensaba eso. Ahora era soltera. E iba a disfrutarlo.

"Eh, rubia, que me acabo de enterar que lo has dejado con Chaly, estás bien?".
Era Ángel, un amigo de ambos, que le acababa de mandar un whatsapp.
"Sí, estoy genial, gracias por preocuparte", contestó.
"Seguro? Mira que tengo una botellita de cacique y cocacola y nos pegamos una fiesta en menos que canta un gallo ;)"
"Jajajaja, nah, no hace falta, estoy bien, ya sabes que él y yo siempre tuvimos las cosas claras... Se acabó? Muy bien, ahora tenemos que ser lo más felices posible el uno sin él otro"
"Joder, qué claro lo tienes rubia... Bueno, ya sabes que si te apetece quedar para tomar algo, o para hablar, o lo que sea, estoy a tu entera disposición ;) jajajaja"
"Muchas gracias :D Si quieres quedamos este finde, que saldré con las niñas, si no tienes planes, vente con nosotras ;)"
"Despedida de casada? Jajajaja"
"Algo parecido ;)"
"Apuntado queda, te llamo el sábado, ok? Y oye, que sepas que aunque sea amigo de Chaly también, me tienes para lo que quieras"
"Lo sé, Ángel, muchas gracias, hablamos, un besiño :**"
Se quedó mirando la foto de perfil de su amigo. Salía apoyado en una columna, con una cerveza en la mano, mirando a alguien y sonriéndole. Era alto, con el pelo cortado en capas, negro, muy negro, lo que aún hacía más espectaculares sus ojos azules. "Está bueno" sonrió mordiéndose el dedo, juguetona, y apagando la luz de la mesilla de noche.
Sábado:
Las chicas no iban a salir. Tania había quedado con Kiko en ir a la boda de uno de sus primos, Sonia no había conseguido canguro para la niña y Ainhoa y Rebeca habían discutido y preferían quedarse en casa intentando solucionarlo.
Se llevó un chasco. Tenía la esperanza de que al menos alguna pudiese salir y ya se había lavado el pelo y preparado la ropa que iba a ponerse. Había comprado unos vaqueros lavados a la piedra negros, y una camisa blanca entallada. Con el top negro que tenía, esa noche quería salir a pasarlo bien, a desestresar de la dura semana que había pasado. Y ahora todo aquello se desmoronaba. Tampoco iba a salir sola.
"Rubia, por dónde andáis?"
Ángel. Esa podía ser su solución. Bien llevado podrían pasarlo genial, más o menos tenían los mismos gustos y, si al final de la noche le apetecía llegar a algo más, estaba segura que él no se iba a negar.
"Pues en casa, que las niñas no salen :( Me han dejado tirada, yo, que ya tenía preparado todo para salir"
Allá iba el anzuelo.
"Oh, pero no seas boba, vente conmigo... Hoy juegan el Madrid y el Dépor, podíamos ir a verlo, jalar una hamburguesa y tomarnos unas birras, así me pones al día, que no me creo que estés tan bien, jajaja"
Anzuelo mordido.
"En serio? No te importa salir solo conmigo?", preguntó haciéndose la interesante.
"Venga Marisa, que nos conocemos... Te paso a buscar o quedamos en algún lado? :p"
Anzuelo mordido, sedal recogido y pescado en la cesta.
"Dame media hora que termino de vestirme y arreglarme y nos vemos en el Central, si llegas antes, pídeme una Vintage, jajajaja ;)"
"Oído cocina, nos vemos en un ratito, pero apúrate que el partido empieza a las 9, eh?"
"Boh, ni que no me conocieras, si yo por ver perder al Madrid soy capaz de bajar hasta sin peinar, jajajaja ;)"

Media hora después, con una puntualidad británica, Marisa entraba en el Central y con la mirada buscaba la mesa en la que su amigo se había colocado. Estaba cerca de la barra pero a una distancia perfecta de la televisión. Y él la miraba extasiado. Sonrió felicitándose a si misma. El primer paso de un posible lío estaba dado.
- ¿Quién sale?
- Cristiano, Bale y Benzemá arriba y Varane y Ramos atrás...- contestó rehaciéndose del impacto de verla.
- Oh, ¿y Pepe?- Ángel se encogió de hombros- y en el Dépor, Postiga, Juanfran y Cuenca... Bueno, ¿sabes que el Madrid va a perder, no?

Durante el partido cenaron, mientras no paraban de tomar cervezas. Marisa llevaba el punto exacto que quería. Estaba lo suficientemente contenta como para dejar que pasase lo que tuviese que pasar, pero no tanto como para no acordarse de nada al día siguiente. Luego, tras pasar por un par de bares, fueron al Karaoke y cantaron varias canciones de Héroes del Silencio y Extremoduro. Ángel había intentado entrarle un par de veces, pero ella, sutilmente lo apartaba, acariciándole la cara y dejándole un par de besos sueltos en la frente o la nariz. "No todavía" pensaba, dándole un buen sorbo a la cerveza que acababa de pedir.
Una hora, o quizá un poco menos, estaban en su portal.
- Buenas noches, Marisa- dijo haciéndole una reverencia, mientras le guiñaba un ojo.
- Anda, ven aquí- lo agarró con la mano izquierda y lo atrajo hacia sí, mientras con la derecha acariciaba su cuello y, con calma, pausa, y sensualidad besaba los labios de su amigo. Fue un buen beso, lento, profundo, un beso que sugería algo más, aunque no lo aseguraba. Tras unos segundos, ella se separó, le tocó la nariz con uno de sus dedos, y dijo- Mañana te llamo, ¿vale?
- Como usted quiera, señorita- le dio un pico, besó su mano y comenzó a alejarse- Buenas noches, Marisa...
- Buenas noches, Ángel...
Subió a casa satisfecha de si misma. Mantenía su magnetismo, su atractivo y su saber llevar los tempos de la relación. Aquella noche durmió a pierna suelta, como hacía días que no lo conseguía.
Domingo:
Eran las cinco de la tarde cuando estaban todas juntas, contándose la semana, como siempre hacían, en el Central.
- Ayer me lié con Ángel- soltó una vez les hubieron servido.
- ¿Con Ángel Segarra? ¿El colega de Chaly?- preguntó Ainhoa.
- Sí...- sonrió con pillería.
- Joder, ¿y qué tal, te lo tiraste?- dijo Rebeca, apoyándose en la mesa, con una extraña curiosidad.
- Jolín hija, qué fina...- contestó- No, no me lo tiré, nos dimos un par de besos y estuvimos toda la noche tonteando... Aunque lo que me pregunto es por qué tienes tanta curiosidad- dijo entre las carcajadas generales.
- Boh, eres idiota... Quería saber hasta qué punto te habías olvidado del imbécil del otro... Por cierto, ¿no es aquel que va por allí?- todas se giraron hacia donde su amiga señalaba.
Sí. Era Chaly. Marisa intentó no mirarle pero algo dentro de ella quería más, quería saber cómo estaba, su cara reflejaba un dolor seco, y, al verlas, empezó a correr hacia el final del parque.
Luego, tras ponerse al día con las chicas, volvió a casa. Había fingido seguir las conversaciones, divirtiéndose, pero desde el momento en el que había visto a su ex, lo único que quería, era saber cómo estaba.
"Te vi ayer y tenía ganas de hablar contigo, podrás quedar hoy? ;)"

El Blues de Chaly

Se quitó las sábanas de encima con un gesto prácticamente automatizado y se levantó. Entraba un pequeño rayo de luz por la rendija de la ventana. Tenía la boca seca y, como siempre, un eterno dolor de cabeza, una perpetua resaca.
Miró hacia la mesilla de noche. Allí, entre la camiseta arrugada que debía haberse quitado al llegar a casa, estaban la cartera, las llaves, el mechero y un paquete de tabaco arrugado.
Le subió un eructo y lo dejó salir, mientras buscaba, todavía en la penumbra, el pantalón de pijama que siempre se ponía para salir al pasillo. Vivía solo, por lo que no necesitaba vestirse, pero todavía guardaba la costumbre adquirida al vivir con Marisa.

"Marisa".
El nombre acudió de nuevo a su mente como un tsunami de recuerdos. Ayer, sin ir más lejos, la había vuelto a ver. Estaba sentada con dos amigas en una terraza al lado del Parque. Dudó si acercarse o no. Hacía poco que habían roto y, aunque de cara a la galería, guardaban una amistad, la realidad es que él, que había sido el que había dado el paso de terminar con aquella relación, no había sido capaz de levantarse tras esa decisión. Hubo un momento en el que parecía que Marisa le miraba, pero no, sólo tenía la mirada perdida observando sin ver en su dirección.
Subió el volumen de sus cascos, se puso la capucha de la sudarera y corrió hasta entrar en el primer bar que encontró.
Era un bar antiguo. Un "bar de viejo" como se solían llamar a las tabernas en su ciudad.
- Una cerveza, por favor- dijo acodándose en la barra.
El camarero era un hombre de unos sesenta años. Tenía el pelo completamente blanco y la cara curtida por miles de chupitos de licor café, miles de horas de barra y miles de vinos peleones servidos a marineros igual de curtidos que él.
- Toma neniño, unos callos- le sonrió.
Estaba vacío. Sólo aquel hombre y él, en silencio, mientras los Red Hot Chili Peppers cantaban "Otherside" a un volumen bajo en la tele.
- No sé por qué la he dejado- dejó la cerveza vacía tras un largo sorbo, mientras otra era puesta en su lugar sin apenas pasar unos segundos, con la eficacia de los buenos camareros- Era perfecta. Se lo puedo jurar, era perfecta- seguía mirándose las manos, intentando comprender el por qué de sus propias acciones- Y le juro que no estabamos mal, pero ya no era lo mismo, no sé si me entiende.
El viejo camarero lo miraba comprensivo, sin decir una palabra, esperando que soltase todo lo que llevaba dentro.
- Cinco años. Llevamos cinco años juntos. Es, de lejos, la persona con la que más tiempo estuve- acompaño la frase con un gesto del brazo- Ten... Teníamos ese rollo...- las lágrimas se le estaban apiñando en los párpados mientras un nudo se formaba en su garganta. Ahora los Gorillaz cantaban su "Clint Eastwood" con Damon Albarn cantando "Your future is coming on, is coming on" como un mantra que se le clavaba en el cerebro- Podía terminar mis frases, nunca nos íbamos a dormir sin solucionar lo que fuese que nos había molestado del otro. Pero se había convertido en una amistad, no en una relación, y yo no quería estar con una amiga, quería una novia... No sabe lo que me arrepiento.
- Así es la vida, neniño- abrió una botella de licor de café, cogió dos vasos de chupito y los sirvió- A este invito yo. Pero recuerda que todo en esta vida tiene solución, excepto la muerte.
Brindaron. Una. Otra vez. Otra más. Y otra más. Regado todo entre medias por partidas de dados con los parroquianos que iban entrando en el bar. Regado también por los consejos que le iban dando, de los cuales ahora no recordaba ninguno.
Intentó rememorar qué había hecho después de salir de aquel bar. Sabía que se había encontrado con Berto en algún sitio y que, con una mezcla de desinhibición y depresión le había propuesto salir aquella noche, a lo que su amigo había tardado apenas segundos en aceptar.
"Normal, este se lía más que los cascos en un bolsillo", se rió de su propia ocurrencia mientras cogía una botella de agua helada de la nevera y le daba un sonoro y largo trago. "¿Qué más hice?", se preguntó.
Flashes. Era lo único que le venía a la cabeza. Recordaba alguna tirada en una partida de dardos en el bar en el que siempre paraban. Saltar, sudando y cantando a voz en grito el "Eres Tonto" del Canto del Loco en el karaoke. Despedirse de Berto. Estar en casa y mirar el teléfono antes de acostarse.
"Ostia, el teléfono" pensó, "Espero no haber mandado nada ayer".
Corrió de nuevo a su habitación y, rebuscando en el bolsillo del pantalón cogió el móvil, lo desbloqueó y vio que tenía una notificación del whatsapp.
"Por dios, que no le haya puesto nada a Marisa", cruzó los dedos mientras lo abría. Era de Marisa. Pero él no había escrito nada antes. Respiró hondo y leyó:
"Te vi ayer y tenía ganas de hablar contigo, podrás quedar hoy? :)"
Una sonrisa se dibujó amplia y sincera en su cara. Quizá todavía había esperanza.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

My Best Friend´s Wedding

Se sentó en las escaleras, frías, mientras una cantante entonaba una tranquila canción acerca de los polos opuestos. Miró a lo lejos. Suspiró con fuerza y miró el reloj. Las 17:15. Todavía quedaban unos cuarenta y cinco minutos. Pero no quería ir. No ahora. No después de tantos meses. No después de la manera en la que se había enterado de todo. Se merecía algo mejor. Tamborileó con los dedos el pasamanos. Se levantó, subió de nuevo a la casa, y, a punto de meter la llave en la cerradura, decidió volver a bajar. Se sentó de nuevo. Iba a ir. No podía quedarse con la duda. 
Cogió el coche, aceleró y encaró la carretera, todavía con dudas sobre lo que iba a hacer. La canción que había escuchado antes, en las escaleras, seguía resonando en la cabeza, pese a que en la radio Enrique Iglesias quería "estar contigo, vivir contigo, pasar contigo, una noche loca". Volvió a suspirar vehementemente. Lo que iba a hacer era una locura. 
Llegó, aparcó, salió prácticamente a la carrera, no sin antes echarse un último vistazo y colocarse en el reflejo de la ventana. Estaba enfrente de la puerta. Notó que le empezaba a temblar la mano cuando agarró el pomo y empujó hacia dentro.
Habría unas doscientas personas. Y todas, absolutamente todas, se giraron cuando entró. Pero sólo le importaba una de aquellas que estaban allí. Habría unos veinte metros de distancia entre los dos, pero se veían perfectamente. 
Y se miraron a los ojos. 
Los de él la miraban preguntándose qué hacía allí.
Los de ella respondían con una súplica de una última oportunidad.
Sonó una frase: "Contigo porque me matas, y ahora sin ti ya no vivo".
Ella sonrió tras escucharla. La misma canción de las escaleras. La misma que había considerado una señal.
Él también sonrió. Hizo un gesto mirando a la chica que, vestida de blanco, tenía al lado, encogiéndose de hombros y diciéndole:
- Lo siento, de veras, pero es ELLA...- mientras se acercaba hacia la puerta.
Ella sonrió y un par de lágrimas le resbalaron por las mejillas. Él la miró y sus ojos reflejaban el lío en el que se estaba metiendo por haberla elegido, pero a la vez su sonrisa divertida le decía que había tomado la decisión plenamente convencido.

martes, 9 de septiembre de 2014

Diario de un ExRebelde. Cap.1

Soy del año 82 y español, lo cual ya no es empezar bien. De lo que todo el mundo se acuerda de ese año es de un tal "Naranjito", la mascota del Mundial que hicimos aquí (que menos mal que no fue un toro vestido de futbolista) y en el que España ni siquiera pasó de primera ronda. Es decir, empezamos bien.
Luego, tampoco pude disfrutar de la Movida de los 80 porque básicamente era un crío, aunque bailando "Sevilla" del Miguel Bosé, o cantando cualquiera de Hombres G o Mecano me tiré bastantes de esos años... 
Pero claro, uno va creciendo y tiene otras inquietudes: Fui creciendo y cogí la época de Nirvana, pero Kurt Cobain murió cuando yo tenía 12 años, por lo que tampoco fue un referente para mi. Me gustaba, pero desde luego no era el estandarte de mi generación. Éramos demasiado jóvenes para el grunge. Y empecé a ver el cine no sólo como entretenimiento si no como una vía en la que se podía plasmar lo que estaba pasando, aún de manera ficcionada: Reality Bites, es del mismo año en el que murió Cobain, así que tampoco pude cogerla como referente. 
Tanto la música grunge como el cine más social son rasgos de la Generación X: es decir, los que allá entre el 90-95 tenían unos 20 años, acababan de pasar la adolescencia, (los que la habían aguantado) y ahora tenían que entrar en el mundo adulto. Son la generación posterior a la de mis padres y casi la anterior a la mía. Aún consiguieron tener trabajos más fijos, y estaban bien preparados en cuánto a estudios. 

Ahí empezaban a terminarse los 90 y yo a crecer y empezar a ser adolescente. La música que casi todo el mundo escuchaba eran los Backstreet Boys, las Spice Girls, o Alejandro Sanz, lo cual marca una diferencia bastante importante con Pearl Jam, Nirvana o Audioslave. En el cine Titanic arrasaba en el 97, tanto en taquilla como en los Oscars. Y todos la vimos. 
Aunque claro, también, aquí en España empezaba a germinar el HipHop, que quizá sería la novedad, el momento que necesitábamos un buen grupo de adolescentes para adoptarla como música de referencia, y se estrenaron tanto Matrix como El Club de la Lucha, dos bombazos del cine, aunque hechos por gente que había crecido a la sombra de la generación   X... Estaban asqueados de todo y preveían futuros apocalípticos, (cosa que al final no iba tan descaminada) y tanto a mi como a muchos nos dejó con los ojos como platos. Y de repente, todos nos vimos en el cambio del milenio y con el temido Efecto 2000 a las puertas. Pero eso será contado otro día.

sábado, 9 de agosto de 2014

Siempre

Apretó los cordones de sus zapatos, abrochó el último botón del pantalón y se dejó caer la camiseta por encima. Cogió las llaves, el paquete de tabaco y se guardó algo en la cintura.
Salió a la calle, con un destino totalmente claro.
No oía otra cosa que su voz, resonando una y otra vez, repitiendo aquella frase, una y otra vez, una y otra vez.
"It´s a dark nigth" resonaba en los cascos mientras subía, cada vez a más velocidad a su destino.
- Hola- le saludó al entrar.
Dos tiros. Rápidos. Certeros. Uno en la cabeza y el otro en el corazón. No volvería a ver el sol, eso estaba claro. Siempre lo había tenido claro, aunque nunca había pensado en tener que llegar a esos límites. Pero él había sobrepasado el punto de no retorno.
Todo el mundo se quedó quieto, nadie gritó cuando lo vio sacar el arma y descerrajarle las dos balas prácticamente a bocajarro, sin mediar palabra, sin duda por miedo.
Él se sentó, dejó el arma a un lado, apoyada en una de las mesas de la terraza del bar y se encendió un pitillo.
Uno de los amigos del chico que yacía en el suelo desangrándose miraba hacia dónde él estaba, tranquilamente, fumando, mirándolo con odio.
-¿Qué coño has hecho?- le gritó abrazando la cabeza de su difunto amigo. Luego se dirigió al camerero.- ¡Rápido, llama a una ambulancia, a la policía!
Mientras el camarero, todavía en estado de shock llamaba, él, seco, y un tono monocorde dijo:
- Tranquilos, no pienso moverme de aquí. Sé lo que he hecho y a lo que me atengo...- una frialdad absoluta acompañaba a cada una de esas palabras. Una frialdad que también se reflejaba en los ojos inexpresivos, que miraban hacia arriba, cada vez exhalaba una calada del cigarro, y tamborileaba los dedos en el mango de la pistola.
Apenas unos minutos después apareció la policía. No les dejó ni abrir la boca. Se giró, con las manos en la cabeza, después de poner el seguro de la pistola y acercarla hacia dónde ellos estaban.
- Conozco mis derechos, agentes. Yo he hecho esto, soy el culpable. Esta pistola la he conseguido de casa de mi abuelo, que es ex guardia civil. Mi nombre y el por qué de lo qué he hecho se lo explicaré cuando estemos en comisaría. No quiero abogado ni haré uso de mi llamada- dijo dirigiéndose al coche, ante la atónita mirada de todos los presentes, esperando a que le pusiesen las esposas y lo metiesen dentro.

Una semana después ya estaba en la cárcel. Juicio rápido. 20 años de condena.
- 117, tienes una carta.- dijo el funcionario lanzándosela encima de la mesa en la que leía, dentro de la biblioteca.
Alzó la vista, sonrió entre dientes al ver al remitente, la abrió y estiró la hoja, doblada en tres partes.
"Muchas gracias.
Nunca me hubiera atrevido a hacerlo.
Ya no aguantaba más.
Sé que todo esto, que te sacrifiques así, es por mi, aunque en el juicio lo negases.
Te quiero.
Siempre.
-R-"
Cerró la carta, la guardó y una pequeña sonrisa pintó su cara.
Ella era al fin feliz, y nunca más iba a sufrir por aquel motivo.
Se levantó, fue hacia su celda y se echó en la cama.
Sólo quedaban 19 años, 11 meses, y 51 semanas.

jueves, 7 de agosto de 2014

Compañeros de Piso Pt.III

- Eres un puto quejica de mierda- dijo dándome una cerveza mientras se sentaba en el sofá que tenemos al lado de la tele.
-Gracias tío, yo también te quiero...- dije con sorna, quitándole la tapa a la cerveza con al abridor que tenía tirado en el mueble.
- No me vengas con ostias, Karlos... Llevas dos putas días llorando... Que yo entiendo muy bien que te duela la espalda, que no duermas, y que la mierda esa que te estás tomando te deje medio monguer todo el día. Pero una cosa es el dolor físico... Tú te estás maltratando porque te sale de los cojones, y eso no es de dos días para aquí... ¿Cuánto hace que nos conocemos, nueve meses? Y sigues... Y dale Mariano al torno...
Estaba realmente enfadado, nunca lo había visto de ese modo. Sergio es el mítico que no se enfada ni te juzga por nada, pero ahora estaba desatado.
- ¿Qué es esa mierda de cascarte "Conoces a Joe Black" y luego subir la foto de Claire Fontani? ¿Y todas esas historias ñoñas que escribes en el que el chico siempre es el que pierde? No tienes cojones... Y ahora viendo "Cómo conocí a vuestra madre"... Macho, te falta un pijama rosa y una tarrina de Haggen Dazz, ¿quieres que te baje al 24 horas a por uno? No me cuesta nada...- destilaba ácido en cada palabra que salía por su boca- Repito, no tienes cojones... ¿Por qué no te tiras a la piscina de una puta vez? Me hace un montón de gracia esa tontería de que lo único que quieres es que ella sea feliz... ¿De qué te sirve todo eso? Tú eres feliz, no me digas más... 
- Tienes razón- contesté tras macerar varios minutos la respuesta, viendo el final del capítulo- Toda la razón del mundo...
- ¿Pero...?- me cortó- Siempre tienes un pero, atontado...
- Pero...- sonreí- No es mi guerra, ¿qué quieres que haga? Yo no pruebo cómo es de hondo el río con los dos pies...
- Oh, venga, otra gilipollez que repites cada dos por tres, ¿qué coño es eso, tío? Siempre con la tontería esa de tener claros los pasos... Me he casado con 18 años, he tenido los cojones de mandar mis novelas a editoriales, he seguido dibujando cuando nadie daba un duro por mi y tengo dos putas novelas gráficas, y tú eres mejor escritor que yo... Incluso eres mejor persona que yo... Te preocupas por la gente, ayudas a la tía esa de tus escritos, aunque aún ni me la hayas presentado, te sacrificas por gente que conoces aún a sabiendas que no vas a recibir lo mismo... Me has contado lo de la pelirroja esa que se fue cuando la conociste con 12 años y de la que estuviste enamorado durante siglos sin que ella lo supiese, ¿quieres que siga con todo lo que te ha pasado? Venga ya... Tienes que tener una excusa mejor que esa...
- No quiero perder lo que tengo ahora...
- ¿Eso es lo único que se te ocurre decir? No tienes nada...- terminó la cerveza de un sorbo largo y profundo y la dejó con un golpe sobre la mesa. Luego me lanzó un pitillo y se estiró en el sofá. 
- Sergio, tenemos visiones diferentes, sé lo que hay, sé lo que quiero, sé lo que es posible tener y sé lo que voy a tener... El problema no es ese, el problema es que me da igual.
- Así te luce el pelo, chavalín, así te luce el puto pelo... Y ahora calla, que están dando "Dos chicas sin blanca", y sabes que me flipa.
Me callé, encendí el pitillo y empecé a pensar en todo lo que me había dicho. Un hijo de puta que paga la mitad del alquiler. Un hijo de puta que en nueve meses me había calado. Un hijo de puta que no podía tener más razón.

jueves, 31 de julio de 2014

La Chica y la Piedra

Estaba a punto de anochecer cuando llegó a su sitio preferido. Se soltó el pelo, se descalzó, y, remangándose la falda, se sentó en una piedra.
Le gustaban mucho aquellas vistas: el mar, enorme y azul, se extendía ante sus ojos verdes, y el sol, pequeño y rojo, parecía mirarla desde el medio del océano, despidiéndose de ella hasta el día siguiente.
Pensaba en cómo le iba el día, en todas las cosas que habían sucedido, en lo que le iba costando sacar el día a día. Hablaba de su novio, de sus momentos buenos, de su futuro juntos... De lo que la querían sus amigos, que, aunque ahora algo alejados, siempre estaban cuando los necesitaba. 
Pero de un tiempo a esta parte, la sonrisa con la que disfrutaba de aquellos minutos ya no estaba. 
Un día, se sentó, y empezó a acariciar la piedra, hablando sola.
"Ya nada es como antes, mira que lucho y lucho porque todo vuelva a la normalidad, pero cada vez cuesta más, es duro, pero sé que jamás bajaré los brazos, yo no era así..." apoyó con fuerza la mano a la piedra, y un nuevo brillo afloró a sus ojos, "Yo no soy así".
Día tras día, volvía allí, siempre a la misma hora, siempre a la misma piedra, y, como conversando con aquel lugar, resumía su vida, y cada vez que se levantaba para volver a casa, un nuevo impulso le hacía afrontar su vida con más energía, más positividad, más amor por sí misma. 
Meses después dejó de ir, había cogido las riendas y al fin había vuelto a ser feliz, se había dado cuenta que lo principal de su vida era ver aquella sonrisa que, tras tanto tiempo de lucha, había recobrado.
Una gota empezó a resbalar encima de aquella piedra en la que siempre se sentaba. 
De tanto escucharla, aquella piedra se había enamorado de la rubia de los ojos verdes.

domingo, 27 de julio de 2014

Los Poemas Perdidos Sin Rima Pt.II

Cuatro años en tu cárcel.
Dibujada en todas mis paredes.
Silueteada en todos mis poros.
Recordada en todos los momentos.
48 meses sin abogado.
48 meses enredado en tus redes.
48 meses colgado a tus lloros.
Recordando todos aquellos momentos.
Tantos días tumbado en este catre.
Tantos sueños tumbados de un plumazo.
Horas y horas buscando una salida,
A un laberinto que yo mismo he creado.
Veo la luz a través de las rejas de la ventana.
Y las sombras me recuerdan tu cara.
Pongo la manta encima de la mía
Pero sigues ahí metida.
La condena esta cumplida,
Y este condenado ya no conoce otra vida.

miércoles, 23 de julio de 2014

Los Poemas Perdidos Sin Rima

"Tenerte grabada a tinta en la piel.
Tenerte grabada a base de recuerdos en la memoria.
Tenerte grabada a sangre en el corazón.
Tenerte grabada para siempre en la vida.
Cómo olvidarte así.
Cuando cierro los ojos y veo los tuyos.
Cuando estoy en silencio y escucho tu sonrisa.
Cuando los pies, sin pensarlo se dirigen hacia dónde estás.
Cuando sin querer, sólo veo el futuro contigo cerca.
Cadena perpetua sin libertad condicional.
Castigo sin posibilidad de perdón.
Sin posibilidad ni deseo de cambio.
La triste vida de un condenado sin crimen."

martes, 22 de julio de 2014

Eterna Sonrisa

Abrió la puerta, dejando las bolsas en la entrada y dejando caer las llaves en la mesilla de la entrada. Apagó la música y recogió los cascos, tirándolos hacia el salón, mientras se quitaba la chaqueta.
- ¡Hola!- gritó, sin recibir respuesta.
Extrañado, asomó la cabeza hacia el pasillo y vio la puerta del salón cerrada. Quizá Antía estuviese en la habitación, recogiendo cualquier cosa y no le había oído.
Se recogió el pelo con una diadema, como siempre hacía al llegar a casa y fue hacia la cocina. Abrió la nevera, cogió una cerveza, la abrió y dio un gran sorbo. Se sentía seco, y el frescor inundó su garganta, llevándolo a un nuevo estado de relajación. Entró en el salón y fue hacia la terraza. Estaba anocheciendo y desde allí la puesta de sol era espectacular. De hecho, habían escogido aquella casa precisamente por eso. Les encantaba. Decidió proponerle cenar una ensaladita mientras charlaban con un par de cervezas y música de fondo. Una buena manera de terminar un lunes.
Volvió adentro de la casa y abrió la puerta de la habitación. Se trastabilló y la cómoda de la entrada cayó al suelo. El ruido fue estremecedor, pero él quedó de rodillas, con la cerveza en la mano.
"Tienes que llamar a una ambulancia" oyó decir a su propia voz, "Antía está bien, sólo tienes que llamar a una ambulancia". Sabía que no era así. Antía no estaba bien y no iba a volver a estarlo jamás. Nunca podrían tener hijos, nunca volverían al cine, nunca estarían tomando una ensalada, conversando entre cervezas y música. Una sensación de ahogo se estaba apoderando de él. Una mezcla de ganas de gritar, llorar, golpear todo lo que le rodeaba, intentando volver atrás... Pero su cuerpo seguía allí, de rodillas, tieso al lado de la cómoda, con los ojos fijos en el cuerpo, que miraba hacia dónde él estaba, de Antía, cuyos ojos parecían pedirle perdón.
Oyó la puerta, pero como un sonido lejano, tamizado por unos grandes cascos que sólo le filtraban palabras sueltas a su cerebro.
- ¡¡¡¿¿Qué ha pasado, Kako??!!!- gritó uno de los vecinos, mientras otro llamaba a la ambulancia.
Deberían haber entrado con las llaves que ella les dejó cuando, hacía un par de meses se habían ido de vacaciones.
No pudo contestar, sólo lo miraba sin saber qué decir, sin saber por qué él estaba allí. Sólo quería que nada de eso estuviese pasando. "Tienes que contestarles, tienes que levantarte y empezar a tomar las riendas de esta situación", escuchó de nuevo una voz idéntica a la suya, ordenándole moverse. Sabía que era lo correcto, pero su cuerpo seguía sin responder. No quería moverse. Tenía la sensación de que, volviendo a la velocidad en la que todo el mundo se estaba moviendo menos él,  la muerte de Antía sería real. Y ya nunca volvería a sonreír cuando la viese dormida, ni a secarla tras salir de la ducha, ni a jugar con ella. Ya nada existiría. Nunca más.
Sus ojos de repente se fijaron en su mano izquierda, que todavía mantenían firmemente agarrada la cerveza. Levantó la vista y vio que tanto Jose como Manu, sus vecinos, estaban al lado de la cama, llevándose las manos a la cabeza mientras llamaban a la policía.
Era su momento. Golpeó con furia la cerveza contra la cómoda, partiéndola por la mitad. Se salpicó la cara, pero una sonrisa se pintó en su rostro al ver la forma en punta que tenía una de las partes de la botella rota.
-¡¡¡NOOOOO!!!- gritó Jose intentándose lanzar hacia Kako.
Demasiado tarde.
La sangre manaba a borbotones de su cuello, ahora cortado, mientras el cuerpo del chico caía de espaldas, mirando al techo ya con una eterna sonrisa.

lunes, 7 de julio de 2014

El Samaritano y el Solidario

Os voy a contar una historia, que hace tiempo que no uso esa frase...
"Una vez, caminando por el desierto, un hombre cayó a un hoyo que había. Pasó un par de días allí dentro, maldiciendo su suerte, cuando de pronto vio que alguien pasaba.
- Por favor, viajero del desierto, ayúdame, me he caído en este agujero hace dos días, tengo hambre y frío...
Sin pensarlo dos veces, aquel caminante se lanzó hacia el agujero. Una vez allí, lo subió a hombros intentando que pudiera alcanzar el borde de aquel boquete para poder salir. El primer hombre, una vez se vio fuera, de la alegría se fue, felicitándose por su suerte, y dejando a su ayudante en el mismo sitio que él acaba de abandonar.
Pero de cuando en cuando, la suerte vuelve, y en ese momento, otra persona apareció en escena.
- Ayúdame, he caído en este agujero y no puedo salir- gritó.
El joven caminante se paró. Miró hacia el agujero y luego a su alrededor. Había un árbol apenas a unos dos metros del agujero. Abrió su mochila, sacó una cuerda que llevaba y la ató al tronco de aquel árbol y luego a su cintura. Poniéndose en el borde del agujero estiró su mano hasta coger la del hombre ayudándolo a salir de allí."
Esta historia, aunque no era del todo así, si no una versión, me la contó mi tío Kike en uno de mis veranos en Cangas, y me dejó pensando toda aquella noche.
La moraleja que saqué de todo aquello fue que uno puede intentar ayudar de dos maneras: La samaritana y la solidaria.
La samaritana es a la que te lanzas a ayudar sin pensar en las consecuencias, sólo quieres ayudar sin pensar cuál puede ser la mejor manera, si te cuesta o no, o si la respuesta de la persona ayudada es la que tú esperas que sea, es decir, una respuesta positiva, en la que el ayudado no te dejará hundido en el agujero.
La solidaria es en la que ves el problema, analizas las posibles soluciones, y ayudas, pero siempre usando también la fuerza del ayudado, para que, una vez solucionado, ninguno de los dos protagonistas de la situación sufra daño alguno.
Yo, personalmente, he sido las dos partes de esta historia. Me he tirado a intentar salvar a la gente sin pararme a pensar en qué podría salir mal y unas cuántas muescas en mi alma podrían atestiguar eso. Ahora procuro ser, no lo contrario, si no el que espera, sentado en el borde del agujero, que la persona que necesita ayuda estire la mano. Últimamente me gusta decir que soy el que está sentado encima de la piedra que está al lado del río en el que la gente prueba cómo es de hondo con los dos pies. Y si alguna vez hace falta mi mano para salir del agua, allí estaré.
Y creo que es una buena manera de vivir.

domingo, 6 de julio de 2014

Quizá, quizá, quizá...

Muchas veces he escrito relatitos cortos sobre perder la memoria. Sobre lo que podría sentir alguien que, de repente, olvida todo lo que le ha pasado, a toda la gente a la que ha conocido y sobre lo mal que lo pasaría en ese caso. 
Hoy he estado viendo pelis, todo el día, viendo pelis. de superhéroes, comedias... Y en todas a los protas les pasaba algo relacionado con la memoria, y ahora no sé... Pienso que quizás olvidarlo todo, empezar completamente de 0, no sería tan mala idea. 
Resetear. Volver a tener esa sensación única que tienes al conocer a alguien especial en tu vida. Volver a conocer a amigos. Volver a ilusionarme por todo. No pensar en todas las putadas que llevo encima por culpa de esa parte de la familia que me está jodiendo porque, simplemente, no la recuerdo. 
Quizá volvería a tropezar en la piedra en la que estoy sentado, y volvería a lo mismo, pero andar de nuevo ese camino, con todo lo bueno que ha tenido, no sería tan malo. O quizá sí.
Quizá no conocer a toda la gente que quiero hubiese cambiado mi vida a mejor. O quizá a peor.
Quizá todo lo que ahora estoy escribiendo es sólo una manera de hacerme a la idea de que nada cambiará, pero verlo negro sobre blanco me provoca esa vana ilusión de que quizá pudiese lograrlo.
Quizá no quiera olvidarlo todo. Olvidarme de ella, o de ella, o de aquella otra ella que han conformado todo lo que ahora soy sería un error. 
O quizá la lobotomía, como en aquel capítulo de House en el que el protagonista tras operarse conseguía olvidarlo todo, no sea tan mala idea.
Quizá la vida sea una sucesión de quizases, y yo un pedante que sólo escribe porque no tiene valor de hacer lo que realmente quiere. O quizá no.

miércoles, 2 de julio de 2014

Kill or Kiss Me

"Mátame o bésame" le exigió, quitándose la camiseta y acercándose a la punta de la lanza que ella tenía en la mano, hasta el punto de notar un pequeño pinchazo. "No puedo seguir así, no sé qué es lo que deseas. ¿Me quieres, me odias?"
"Te quiero, claro que te quiero" contestó ella con lágrimas en los ojos.
"Bésame entonces..." Ella acarició su cuello y lo acercó rápida a sus labios, mordiéndolos con pasión, mientras él se desangraba, con la lanza clavada en el fondo de sus entrañas. 
No sabían quererse de otra manera.

13 Ideas

13 ideas. 12 libros. 11 historias por escribir.
10 meses en el limbo. 9 semanas buceando en mi mente. 8 días de espera.
7 horas intentando dormir. 6 minutos de dolor. 5 segundos de duda.
4 paredes. 3 heridas. 2 personas.
1 razón: .

domingo, 22 de junio de 2014

Ella

Llevaba unos vaqueros flojos, pero que marcaban su estilizada cintura. Una camiseta blanca, sin dibujos ni estridencias, una camisa vaquera y unos tenis blancos con ribetes rosas. Sus ojos, color caramelo, guardaban secretos, ilusión y tristeza a partes iguales.
Su sonrisa era doble: Cuando sonreía francamente era un espectáculo digno de ver, pero cuando solamente era una risa social, nadie diría que en realidad pensaba en otra cosa.
Cogía el vaso y daba un pequeño sorbo, desapareciendo unos segundos en su mundo particular, al que muy pocos tenían acceso.
Era perfecta, pero nadie más que él lo sabía.

sábado, 21 de junio de 2014

No Me Dejes Solo

Se despertó en una cama de hospital, era de noche. Le dolía todo. Sabía que algo raro había pasado, pero no conseguía recordarlo. Tosió y el pecho parecía que le iba a explotar. Una enfermera entró en la habitación.
- Al fin se ha despertado ¿Cómo se encuentra?
- Me duelen muchísimo las piernas y el pecho al respirar...- le subió la medicación en el gotero.
- ¿Sabe qué día es hoy?
- Creo que es 3 de diciembre.
- Señor, estamos en mayo, ¿no recuerda nada?
Los ojos se le abrieron como platos.
-¿Qué... qué me ha pasado?- preguntó con voz temblorosa.
- Tuvo un accidente de coche, se rompió las dos piernas y el brazo derecho, tres costillas- dijo leyendo el historial- Y luego entró en coma, es prácticamente un milagro que esté hablando ahora mismo conmigo. Voy a llamar al doctor Casas, tendrá que hacerle nuevas pruebas neurológicas. ¿Quiere que avise a sus familiares?
- ¿Familiares? ¿Tengo familia?
- ¿No los recuerda?
- No me acuerdo de nada- su cara era el reflejo de una profunda desesperación. Intentó incorporarse, pero tras tanto tiempo postrado en la cama le costaba un esfuerzo enorme moverse.
- Vengo ahora con el médico, procure relajarse.- salió corriendo hacia la sala de médicos.
Se quedó sólo en la habitación y el pánico le invadió. intentó hacerse una composición de lugar: Había tendo un accidente que no recordaba, se había roto prácticamente todo el cuerpo, había pasado varios meses en coma, y, lo más importante, tenía familia, pero su memoria la había borrado.Tenía miedo. Miedo de no reconocer a nadie. Miedo de no poder recuperar la memoria nunca. Miedo a haber perdido 30 años de su vida.

Al día siguiente, tras pasar una noche de pruebas y más pruebas, su habitación estaba llena de gente. Estaban sus padres, su hermana, sus tíos, algunos de sus primos, unos cuantos amigos... Todos lo miraban con una mezcla de estupor, pena e ilusión por verlo despierto.
- Lo siento mucho, pero no me acuerdo de ninguno de vosotros... ¿Podéis contarme cómo era mi vida?
- Eres fotógrafo para un periódico, vives en un piso en el centro... Eres una de las personas más vitales que conozco- dijo uno de sus mejores amigos.
- ¿Estaba casado o tenía hijos?
- No, hace poco lo dejaste con Sonia. Menos mal que ya no forma parte de tu vida esa chica- contestó secamente su madre. 
- No la recuerdo- cada vez se sentía más frustrado y cansado- ¿Qué me pasó con esa chica?
- Te estaba separando de todos nosotros, nadie la aguantaba, sólo tú te empeñabas en hacernos comulgar con ella, y para colmo, en diciembre, decidió irse sin decirte nada. No me extrañaría que te hubieses despistado al volante por estar pensando en ella- comentó su hermana.
- Por favor, os agradezco mucho que hayáis venido, pero tengo que descansar un poco- dijo casi rogando- ¿Me podríais dejar solo? Quiero dormir un poco...
Cuando todos se fueron lloró. Lloró amargamente. Había perdido una vida de ensueño, unos recuerdos que jamás volverían. Se levantó y fue hacia la ventana, abriéndola y dejando que el aire le refrescara un poco.
- ¿Se puede?- una voz de mujer sonó tras dos pequeños golpes en la puerta.
- Claro...- se giró secándose las lágrimas con el dorso de la mano cuando la vio. Algo en su cabeza hizo click, y un torrente de recuerdos apareció de nuevo en él.- Sonia...- se acercó a ella, fundiéndose en un abrazo- Por favor, no me vuelvas a dejar solo...

jueves, 19 de junio de 2014

Todo Aquello

Aquella primera tarde que la vi.
Aquella primera sonrisa que me dedicó.
Aquel primer beso.
Aquellas conversaciones hasta el alba.
Aquellas horas muertas, contemplándola en silencio.
Aquellas frases convertidas en miradas.
Aquella sonrisa por la que daría la vuelta al mundo.
Aquel sonido cuando se ríe, que llena el silencio.
Aquella voz que provoca la mía, cuando la oigo.
Aquellas despedidas.
Aquellos saludos.
Aquellos paseos sin rumbo fijo. 
Aquellos regalos.
Aquellas caras de ilusión. 
Aquellos ojos felices que me miraban cómplice.
Aquellas lágrimas que compartimos. 
Aquellos abrazos.
Todo aquello que tanto añoro.

domingo, 15 de junio de 2014

Los Soñadores Ya No Sueñan

"Nunca sueño", me dijo un día, sentado en el sofá de la sala de estar de casa, con una ojeras dignas de un oso panda, "¿Me explicas de qué vale soñar? Sólo frustra. No quiero esperar algo que puede que jamás pase."
"Eso es muy triste, tío, ¿no tienes aspiraciones, no quieres ser nada el día de mañana? No me lo puedo creer... Nos conocemos desde que éramos niños, ¿te acuerdas cuando querías ser médico para ayudar a la gente?, ¿dónde ha quedado ese chaval?"
"Oh, eso tiene una respuesta facilísima: ese chaval desapareció en el momento en el que no pude estudiar por no tener dinero", respondió encendiendo un cigarro.
"Bueno, eso tiene sentido", le cogí otro para mi, "¿Y ya tampoco sueñas con Yure?", lancé la pregunta al aire, sonriendo sarcástico.
"Sabes que eso está más que acabado. Murió hace mucho, y la verdad, tiene cojones que me lo preguntes...", se levantó y fue hacia la ducha, "¿Me puedes pillar la mochila en la habitación mientras me ducho?"
"Claro tío, sin problema".
al entrar en la habitación me quedé extasiado. Encima de la cama, en un bloc abierto, había montones de láminas. Algunas con Yure dibujada de cuerpo entero, otras de sus ojos verdes, o de su sonrisa.. Había una, absolutamente espectacular, en la que ella estaba sentada en el quicio de una ventana de la casa rural que habíamos alquilado muchísimos años antes.
"No soñarás con ella" pensé mientras cogía su mochila e iba hacia el cuarto de baño, "pero no puedes quitártela de la cabeza todavía".

sábado, 14 de junio de 2014

El Dolor de la Memoria

Ya casi no me acuerdo de lo que es dormir más de tres horas.
Ya casi no me acuerdo de lo que es hablar contigo tres horas
Ya casi no me acuerdo ni de tu sonrisa, ni de tus ojos, ni de nada.
Ya sólo me quedan fotos de lo que era antes de conocerte, y no me reconozco en esas imágenes, y ni me reconozco en estas letras que escribo.

lunes, 9 de junio de 2014

J&H

Siempre supe que era dos personas:
Una era cariñosa, sabía escuchar, se preocupaba por el resto de la gente y, si hacía falta, se dejaba la vida por su gente
La otra era ácida, borde, fiestera y pasota, sólo quería estar bien consigo mismo y, si podía, intentaba sacarse las castañas del fuego y no preocuparse por nadie más...
Por eso su cerebro no pudo más y ahora está en un sanatorio. 
La última vez que fui a verlo me dijo que acababa de escribir la novela perfecta, porque era completamente real, era lo que le pasaba a él. Decía que había escrito "La historia del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde". Me dio bastante pena, y un día, le llevé mi ejemplar de ese libro. Apareció una sonrisa de oreja a oreja en su cara, lo cogió de mis manos y con un boli, escribió algo en la primera página. 
Me lo estaba dedicando el muy cachondo. Luego me lo devolvió, me dio un pequeño cachete en la cara y, guiñándome el ojo, se fue a su habitación.
"Ya sabes quién ha ganado esta batalla, ¿verdad, Karlos? Ayúdame a acabar con ésto"
Se me congeló el alma al leer esto y ver como él seguía sonriendo, haciéndole reverencias cómicas a las enfermeras, mirándolas con aquellos ojos que desbordaban acidez.

lunes, 2 de junio de 2014

El Beso

Anochecía. Era una noche de verano, fresca, limpia, en la que las estrellas parecían pequeños flexos colocados al azar. Se sentó en el quicio de la terraza, de espaldas a la calle y encendió un cigarro. Exhaló el humo y miró hacia el cielo, apartándose el pelo de la cara. Nada había sido fácil pero allí estaba. Contra viento y marea, paso a paso, logró lo que tiempo atrás se había propuesto. Una sonrisa de satisfacción afloró en su rostro justo antes de dar una nueva calada. Se sentía extrañamente feliz, y esa era una sensación que, desgraciadamente, a ella le duraba poco. Había tragado muchos sapos y removido mucha tierra para llegar dónde ahora estaba, por lo que cuando disfrutaba de un momento así quería exprimirlo al máximo.
Él terminó de hacer la cena y salió a avisar a su chica. Se asomó y la vio allí sentada, sonriendo, contenta y se apoyó en el marco, observándola. Se merecía todo lo que le estaba pasando ahora: su casa, su trabajo, su vida... Él se consideraba un mero espectador, un acompañamiento, una comparsa de aquella chica. 
Chica que ahora lo miraba y con un gesto le pedía que se acercase.
Se acercó señalándose el pecho y mirando a un lado y a otro. "¿Yo?", parecía preguntar. "Sí, tú...", respondía ella afirmando con la cabeza. 
Se acercó y apoyó sus codos en las rodillas de la chica.
Ella le acarició la cara, acercándose, mientras reía quedamente.
"Ya está la cena" dijo él en un susurro.
"Gracias" guiñó ella. Se acercó todavía más a su cara y rozó mejilla con mejilla, nariz con nariz, y labio con labio, y justo, cuando él se iba a lanzar a besarla, lo apartó con una sonrisa y, saltando alegremente tirando de su mano, preguntó "¿Hiciste el arroz?" 

martes, 20 de mayo de 2014

¿Sabes?

"¿Sabes? Echo mucho de menos tu sonrisa. Que me dijeras que era la única persona que te hacía sonreír, que eras mejor persona por mi, que los dos lo éramos. Echo de menos todos aquellos días contigo riéndonos, contándonos confidencias. ¿Te acuerdas aquellos paseos, aquellas tardes yendo por la ciudad adelante, a veces en silencio y otras sin parar de hablar con sólo mirarnos? Todo eso echo de menos. Ahora es imposible, lo sé. Pero necesitaba que, aunque ya no valga para nada, lo supieses."
Dejó allí la carta y se fue, con el alma destrozada en mil pedazos por no haber actuado a tiempo.

sábado, 3 de mayo de 2014

Una Sonrisa de Ensueño

Se despertó porque los primeros rayos de un sol de mayo entraron por el único resquicio que permitía la ventana metalizada de su habitación. Un frío suave le recorrió el cuerpo al destaparse, pero cogió la sudadera que estaba encima de la silla, justo enfrente de la cama. Había tenido una bronca con su chica el día anterior, y ella, enfadada, se había quedado viendo la tele mientras él se acostaba. Llegó a la sala y la vio. Acuclillada en el tresillo, con la cabeza apoyada en el reposa-brazos, apenas tapada con una mantita que él le había regalado. Y sonriendo, con aquella sonrisa que, cuatro años atrás le había dedicado y por la que removió cielo y tierra para verla a menudo. No pudo más que arrodillarse enfrente de ella, besar tímidamente su mejilla y susurrar un "Perdóname". La sonrisa de ella se amplió y, abriendo sólo un ojo, le echó la lengua. 

jueves, 1 de mayo de 2014

Moriría por Vos

Me contaba no hace mucho un buen amigo que andaba de paseo por el mundo adelante que no podía hacer otra cosa que echar de menos la tranquilidad de estar en casa, sabiendo que yo pienso todo lo contrario. Él cogió y se fue a Barcelona hace muchísimos años, luego a Francia, Inglaterra, Estados Unidos, estuvo en Italia...Tuvo que comerse mucha mierda trabajando en sitios por cuatro duros, sobreviviendo como podía hasta que conseguía hablar con fluidez el idioma del país en el que estaba, y sobrellevando como podía el hecho de estar separado de la gente a la que quería.
Muchas veces lo hablamos: "¿Por qué no te vas?", me preguntaba él. "Ya lo sabes", contestaba yo. "¿Y tú por qué no vuelves?", decía yo siempre. "Exactamente por lo mismo".
Apenas hace unos meses estuvo unos días en casa. Nos abrazamos con las ganas que se abrazan dos hermanos bien avenidos, o mejor, dos buenos amigos. Sabe que me gusta escribir y que llevo un diario, por lo que fue lo primero que me pidió al llegar. Le di una cerveza fría, el diario y me fui a dar una vuelta. De vez en cuando me gusta coger el coche e ir a dar una pequeña vuelta por las afueras.
Sonó mi móvil, y con un toque, contesté con el manos libres: "¿Puedes venir a casa? Necesito que vengáis..." Luego oí un ruido raro, como si algo cayese al suelo y el móvil se colgó. Frené prácticamente en seco y con un toque de volante di la vuelta, acelerando de vuelta a casa de mi amiga. "Rápido, casa de Sonsi, algo pasa, te veo allí en cinco minutos". No le di ni tiempo de responder, pero sabía que estaría allí. Cuando llegamos, prácticamente a la vez, vimos el percal. Alguien había entrado allí. No sabíamos dónde estaba, pero había alguien. Sonsi abrió la puerta en cuánto oyó que gritábamos su nombre para que nos abriese. Y ahí empezó el fin.
Sólo puede ver que un encapuchado apuntaba hacia dónde ella estaba y apenas tuve unos segundos para lanzarme en la trayectoria del disparo. Noté un mordisco en mi hombro, un mordisco ardiendo que partía mi hueso, pero no noté un agujero de salida, por lo que, como pude, me puse rápidamente de pie, esperando un nuevo disparo. Pero en vez de eso sólo oí un golpe seco, y dos gritos. El tirador estaba sangrando por el cuello, escupiendo sangre. Nuestro amigo estaba tirado en el suelo, sangrando también, pero con una sonrisa de oreja a oreja. 
"¿Por qué lo has hecho?" preguntó ella.
"Pregúntale a él, ha hecho lo mismo" dijo señalándome. 
Y con una sonrisa, escupió sangre y murió.

jueves, 24 de abril de 2014

La Cometa

Era de esas personas a las que no se podía olvidar una vez conocías. Sólo su mirada conseguía que se le parase el corazón, el tiempo, el mundo... 
Todo lo que le rodeaba de pronto iba a cámara lenta. 
Le sonreía, invitándolo a acercarse, pero una vez lo tenía, soltaba cuerda para ver cómo volvía a alejarse, a volar, cómo se convertía en su cometa, para una vez que todos habían admirado su destreza, volver a acercarlo y tenerlo a mano para lo que necesitase. 
No se dio cuenta de que aquel juguete que tanto le gustaba también tenía vida. 
Aquel juguete que siempre quiso estar junto a ella, pasase lo que pasase, pero que no podía sobrevivir a tantos remiendos, a tantas idas y venidas, por lo que un día, en pleno vuelo, quiso soltarse de la cuerda, para, al aterrizar, decidir no ser más la diversión de nadie. 
Pero el tiempo, el viento, las circunstancias volvieron a acercarlo a aquella artista del baile de cometas. Ya era otra persona, ya no quería más juegos, ya no tenía edad para soportar subidas y bajadas. 
Mas quién ha volado una vez, necesita volver a tener esa sensación. Así que un día, haciendo acopio de todo el valor que pudo, volvió al parque en el que tanto tiempo había estado con ella y la vio. 
Seguía teniendo aquella mirada profunda, aquella media sonrisa enigmática, que nunca decía si estaba contenta o triste, pero ella ya volaba otra cometa. 
Él sonrió y llamó a un amigo suyo, pintor.
-Hazme una cometa volando libre, tío, necesito guardar esa imagen para siempre...

Jerarquía

Jerarquizar: Hoy hablaba precisamente de eso con una persona a la que quiero un montón.
No es fácil cuando tienes muchas cosas en la cabeza, pero a veces, el coger perspectiva y no intentar abarcar todo puede permitir conseguirlo todo. Pero no se puede estar "en misa y repicando", como siempre me ha gustado decir. Yo he estudiado mucho y he salido mucho, y he querido mucho a mucha gente. Y no siempre he sabido jerarquizar. Y eso, muy a mi pesar me ha hecho perder oportunidades de todo tipo. No se trata de dar prioridad absoluta a una cosa por encima de las otras que componen la vida o las preocupaciones de uno, si no, simplemente de darles el tiempo y la importancia que realmente merecen.
Hay momentos que piensas que la persona con la que estás o a la que quieres DEBE ser el centro de tu mundo y que todo lo demás es completamente superfluo, otros en los que piensas que el curro/estudios son lo más importante por lo que olvidas a la gente que está contigo en el día a día...
Lo ideal es pararse a pensar en qué es lo que realmente necesitamos en este momento y aparcar hasta que la primera cosa esté solucionada los siguientes problemas, sin preocuparse por si alguna vez se flaquea en el intento de no acaparar todo y arreglarlo, creyendo que somos la versión Lidl de Supermán.
Sin más, y tras esta disertación propia de las horas que son, os deseo buenas noches a todos.
Atte:
El Insomne...

miércoles, 9 de abril de 2014

El Amor y el Insomne

"El amor mata"
Eso acaba de decir House. No sé si mata, pero sé que tiene algo que ver con la química, por lo que tengo por seguro que sí afecta al cuerpo. Sí que te hace ilusionarte o imaginar cosas que ni por asomo son reales. Sí que te crea una necesidad, ya no sólo psicológica, sino física, por ver a la otra persona. 
Siempre lo consideré una horterada, pero la sensación que todo el mundo llama "romperse el corazón" es bastante real. Esa sensación de dolor, de malestar, de desazón o depresión sí que existe cuando la persona a la que quieres te rechaza, te decepciona o simplemente te falla en algo que tú creías que era inmutable, es algo duro contra lo que luchar. Es difícil hacerse a la idea de que algo se ha acabado, sobre todo cuando el cerebro sigue mandando recuerdos a tu mente, sigue haciéndote soñar con esa persona. 
Quizá pudiera llamarlo enfermedad psicológica al amor y no andaría muy desencaminado. Es algo que cuando lo tienes vives como en un mundo ideal que sólo está en tu cabeza: eres muy feliz, todo lo ves genial, incluso las cosas que en otro momento te repatearían el estómago, enamorado te importan menos o nada; y al contrario, cuando lo pierdes, la depresión te invade, pierdes las ganas de todo, incluso te duele la cabeza, el estómago , sientes malestar... Debería existir una droga/medicamento/remedio natural,  que te curase del amor y sus consecuencias, pero desgraciadamente eso no existe...
"El amor mata"
Gran verdad que unos grandes guionistas pusieron en la boca de un gran actor como Hugh Laurie y de su doblador en castellano.
Buenas noches a todos.
Atte:
El Insomne...

martes, 1 de abril de 2014

La Bailarina y el Soldado

Ella paseaba por un mercadillo de antigüedades cuando la vio. Era una bailarina antigua, ejecutando un relevé.  Se enamoró de aquella figurilla al instante; era igual a una que su abuela tenía en la mesa camilla de su casa.
¿Cuánto vale?”, preguntó, sabiendo que por mucho que aquella vendedora pidiese, ella lo pagaría.  
He visto cómo la mirabas, yo también me enamoré de ella cuando me la regalaron. Si tienes 10€, es tuya, pero tienes que prometerme que la cuidarás mucho, y si tienes que regalársela a alguien, ese alguien ha de ser muy especial”, respondió sonriendo. La chica sacó un billete de 20 y lo guardó en la mano de la señora, que agradeció el gesto con una sonrisa cómplice.
Años, muchos años después, el día del 19 cumpleaños de su nieta, la chica que había comprado aquella bailarina decidió regalársela.

Tío, no sabes lo que me he encontrado en el baúl de mi viejo. ¿Te acuerdas de los míticos soldados de cuándo éramos pequeños?”, su amigo asintió, “Pues mira esto”  Era un soldadito de plomo español:  un lancero de los tercios con su sombrero y armadura de hojalata, la capa marrón sobre los hombros, el cinturón con el sable, la lanza, el jubón y los bombachos amarillos y las medias aborladas rojas. “¿Tú sabes cuánto puede valer esto?” El signo del euro apareció en los ojos de los dos chavales, que se las prometían muy felices, yendo a vender aquella valiosa reliquia. Pero no contaban que su primo mayor escuchaba detrás de la puerta, y, sabiendo que a su novia le gustaban esas cosas, decidió que sería para él, un perfecto regalo de compromiso.
Seis meses después se habían casado y, coronando el mueble de la casa, allí estaban la Bailarina y el Soldado.
Te he echado de menos”, dijo la bailarina, mirándolo. “¿Cuántos años han sido, ochenta?

Quizá alguno más”, contestó él, agarrando su mano, “pero sabía que antes o después volveríamos a vernos. Lo nuestro no podía terminar así. Ni la distancia ni el tiempo podría hacer que te olvidase

domingo, 23 de marzo de 2014

El Insomne

Tengo insomnio. No es una enfermedad grave. Casi todo el mundo puede vivir con apenas un par de horas de descanso, y llevo muchísimos años acostumbrado a ésto. Sólo le encuentro un problema. Últimamente siempre que consigo dormirme sueño con una persona a la que hace mucho que no veo, y es una gran putada, porque cuánto más quiero dormir mi cerebro empieza a funcionar a más velocidad porque piensa en ver a esa persona por lo que me desvelo. Y, cuando ya estoy dormido, tengo lo que se suele dar en llamar "sueños lúcidos"; es decir, sé que estoy soñando y que todo lo que está pasando es debido a ello. Incluso sé cuándo me voy a despertar. A veces me da hasta tiempo de despedirme de los protagonistas de mi sueño. Ahora son las 3:00 de la mañana de un domingo. Sé que mínimo tendré una hora más de desvelo y mañana a las 8 de la mañana estaré en la calle. Así que con suerte, si vuelvo a soñar, estaré apenas dos horas en el único sitio en el que me encuentro tranquilo y sin comeduras de cabeza. Buenas noches a todos
Atte.
El Insomne...

sábado, 22 de marzo de 2014

La Decisión de Xoel

Todos los días, al menos una hora, pasase lo que pasase, recordaba todos lo momentos que pasaron juntos. Era un ejercicio de autocompasión. Le encantaba sentirse así. Podría decirse que le gustaba sufrir por ella. Y me lo contaba. Yo le escuchaba atento, un día tras otro, e intentaba hacerle ver que eso no era sano. Que nunca más volvería a verla, que ya había acabado todo. Le recomendé irse de vacaciones lejos de aquí, que conociese a otra gente, que se volviese a fijar en otras mujeres. Y me hizo caso, conoció a una mujer perfecta. 
"Es impresionante tío, es todo lo que podría buscar. Es cariñosa, es guapa, es una de las mejores personas que he conocido", me dijo, "pero hay un problema, ¿sabes?
"¿Cuál?", le pregunté yo, aún sabiendo la respuesta.
"No es ella"
Me esperaba esa respuesta, yo conozco a esa chica. De hecho conozco a las dos chicas. Una es su pasado: una persona muy dura, muy difícil es no fijarse en ella, una chica inteligente, muy centrada y también cariñosa. Cualquier hombre podría enamorarse de ella. La otra es la novedad: ese soplo de aire fresco, la mujer de la sonrisa permanente y los ojos vivarachos, una belleza increíble unida a una inteligencia y una seriedad como pocas veces he tenido el placer de conocer. 
Entiendo que mi amigo dude entre las dos. Pero una cosa es el pasado y otra el futuro. Una ya salió de su vida, por más que se empeñe en negarlo y la otra no ha entrado, por su negativa a aceptar lo primero.
"Date una oportunidad, tío", le dije, "¿De qué te vale estar penando por las esquinas, llorando por algo que ya no tienes?"
"¿Y eso me lo dices tú?", contestó, "¿tú que has estado en la misma situación que yo?, ¿cómo puedes decírmelo tan pancho?
En parte tenía razón. A mi me pasó lo mismo, no una, ni dos, si no muchas veces, pero creo, en parte, que supe cerrar las puertas que ya estaban entornadas. 
Se despidió de mi, dándome un abrazo. Un abrazo que sonaba a despedida, a que toda nuestra amistad se había acabado con aquella frase.  
"Anímate hermano", le dije palmeando su espalda, "Y ya sabes que aquí estoy para lo que necesites".
Pasaron un par de días en los que no supe nada de él y, al tercer día, extrañado de seguir sin noticias suyas, lo llamé. Tras varios tonos, y casi cuando iba a colgar, contestaron al teléfono. Me extrañó que fuese su hermana la que me contestó.
"Hola Marga, ¿Y tú hermano?"
"Xoel se ha suicidado" dijo entre sollozos.
La noticia me dejó en shock. Me vestí a toda prisa y salí camino de su casa lo más rápido que pude. Todo pasaba a una velocidad que no era ni medio normal. Me daba la sensación que aunque el mundo se movía de manera normal yo sólo lo apreciaba a cámara lenta. Abracé a Marga cuando abrió la puerta. 
"Papá y Mamá están en el hospital, preparándolo todo. No entiendo por qué ha hecho esto", no paraba de llorar, desconsolada, "Ha dejado una nota y una carta para ti, ¿quieres leerla?"
Me la trajo y la abrí, sentado en el sofá en el que siempre jugábamos a la consola. 
"Karlos, sé que esto te va a parecer una cobardía indigna de un amigo tuyo, pero no podía más, nunca superaré que Irene se haya ido de mi vida. Almudena es un cielo, pero nunca será Irene, quiero que la cuides, que seas lo que yo no pude ser para ella, prométemelo, o volveré a hacerte la vida imposible", qué cabrón, aún se reía hasta en el último minuto. "Espero que sepas perdonarme, sabes que te quise como a un hermano, pero no quiero vivir en este mundo sabiendo que nunca más estaré con ella".
Al día siguiente, en el cementerio, durante su entierro, las vi a las dos.
"¿Por qué lo ha hecho, Karlos? ¿Por qué se ha ido así?", dijo Irene abrazada a mi cuando me acerqué a saludarla. No podía decirle lo que sabía. No podría soportarlo, ni yo podría soportar verla así de dolida, por lo que sólo acaricié su pelo y la besé en el hombro.
"¿Por qué no me ha dado la oportunidad de intentar hacerlo feliz? Lo quería muchísimo... Y ahora, ahora no entiendo nada..." me dijo Almu cuando me acerqué a ella. Tampoco le contesté, aunque esa respuesta sí que la tenía clara. No era una persona que conociese la gama de grises, sólo se movía entre el blanco y el negro.
Ahora me he tatuado su nombre y he escrito esto como terapia, para no olvidarlo nunca. Amigos como Xoel son bendiciones que la vida te da, y hay que recordarlos.

La Sonrisa

Su corazón era un puzzle de 10.000 piezas. Sus ojos ya no miraban con el brillo de antes, su sonrisa seguía siendo bonita, pero ya no lucía como antes. Los golpes que la vida le había dado la habían cambiado casi por completo. Pero "al mal tiempo buena cara" seguía siendo una de sus máximas, y la cumplía a rajatabla. Limpiaba los vasos detrás de la barra mientras miraba al chico que siempre, a las cuatro de la tarde, entraba en el bar, se sentaba en la mesa de enfrente de la televisión, sacaba su pequeño portátil, pedía una cerveza y se ponía a escribir. Él tenía el pelo corto, barba de tres días, y quizá era un poco más alto que ella. Cuando entraba siempre le sonreía y cogía la cerveza, "para que no tengas que moverte", había dicho el primer día que había entrado allí, mientras le sonreía y le guiñaba un ojo, cómplice. Le provocaba curiosidad saber cómo era el chico, qué era lo que escribía, qué era lo que le hacía teclear con pasión las letras de aquel ordenador, que le encerraba en sí mismo, hasta que de pronto, como recién salido de un éxtasis, cerraba el ordenador, lo guardaba en su bandolera, se levantaba, pagaba la cerveza y con un sonrisa y un guiño se despedía de ella, con un quedo "hasta mañana". 
Había preguntado entre los clientes habituales si alguien lo conocía, pero nadie sabía de dónde había salido aquel muchacho. Muchas veces había pensado en hablar con él, pero se metía tanto en su propio mundo que le daba algo de rabia importunarle. Y así día tras día.
Pasaron varias semanas así, hasta que un día, cuando el chico se había levantado para ir al cuarto de baño, no pudo contenerse y se acercó a la mesa del chico. Allí leyó la historia de un chico que se enamoraba de una camarera. Él salió del baño, y ella le sonrió, le sonrió como hacía tiempo que no sonreía, y él le devolvió la sonrisa, sabiendo lo que había pasado. 
"Espero que le gusten los puzzles", pensó mientras se acercaba, ya convencida que todo podría ir a mejor.

jueves, 20 de marzo de 2014

Reencuentros a las 4 de la mañana

Recuerdo aquellas noches hablando hasta tan tarde que el sol volvía a saludarnos mientras a nosotros nos daba la sensación que no habían pasado ni cinco minutos desde que nos habíamos separado. Cómo no nos decíamos "te quiero" por no gafar, y porque a  ninguno de los dos nos gustaba abusar de esa frase sin que fuese real. Cuando lo dijésemos tenía que ser cierto. Aquellos sofás en casa de mi madre, uno al lado del otro, en los que nos buscábamos las manos mientras todo el grupo veíamos la tele, o el tresillo de tu casa en el que me quedaba dormido viendo alguna serie que te gustaba apoyado en tu regazo. Tus ojos azules mirándome cuando me despertabas y esa sonrisa, llena de dientes blancos, aquella sonrisa tan franca, tan mía, tan tuya... 
Eran otros tiempos, no nos importaba nada lo que pudiera pasar, y de repente, de un día para otro, todo cambió. Ya no eras tú, te habías convertido, de la noche a la mañana, en todo lo que siempre habías criticado. Me sonreías, pero estaba pintada en tu cara esa sonrisa. Me mirabas con aquellos ojos que me habían dejado seco en cualquier otro momento, pero que ahora eran sólo una pupila negra rodeada de un iris azul...
Yo tampoco era el mismo. Mi instinto de super vivencia, como luego he podido comprobar en otras situaciones, estaba desconectado y aquel golpe, tan poco esperado, hizo que volviera a abrirse los puntos que tenía dentro del alma... 
Pero te sigo recordando como aquella mujer, que una vez me quiso mucho y a la que quise como a pocas...
Un poco de aquel chico que fui me encantaría que le pegase una bofetada al que soy ahora y le gritase: "Nené, si sobreviviste a eso,¿ qué coño te quejas ahora? Que en peores plazas hemos toreado, coño..." Y, quizá, que mis dedos vayan prácticamente solos escribiendo esto, es el toque de atención que necesitaba. 
Así que a lo mejor no me he escapado tanto de lo que fui, ni me he alejado tanto de lo que quiero llegar a ser...

miércoles, 19 de marzo de 2014

Todo es cíclico

5 de la mañana. Los ojos como los búhos. Pocas ganas de dormir. Tener en la cabeza a quién no tengo que tener. Recordar a quién no está. Echar de menos a quién todavía no ha llegado. Saber que el sueño me hará volver a ver a quién no es recomendable ver. Tener apalabradas todo lo más dos horas de dormir. Sólo apetecerme escribir. Hacerlo y no encontrar inspiración como la de antaño. Las musas ya no pasan por aquí, y se les echa de menos. Verme el tatto. Pensar en todas las chicas que tengo en el brazo. Saber que están bien. Pensar otra vez en lo viejo que ya estoy. Volver a echar de menos a quién no ha llegado. Volver a recordar a quién ya no está.
Todo es cíclico.

domingo, 16 de marzo de 2014

Cómo Conocí a Vuestra Madre

De esto que es domingo, terminan Los Vengadores, cambio de canal y están dando varios capítulos de Cómo Conocí a Vuestra Madre... 
La serie en sí es una chorrada y supongo que todos sabéis de qué va: un treintañero sienta a sus hijos en un sofá y les cuenta cómo conoció a su madre, punto por punto, explicándoles todas las mujeres que pasaron por su vida hasta que encontró a la idónea. 
Pero en éste último capítulo que vi yo, en el que Barney se casaba, tiene una conversación muy interesante con Robin. La cosa viene a ser así:
Ted- Siempre creí que un día entraría en mi bocatería preferida y, de repente, vería a una mujer que pediría mi comida preferida, mientras tarareaba la canción que yo tengo en la cabeza y llevaría en la mano mi novela preferida...
Robin- ¿Y ya no piensas eso?
Ted- Ahora sólo pienso: ojalá esa zorra no se lleve el último bocadillo de pan integral...
Salvando las distancias, y leyendo un poco entre líneas, lo que Ted quiere decir es que siempre esperó a la mujer de su vida, al amor que te hace saber que esa es la persona con la que quieres pasar el resto de tu vida... Y eso está muy bien. Todos queremos encontrar a esa persona. El problema es que casi nunca la persona que consigue que queramos pensar que moriríamos por ella, sienta lo mismo por nosotros. 
Hace años creía en el amor a primera vista, creía que podría cambiar por alguien a quien en realidad quería, y esas cosas a las que llamo "tonterías de crío", pero ahora, con la edad del prota de la serie que estaba viendo, echo la vista atrás y pienso que he dejado pasar a las dos mujeres de mi vida, por distintas razones, pero que he perdido las dos oportunidades que me tocaban de ser feliz (siempre bajo los cánones de la televisión, claro) y eso, a veces me hace gracia, (las más, que soy una persona bastante pragmática, al menos de unos meses hacia aquí) y otras me deprime, porque me veo a punto de cumplir 32 años, y casi todos los amigos de mi edad llevan como mínimo diez años con sus parejas y algunos de ellos tienen ya hijos, (a los que quiero como a mis sobrinos, y unas cuántas horas en mi brazo lleno de tinta me lo recordarán siempre). Y sinceramente, prefiero quedarme con mi primera visión, aunque siempre tendré esos momentos en los que pienso en cómo podría ser mi vida con cualquiera de esas dos chicas, cómo sería ahora....
Cómo digo siempre, qué relajo es escribir para desfogar... 

sábado, 8 de marzo de 2014

No Happy Ending

A veces se sentaba en el sofá y pensaba en el pasado. Estaba bien ahora tal y como estaba, pero a veces, alguna frase, algo que veía en la tele o una canción le recordaba a él. 
Se sorprendió preguntándose qué estaría haciendo ahora mismo. Era sábado. Seguramente estaría tomando unas cervezas sentado en una barra, con aquella sonrisa fingida. Aquella sonrisa de la que conocía tan bien por qué estaba pintada en su cara. 
Se quitó rápido esos pensamientos mientras se subía la manta y zapeaba buscando algo que ver. Pero él seguía nadando en su cabeza. Echaba de menos lo bien que estaban juntos, aquella complicidad y aquellas risas con apenas dos palabras que conseguían el uno del otro. "Se ha acabado", pensó, "no quiero nada de él, no puede darme nada que ya no tenga", pero seguía echándolo de menos. Cogió el móvil y buscó su número. "Un ¿qué tal estás? no implica nada"

La barra del bar estaba llena de gente y él devolvía sonrisas a todo el que le saludaba, pero no estaba animado. Estaba allí por pura rutina. Era sábado y el plan B que tenía era estar en casa viendo películas malas con unas palomitas extra saladas y una botella de agua.
La cerveza, que era la segunda, estaba lo suficientemente caliente como para que le hiciese pensar en otra cosa. Y allí, de sopetón, entre frases sueltas, alguien pronunció su nombre, o el de alguna mujer que se llamaba como ella y su imagen apareció como si de una foto se tratase. 
"No puedo seguir así, ¿a qué cojones viene seguir pensando en ella? Puff, debería pedirme otra cerveza", pegó un sorbo grande e hizo un gesto, con lo que la camarera le puso otra. "Es guapa" pensó, "tiene el pelo corto, cosa que me flipa, pero... no es ella". Seguía echándola de menos. Miró la hora que era, todavía era temprano y quizá estuviese despierta. "Bah, un "¿cómo andas, enanita? no implica nada"

Los dos pensaron lo mismo. Los dos cogieron el móvil. Los dos estuvieron a punto de escribirse. Ninguno lo hizo. Y eso fue mejor para los dos. Seguirían con su vida. Quizás alguno de los dos tuviese una recaída y quisiese volver a saber del otro. Pero estaba claro que todo se había terminado. Se volverían a ver, volverían a sonreírse, volverían a bromear juntos, aunque nada sería igual. 
Casi ninguna historia termina con un final feliz. 
Casi todas las historias así me gustan.

sábado, 15 de febrero de 2014

Love&Hate

Él la conoció cuando ya no creía en nada y ella cuando no creía en si misma.
 A su manera los dos se ayudaron a empequeñecer las imperfecciones que tenían. Ella le convirtió en una mejor persona. Él a ella en alguien seguro de sí mismo. Los dos eran muy felices cerca el uno del otro. Pero no existen los finales Disney. Empezaron a dudar el uno del otro, con razón. Empezaron a distanciarse. No querían lo mismo. No hubo más solución que la distancia. Pero él seguía queriéndola. Ella también. Pero el orgullo era fuerte por ambos lados. Cedió una vez más y volvieron a ser un dúo dinámico. Pero los bancos no se aguantan con una sola pata. Y todo se volvió a caer. Él cada vez entendía peor lo que su amiga necesitaba. Ella, no quería ver por lo que en realidad estaba pasando su amigo. No podían, no necesitaban, no querían, no debían verse. Pasaron de ser quizá dos de los mejores amigos a ser completos desconocidos. Pero la gente seguía hablándoles del otro y, aunque no quisieran, sabían todavía cómo les iba la vida. Pasaron meses, meses de silencio, meses de no verse, meses de no dar señales de vida, de no querer saber nada, por las dos partes. Y de pronto, un día, sólo hizo falta que ella le mirase y sonriese para que él se tragase todo el orgullo, todas las teorías conspiratorias que su cerebro había creado, para volver a ser el mismo que era antes.
Ahora están como al principio: él no cree en nada, ella no cree tanto en si misma.

martes, 11 de febrero de 2014

Soldiers

Iba avisando a su compañero de todo lo que le venía y a qué distancia los tenía. Estaba concentrada, el rostro enjuto, la sonrisa ladeada del cazador con ansia de sangre. No fallaba, no dejaba rehenes, ni siquiera heridos. Un arma letal, combinada con un compañero veterano, uno de los que sabía lo que hacía, simple, que iba a cumplir objetivos sin muchas alharacas, nada más que las necesarias: matar, lograr la meta y celebrarlo con una sonrisa de viejo zorro...
Les gustaba jugársela juntos, sabían que el otro estaba pendiente de la espalda de su compañero, y eso, en estos casos era vital. 









Podrían ser, sin exagerar, una de las mejores parejas de parchís de la historia...

jueves, 30 de enero de 2014

Monstruos

-          Va, vuelve, va, vuelve, va, vuelve, va, vuelve, va, vuelve, va, vuelve…  Así me hace sentir, como una triste parada de metro.
-          Melancolía, nostalgia, morriña: Palabras que sólo sirven para joder. No siempre todo tiempo pasado fue mejor.  Hay que mirar para adelante.
-          Acarició la piel de su barriga como quien acaricia una guitarra. Sabía que ella sacaría lo mejor de su talento y su arte como músico.
-          No sé si me gusta u odio que mi mejor declaración te la hiciese hablando en sueños.
-          Diez minutos en un sitio a su lado. No hizo falta más para que se volviese totalmente loco. A ella le dio igual, se llevó lo que quería: su corazón.
-          Los hombres muertos no cuentan cuentos.
-          Volver a agarrar tu mano y ver pasar toda nuestra historia, en apenas los dos segundos que la toqué.
-          Una cerveza, un paquete de tabaco, una libreta, un boli, música de fondo, tú leyendo sentada en el sofá. No necesito ninguna otra cosa.
-          Podría decir que ya nada me importa, pero sería mentir, y esa no es una virtud de la que fardar.
-          Encuentra una veta de luz cuando estés a oscuras. Quizá eso sea lo único que te mantenga cuerdo en los momentos más negros.
-          Subastar músculos vitales al peor postor.
-          El polvo escondido en dos miradas furtivas.
-          La desgana de un subidón.
-          A veces, una sola risa, sacada en el momento oportuno, hace que semanas de resquemor se queden en agua de borrajas.
-          Sólo te hace falta una palabra, y lo sabes, y con eso juegas conmigo hasta tenerme a tus pies. Y nunca podré cambiarlo.
-          Encontrarte entre el frío, que es lo que provocas en mi, ¿qué me da? Sé lo que me hace sentir, pero no lo que me aporta.
-          Palabras que una tras otra no dicen nada,  oídos que escuchan el silencio y oyen sólo lo que necesitan. La vida de un loco.
-          Nunca creáis a un poeta o a un escritor. Se ganan la vida y se alimentan el alma creando mentiras que suenan a sueños por cumplir.
-          Muchos me tachan de frío, de no tener sentimientos. ¿Para qué? Quien se abre da la posibilidad a otros de encontrar sitios para hacer daño. Párate a pensar en quién lo arriesgó todo, quién pasó noches sin dormir, quién hubiese hecho lo que hiciese falta para verte feliz y luego mírate. Mírate y dime en serio que no te arrepientes ni un segundo de todo esto. De algo en lo que ambos tuvimos la culpa. Y sé sincera.
-          Dejar curar las heridas al aire, para que los que te hieren vean que en realidad también sangras.
-          Sería el mismo que tú esperas, podría volver a poner el mundo a tus pies… Pero, ¿qué harías tú por mi?
-          La suerte es una musa de 13 caras.
-          Aprendí a esquivar las balas tras parar tantas por ti y ver que, al girarme, tú llevabas chaleco.
-          Niña, que no te voy a soltar jamás la mano, pero como no te agarres e intentes subir tú también, no voy a poder con los dos.